Peseta Street Journal

Él está ahí aún

Cuando fuera interrogado tiempo después sobre ese supuesto viaje, Mikel no dudaría en afirmar que sin duda lo emprendió, pero que por alguna inexplicable razón, era incapaz de recordar nada de este. Ni su duración, ni los lugares que visitó, ni el hotel donde se alojó. Ni un solo detalle. Mikel recordaba haber abandonado su apartamento un tiempo antes y el trayecto hasta el aeropuerto, ya que fue su hermana Diana, a quien adoraba, quien se ofreció a llevarlo. Sin embargo, eso era lo único recordaba de aquel viaje, le era imposible evocar más de él.  Lo único que sabía a ciencia cierta en ese preciso instante era que pasaban unos minutos de las siete de la tarde del domingo 7 de abril del 2000 cuando regresó a su vivienda. Esta vez su madre, Sabela, se había ofrecido a llevarle y hablar durante el tiempo que duraría el viaje hasta llegar a 256 Boulevard Avenue, la calle en la cual se encontraba su apartamento. Se despidió de su madre una vez en su destino y seguidamente entró en el ascensor y marcó el número trece, piso en el que se encontraba su hogar. Buscó las llaves y abrió la pesada puerta de madera. Seguidamente, entró junto a su gran maleta de color lavanda repleta de ropa, y una vez en la entrada del apartamento, soltó con alivio el equipaje y se dispuso a levantar las persianas y ventilar la casa, lo cual era necesario tras una temporada cerrada. Sin embargo, una extraña sensación recorría el subconsciente de Mikel tras pasar la puerta del salón, que poseía un gran ventanal con vistas al centro de Nueva York. El joven sentía que algo no estaba donde o como debiera, pero tampoco le dio mucha importancia.  Iba avanzando por el pasillo y mirando a cada estancia de la casa sin demasiada atención. A la derecha, el dormitorio principal y el estudio; y a su izquierda, el aseo y el vestidor. El apartamento estaba patas arriba. La cama deshecha, el aseo sucio, las perchas sobre el sofá… Todo estaba como cuando se marchó, que era más o menos tal como había quedado poco antes de que se marchara Abril. Se dirigió a la cocina y se sirvió una copa en el mueble bar. Tras comprobar que no tenía mensajes en el teléfono fijo, aprovechó para llamar a un restaurante italiano y pedir que le mandaran su pizza favorita y unas alitas de pollo. Tras colgar se derrumbó en el amplio y cómodo sofá que había en el comedor frente a la imponente cristalera. Encendió la luz de la lámpara situada al lado del sofá y se asustó. – ¡Madre mía! – exclamó de repente. Frente a él, apenas a cuarenta metros, al otro lado de la calle, vio un majestuoso edificio idéntico al suyo, que desde luego no estaba allí cuando partió de viaje. Y en el piso equivalente al suyo, sentado en un sofá como el suyo , alguien idéntico a él. Un veinteañero infeliz, alto y fuerte, que a lo único a lo que aspiraba en la vida era a encontrar su felicidad sin moverse del sofá. Y a su lado, Abril, una joven  deslumbrante abrazada a él. Para descartar la posibilidad de una broma, Mikel se limitó a observar desde casi la totalidad oscuridad de su salón cómo sus imposibles vecinos se fundían en un largo abrazo y alguna que otra muestra de cariño. Pasado un tiempo, sonó el timbre de la puerta, pero no el suyo, porque no lo oyó. En el otro edificio su doble desapareció a través del pasillo y volvió con una pizza y una ración de alitas de pollo. Para confirmar sus sospechas, el veinteañero se levantó del sofá y se dirigió hacia el teléfono fijo. Pulsó el botón de rellamada y se interesó por el estado de su pedido: había sido entregado – le dijeron – hacía breves minutos en la dirección proporcionada de ese número. Una aplastante sensación de irrealidad y sorpresa se adueñó de él. Se sirvió otra copa y volvió al sofá con la esperanza de comprender lo que estaba ocurriendo. Sin embargo, una creciente oleada de rabia le fue invadiendo poco a poco. Notó que empezó a subirle la temperatura y se tuvo que quitar el suéter color vino que llevaba. ¿Quién era el otro para restregarle lo que él ya había perdido? ¿Qué derecho tenía esa copia barata de salir inmune de cualquier castigo? Al reclamo de una malévola ocurrencia sacó su teléfono móvil del bolsillo interior de la cazadora. No le costó encontrar el vídeo, al igual que tiempo atrás lo había encontrado ella.  Por alguna razón lo visionó una vez más. Sonrió ante la perspectiva de contemplarlo de nuevo, en esta ocasión a resguardo de las consecuencias. En él, el cuerpo de Triana, la criada del apartamento desde hacía unos meses, y el suyo se fundían en el escritorio del estudio. Posteriormente, seleccionó la lista de contactos del teléfono y no dudo en enviárselo a Abril. Casi siempre lo inevitable se impone sobre lo imposible, así que casi al instante la mujer del otro edificio recibió un mensaje en su teléfono móvil. Cualquier duda que pudiera tener acerca de su contenido se desvaneció y, sin apartar la vista del aparato, su sonrisa se fue congelando. Llegaron no mucho después las peticiones de la mujer que requerían la explicación del infiel, y junto con eso, los gritos. Y al poco, ya estaba la otra Abril recogiendo sus enseres mientras el otro él la seguía como una sombra indigna. Luego, lo inevitable: ella se agacha para recuperar el teléfono móvil del sofá, dónde lo dejó caer y él la golpea con un cenicero de piedra idéntico al que Mikel tiene frente a él en ese momento. Y ella cae, y él la sigue golpeando. Horrorizado ante el espectáculo que inimaginablemente ha causado, el responsable del crimen marca el teléfono de la policía. – Un asesinato… Sí, una mujer… Planta

El universo del sufrimiento

En un universo remoto al nuestro, una entidad con la edad del mismísimo big bang se encuentra dando vueltas por la galaxia en la que lleva viviendo toda su larga vida. Después de muchos años observando la belleza de aquel universo nota un estruendo proveniente de un mundo cercano a donde se encontraba. Ese mundo ya lo había visto hace mucho tiempo, era conocido como el asteroide de tierra, o la Tierra para los que viven allí, el único problema es que no es como lo recordaba, ese planeta estaba lleno de problemas, guerras, robos, y estragos por todas partes. Mientras observaba el planeta pudo observar diferentes cosas, entre ellas se encontraba un curioso humano vestido de payaso, en su cara destacaba una enorme sonrisa causada por su psicopatía, colgando de su cuello había una corbata cortada de forma descendente, un patrón de corazones rodeaba sus mangas, y ciertos  círculos en sus pantalones. Cuando Galax se fijó en él se estremeció, ese psicópata era conocido como Ignacio, el duque de la Trinidad. Lo único que Ignacio hacía era causar caos por donde pasaba, hacía cosas que no se podían arreglar. Después de observar ese desastre, la vieja entidad decidió observar otras cosas. En un lugar remoto de ese planeta se encontró a un joven policía, pero ese policía no era normal, su cabeza grande como un balón resaltaba por sus marcas de símbolos del poker, en su placa ponía que se llamaba PokerCop, un nombre extraño para una persona de ese lugar. El lugar donde se encontraba era fantástico, tenía muchos colores y muchas cosas que en otros sitios no se veían. Hacía bien su trabajo, era un simple policía de ese lugar, pero se notaba el esfuerzo que le ponía. Mientras Galax se encontraba admirando del trabajo de ese policía noto algo cerca, algo se aproximaba, una sombra se hallaba a sus espaldas. Cuando la gran entidad se dio la vuelta vio a una especie de ser con forma humanoide, una extraña armadura cubría todo su cuerpo, está hecho de un material entre rocoso y metálico. Era el conocido Völxtr’ïn, una criatura creada a la vez que Galax, no era la primera vez que se lo encontraba, hace muchos años ya había luchado, pero el final no fue bueno. Völxtr’ïn quería destruir lo que Galax más quería, el universo y su humanidad. La malvada criatura dio un puñetazo a la entidad dejándola en mal estado, fue un golpe tan fuerte que impulsó a Galax dejándole dentro de la atmósfera de la tierra.   Después de mucho tiempo inconsciente despertó.  – ¿Dónde estoy?, ¿cómo estoy hablando? Será por esta atmósfera-  Observó a su alrededor y recordó a ese tal Ignacio que había visto antes.  – Tengo que encontrarle, quizás pueda ayudarme contra Völxtr’ïn-  Rápidamente Galax cerró sus ojos y localizó al duque de la trinidad. Cuando le encontró, Ignacio se encontraba masacrando gente.  – Parece que es lo único que sabe hacer- dijo Galax  – ¿Quién eres? – preguntó Ignacio entre risas  – Soy Galax, un ser capaz de manipular el universo a su antojo, y necesito tu ayuda-.  – De acuerdo- respondió Ignacio,  – ¿En serio? Si no te he dicho para qué quiero tu ayuda…-,  -Me da igual, quiero ayudar- dijo de forma irónica.  – Vas a tener que batallar por el universo- dijo Galax  -Eso me encanta.  Después de contarle eso se encaminó a por él tal PokerCop. Cuando llegó a ese lugar tan precioso que había observado antes rápidamente vio a ese caballeroso policía ayudando. Después de contarle lo mismo que al payaso Poker Cop acepto. Con todos reunidos hizo una enorme supernova sobre sus cabezas; fueron absorbidos por ellos. En un pestañeo había viajado de la tierra a un asteroide; este tenía una ligera atmósfera que hacía que esos humanos pudiesen respirar allí sin problema. Vieron ese gran planeta y delante suya había una sombra, era Völxtr’ïn, la última batalla que tuvo fue en ese lugar. Velozmente la criatura se abalanzó sobre los salvadores, todo fue una batalla tan violenta y majestuosa a la vez que no se puede explicar. Pero de tanto pelear y de no salir victorioso Völxtr’ïn estiró su brazo, del que salió un enorme filo hecho de una extraña energía.  – Humanos, la batalla no ha hecho más que empezar – dijo entre gruñidos.  Batallaron y pelearon con su vida durante horas. Pero quizás Galax hizo un gran error, en un giro de los acontecimientos Ignacio no se resistió, ante tanta rabia agarró a PokerCop, le levantó, no podía resistirse, empezó a estirar de sus extremidades partiéndolo en dos mitades.  – ¡¡¡Noooooooo!!!!- exclamó ahogándose en la miseria mientras era rebanado.  Galax estaba destrozado, Ignacio se había vuelto loco, se había cambiado de bando y ahora iba en el bando Völxtr’ïn. Galax perdió la esperanza en la galaxia pero siguió batallando.  Entonces una luz empezó a salir del cuerpo de la entidad, era un destello similar al mismísimo big bang, durante esos momentos todos los presentes en esa batalla dejaron de pelear, un aura les rodeó y empezó a descomponer su materia. Esa extraña materia se recompuso formando así a un solo ser, era semejante a Galax pero no era el mismo de antes, la energía de esos seres se había convertido en un solo ser. Comenzó a levitar y a observar la destrucción que había causado esa batalla. No tardé mucho en dejar el terreno de guerra en el que acababa de estar. Desde ese momento ese ser solo se dedicó a escrutar lo bueno y lo malo de la tierra, a observar cada suceso que le ocurría a esa humanidad, y a ver cómo ese mundo dejaba de ser pura destrucción y empezase a ser paz. Rubén Reina. 2º ESO

La calle del León

La calle del León fue fundada en el siglo XVII y se ubica en el Madrid de los Austrias, dentro del barrio de las Letras. Esta se encuentra en el distrito Centro de la capital y queda delimitada hacia el oeste por la calle de la Cruz y la calle de Jacinto Benavente. Empieza en la calle del Prado y desemboca en la calle de Atocha.  En los planos hechos por el cartógrafo Pedro Teixeira Albernaz en el año 1656, se conocía a esta calle como la del Mentidero o la calle del León. Actualmente se desconoce el porqué de este último nombre, que realmente es el que se ha conservado. Se dijo y se aceptó popularmente que provino de un extranjero de Oriente Medio que trajo consigo un león, y para poder verlo los vecinos pagaban dos maravedís, antigua moneda de España. Testimonio de esta leyenda ha quedado un azulejo a modo de placa en la que se ve al famoso león. En el siglo de Oro, época en la que floreció el arte y las letras españolas, esta calle era un mentidero donde los madrileños de entonces se reunían para compartir habladurías. Además, estaba cerca de l os corrales de comedia. Fue un lugar donde se desarrolló la dramaturgia española y abundaba la presencia de famosos escritores como Miguel de Cervantes, Quevedo, Góngora y Lope de Vega, lo que fomentó la creación de populares tertulias literarias y también era un lugar de encuentro para artistas y actores. Importantes fueron otras tertulias que en ella se desarrollaron, como las tertulias científicas, en las que se contaba con la presencia de Santiago Ramón y Cajal que se desarrollaban en el Café del Prado. En esta calle en 1866 nació el dramaturgo Jacinto Benavente, Nobel de Literatura, hay una placa en este lugar que recuerda este hecho. En el número 8 de la calle  vivió Miguel de Cervantes. En esta calle también se encuentra la Casa del Nuevo Rezado, sede de la Real Academia de la Historia y ubicado en un área delimitada por la calle del León, la calle de Santa María y la Calle Huertas. Juan de Villanueva, arquitecto español neoclásico tenía como proyecto este edificio a finales del siglo XVII y su finalidad era aposentar los libros de rezos de los monjes jerónimos provenientes del Monasterio de El escorial, complejo que contiene un Palacio Real, una basílica, un panteón, una biblioteca, un colegio y un monasterio y fue construido en el siglo XVI entre 1563 y 1584. También llamada Real Academia de la Historia. A parte de ser un ejemplo de calle con cultural literaria, artística y científica también es una calle en la que disfrutar de nuestra cultura gastronómica  y como ejemplo en el número 2 de la misma se encuentra la Casa González fundada en 1931 donde se pueden degustar y comprar productos de la tierra. En definitiva, esta es una calle céntrica de Madrid con mucha historia, con edificios importantes, en la que vivieron y pasaron su tiempo muchas personalidades relevantes de las letras españolas y de otras materias. Una calle con mucha vida. Pablo Álvarez – 3º ESO

3/9/1997

Los primeros rayos de sol empiezan a hacerse paso entre la oscuridad que, tan solo unos minutos antes de comenzar a escribir esto, cubría completamente el pueblo. Las vistas desde el lugar que hemos adoptado como nuestro son las mejores de toda la comarca y las sensaciones que me provocan este amanecer son las mismas que sentí aquella madrugada de junio cuando me trajiste aquí por primera vez. Dentro de apenas tres horas estaré en el tren de vuelta a casa y tengo la certeza de que pasará mucho tiempo antes de que volvamos a vernos, por eso no podía irme sin decirte esto. He entendido lo mucho que echaré de menos estas montañas. Extrañaré los paseos cada mañana por los paisajes más verdes que he visto nunca, el aire fresco que se respira aquí, el tacto del agua gélida que baña este pueblo tan similar a cualquiera de un cuento de hadas y las historias que se cuentan en las noches de lluvia que a veces hacen dudar sobre la fina línea que separa la realidad y la leyenda.  Echaré en falta las excursiones a Santander para recorrer sus antiguas calles en las que tantos recuerdos felices he creado y lo bonita que se ve esta ciudad al caer la noche. Añoraré las noches estrelladas en las que nos preguntábamos si tal vez, en un lugar remoto habría otros jóvenes como nosotros contemplando la inmensidad del universo. Me faltará este silencio que puede encontrarse tan fácilmente y que me permite pensar con mucha más claridad cuando esté de nuevo en la capital; pero en su lugar tendré los atardeceres en el Palacio Real, recorrer la parte antigua de la ciudad tratando de imaginarme cómo era trescientos años atrás y las montañas que rodean esta ciudad, que aunque incomparables a los valles sobre los que hablo también son un lugar maravilloso.  Cada rincón de Madrid desprende un encanto que no es equiparable al de cualquier otra ciudad, y siempre será mi lugar, mi hogar; pero el encanto de Madrid no me consuela en absoluto cuando lo que más me faltará al llegar a casa serás tú.  Lo supe la primera vez que te vi meses atrás cuando las hogueras iluminaban la playa para recibir el verano la noche de San Juan. Había música que ya se podía escuchar  cientos de años atrás  y todo el pueblo estaba reunido en la playa para festejar el inicio del verano.  No creo en el amor a primera vista, pero desde esa noche supe que estábamos destinados a querernos al igual que lo hicieron tantísimas personas en este pueblo desde tiempos inmemorables, y así fue. Me has enseñado lo que realmente es el amor puro y verdadero, sin mentiras, sin rencores, sin dolor; y el precio que he de pagar por ello, por sentirlo, es saber que nos separan cientos de kilómetros. Sé que esto es innecesario, que ya sabes todo lo que acabas de leer. Que tampoco hace falta que te diga que pasarán meses y meses antes de que yo sea capaz de olvidar todo esto, de olvidarte a ti y seguir con mi vida en Madrid.  Sabes que cada vez que mencionen este lugar sentiré un nudo en la garganta y que volverán a mi cabeza todos los recuerdos de este verano, que por mucho que la distancia haga que parezca imposible, siempre seremos nosotros. Por mucho que lo parezca esto no es una despedida, tengo la certeza de que volveremos a vernos y que tendremos la oportunidad de estar juntos pero esta vez de verdad, sin una fecha que marque el final, y que no tendré que conformarme con el recuerdo de los días calurosos de agosto junto a ti porque viviremos mil cosas más. CANDELA PIÑANA GARCÍA-UCEDA – 2º BACHILLERATO  

Diario histórico: Leonardo da Vinci

 5 de agosto de 1473  ¡Bello! ¡Bello! El dulce aroma de la tinta llegó hasta mi rostro, no me lo podía creer, tras un largo trabajo y esfuerzo por fin lo había terminado. Mi primer dibujo a tinta y pluma, las lágrimas se me sobresaltaron, ¡bravísimo! me sentía cansado y exhausto pero pese a eso agarré mi obra y fuí a presumir de ella por todo el pueblo como si de oro se tratara. acaricié lentamente el lecho del valle con la mirada mientras bajaba por una tortuosa espiral de escaleras que conducía al pueblo.   11 de octubre de 1494 Hoy, como siempre, me he levantado con el dulce cantar de los pájaros cuando se me ha venido a la cabeza cómo sería volar como uno de ellos. ¿Qué sentirán al rozar las bellas nubes? 3 de enero 1495 Por fin, adorado diario, por fin he logrado mi hallazgo más deseado, un hallazgo que me hará tocar el esponjoso manto de las nubes y oír el agudo canto del aire pasar por mi cuerpo. Hoy, 3 de enero de 1495 yo, Leonardo da Vinci, he alcanzado mi sueño de poder surcar el mismísimo cielo. 20 de junio 1498 Escribo una vez más en este diario. El otro día caminando por el pueblo vi a un par de críos con un tirachinas intentando cazar a un pájaro y me pregunté cuánta potencia se requería para derribarlo. Tras varios minutos más de caminata me hice otra pregunta, ¿cuánta potencia se necesitará para derribar un elefante? Pensando en aquello, se me estremeció el corazón imaginando el sufrimiento de aquel animal, pero a la vez una reluciente chispa me iluminó la sesera. ¡Lo tengo! Me emocioné tanto que el sonido rebotó por todo el pueblo.  11 de octubre 1499  Llevo sin dormir varios días, siento que me voy a desplomar y aquella idea que se me ocurrió en el pueblo es la culpable. Por fin lo he terminado; he conseguido tal hazaña que hasta yo lo considero un avance que revolucionará la cacería y la guerra.    13 de octubre 1499 ¡Qué feliz soy! Casi noto que podría recorrer el mundo entero de una sola zancada, hoy bajé al taller y empecé a trabajar. Mientras construía, notaba como el fino y delicado serrín se me metía en las uñas como si buscasen un cobijo en el que refugiarse. 6 de octubre de 1502 Hoy, paseando por Florencia, me he encontrado a una bella mujer cuyo nombre es Lisa Gherardini, tiene 24 años y está casada con el comerciante Francesco del Giocondo. Nada más verla me asombró el aura de belleza que desprendía, así que me di media vuelta y corrí hacia ella lo más rápido posible y le pregunté si podría convertirse en mi modelo. Me confesó que acababa de perder un hijo pero me dijo que tras recuperarse me mandaría una carta, pues le hacía ilusión y de pequeña soñaba con ser la musa de algún artista.  3 de marzo 1503 ¡Qué ilusión! me ha llegado la esperada carta de aquella mujer que conocí en Florencia. Al leer el mensaje grité de alegría con los ojos llenos de lágrimas, había aceptado mi propuesta.    6 de mayo 1503 Por fin he empezado a pintar el cuadro de la hermosa mujer Lisa Gherardini. Cuando he empezado a pintar, como es habitual, el frescor de la tinta me ha abierto los poros de la cara y apenas podía sostener el pincel. Poco a poco me iba soltando y mis manos arrastraban el pincel por el lienzo como si estuviesen componiendo una partitura mientras mis ojos observaban como si se tratase de una ambrosía la cara de aquella joven. 5 de agosto 1506 Por fin he terminado el precioso y hermoso cuadro. Estoy tan emocionado que a la vez que escribo me quedo exhausto de las ganas que tengo de expresar lo que siento en este momento. En honor a la bella mujer que me ha concedido esta obra llamaré a mi pintura ‘La bella Lisa’, ‘la preciosa Lisa’ o mejor dicho ‘La mona Lisa’. Pablo Álvarez Blanco. 3º ESO

Calle de la Amargura

Para muchas personas, hoy todas las calles son de la amargura. En las ciudades es posible encontrar personas que duermen en la calle. Son gente que no dispone de un lugar acogedor donde vivir y en el que pasar la noche. Cuando se encuentran con estas personas, normalmente pasan de largo, unas veces pensando que no pueden hacer nada para remediar su situación, otras veces sin pensar en nada, con una serena indiferencia. Es un asunto que no les concierne. La calle de la Amargura no es solo una expresión o un dicho gracioso, sino que tiene una historia de Madrid detrás de ella. Aunque hay muchas calles en España con esos nombres, la “original” se sitúa en el centro de la capital del país. La Plaza  Mayor de Madrid, una fantástica explanada llena de la historia de la calle de la Amargura. Nueve arcos que desembocan otras calles, una de ellas el 7 de julio. Una breve callejuela de no más de treinta y cinco metros. Esta discreta calle, hasta mediados del siglo XIX se llamaba calle de la Amargura. ¿Por qué? A continuación las siguientes teorías es el origen de la calle que son muy curiosas de conocer y explorar en ellas y saber su pasado. La primera hace referencia a la Plaza Mayor, ya que antes era ocupada por una laguna y por toda la zona crecían hierbas de sabor amargo. La segunda hace referencia histórica; el momento que Alfonso XI y sus soldados marcharon a Algeciras para luchar contra los árabes. Parece que esta calle fue el combate donde los guerreros se despidieron de sus mujeres e hijos. Ante la desoladora imagen el Arzobispo de Toledo apuntó: ‘Esta es la calle de la amargura’ La última teoría apuntaba de que en esta estrecha callejuela pasaban los prisioneros condenados a muerte en la Plaza de Villa hasta la Plaza Mayor, en su trayecto hacia la cárcel, unos últimos pasos de vida da a una amarga vida.  Pero la principal en la que la gente cree es la segunda, la más lógica, pero es por eso que las leyendas cuentan que así nació la calle de la Amargura. Esta frase ha trascendido su imagen histórica para convertirse en una expresión usada  para describir una ‘situación angustiosa prolongada’. Anteriormente, la calle 7 de julio es reemplazada por la calle de la Amargura, que se sitúa en el mismo sitio en la que se originó. En Jerusalén hay una que tiene un nombre equivalente: la vía o calle dolorosa, por la que según la tradición el Señor Jesús pasó con su cruz a cuestas del Calvario (cuyo lugar se encuentra en la Basílica del santo sepulcro). También está calle trae malos recuerdos que, sólo en la fe en la resurrección, pueden considerarse cargados de esperanza. Hoy en día está llamada actualmente está situada en el mismo lugar que la antigua, siete de julio. “Me traes por la calle de la amargura’’ un dicho gracioso que mucha gente dice sin saber su significado o su por qué.  Ainara Souto Ospina – 3º ESO  

Garcilaso de la Vega, el mejor poeta renacentista

¡Ah!, la dulce poesía renacentista… Pese a lo que opinen otros grandes autores, sin duda es la mejor de todas las épocas habidas y por haber. Pero antes de nada, me presento: soy Garcilaso de la Vega. En primer lugar, quería dar las gracias a mi amigo Juan Boscán,  quien me insistió para que visitara Nápoles y conociera la literatura italiana, que era muy diferente de la castellana. Obviamente, la volví a retomar, al encontrarme con grandes poesías de autores como Petrarca. Era una maravilla tan preciosa como una perla, que te inducía a exponerla sin pensarlo. Con esos endecasílabos hacía que los versos ya no fueran tan artificiales; la mejor época sin duda. Cuando volví a España, ya no podía dejar de pensar en esos metros y estrofas; cambié toda la literatura castellana, cambié la forma de ver y expresar los poemas. Era un Dios de la literatura, y no nos olvidemos de cómo empecé con el nacimiento de todos los versos endecasílabos. Ya no los aceptados hasta el momento, yo firmemente me impuse: una verdadera patraña; versos octosílabos, totalmente pueblerinos, aburridos, descuidados, nada que ver con lo actual. La Edad Media, una forma de fastidiar a la literatura y dejarla en ridículo; siempre poniendo en un pedestal a la religión, eso no puede ser. Sin embargo, la literatura de estas fechas pone en el centro del universo al hombre; a quien se le añade la naturaleza idílica, la mitología, el amor, la ausencia, el paso del tiempo… ¡Esto sí que son buenos temas! ¡Oh, y cómo olvidarnos de mis queridos sonetos, o mi queridísima lira, la estancia o los tercetos encadenados! En su interior, siempre dejaba un hueco para mi musa: mi querida Isabel Freire de Andreani, secreto que pocos sabían, ya que tenía el seudónimo de “Elisa’’, una pastora que se tenía que enfrentar al amor. ¡Arte, puro arte! Y, para ello, tuve que afrontar un presupuesto costoso que mereció mil veces la pena. Sin embargo, dado que yo me llevaba muy bien con todas las personas de la corte — alguien tenía que financiar todos mis proyectos…-, esto pudo hacerse realidad.  Eso me supuso varios problemas que, al final, fueron diminutos en comparación con las ganas que yo tenía de escribir poemas como aquellos, inspirados en el fondo de mi corazón que, finalmente, pudieron ver la luz. Al hacer estos poemas con tanto sentimiento, la recompensa obtenida fue grandiosa. Todo lo demás de la literatura medieval son pamplinas; lo nuevo es mejor, y no es tan desaseado. Además, no es por presumir, pero mis sonetos no contaban con grandes frases para que se pudieran leer mejor. Lo tenía todo pensado y, al final, fui el artífice de una época donde la literatura reinaba entre las artes. Todo gracias a mí y a la literatura de Italia. Desearía vivir toda la vida y poder contemplar la fama de mis obras con el paso de los siglos; sería un sueño hecho realidad. En fin, quien critique esta época que se vaya a la Edad Media; a ver si entonces la literatura era tan impresionante como ahora. Hugo Retamal García – 2ºESO

Gustavo Adolfo Bécquer, el mejor escritor.

¿Qué es poesía?, dices mientras clavas / en mi pupila tu pupila azul. / ¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas? / Poesía… eres tú. Me presento, soy Gustavo Adolfo Becquer y esta es mi rima más famosa expuesta en mi obra más importante, el libro “Rimas y Leyendas”, publicado de manera póstuma. Permíteme sumergirte en la belleza de mi escritura a través de esta obra. Esta consiste en una colección de casi 100 poemas líricos que exploran temas como el amor, la soledad y la búsqueda de lo inalcanzable. Intento utilizar una lírica sencilla y profunda para expresar mis emociones más íntimas y que se vean reflejadas en los lectores. En ella también hay una serie de alrededor de 20 relatos en prosa. Estas leyendas están ambientadas en escenarios medievales, pobladas por personajes sobrenaturales como ninfas, y crean una atmósfera misteriosa y onírica que entretiene a cualquiera. Temas recurrentes que incluyen el amor, la muerte y el más allá. De esta forma busco rescatar los buenos valores que había antes en España. Una buena obra no se tiene en cuenta hasta que un lector no la visualiza, y esto es lo que lleva la gente haciendo con mis obras desde mi muerte. Aunque ya había alcanzado cierta fama en vida, mi prestigio creció significativamente después de mi fallecimiento, especialmente tras el labor de mis amigos. Después de mi defunción, mis amigos se encargaron de recopilar y publicar mis Rimas y Leyendas. Otro aspecto importante en el que contribuyeron fue idealizar mi imagen, aunque era conservador en mis creencias políticas, mis amigos, en su mayoría vinculados a partidos progresistas, optaron por silenciar aspectos que posiblemente podrían empañar mi imagen idealizada. Así, fijaron preciosos datos sobre mi vida y difundieron mis escritos, creando una imagen deliberadamente positiva de mí. ¿Por qué a la gente le sigue fascinando leer mis poemas? Sin fardar, mis poemas están cargados de emociones como la nostalgia y la pasión. Mis versos evocan imágenes vívidas en la mente del lector, creando una conexión profunda con las emociones humanas. He logrado una mezcla perfecta entre la realidad y la fantasía, así que, mis  poemas son accesibles y fáciles de entender, lo que atrae a un amplio grupo de lectores. Además, utilizo  metáforas y simbolismos para realzar la belleza de mis palabras. Esto ha llevado a que escuelas y universidades enseñen mis obras a los públicos más pequeños. He dejado un legado importante en la poesía posterior escrita en castellano, en el que muchos autores se han basado, por lo que soy una referencia para muchos. Una vez más, esto hace que concluyamos que mi persona como autor es notable, sustancial y absolutamente superior a otros poetas y novelistas. Para continuar, deberíamos recalcar que soy uno de los escritores más destacados del Romanticismo español, uno de los pocos que lucharon por una respuesta rebelde a la sociedad y la literatura del siglo XVIII, que estaba influenciada por la Ilustración y la burguesía ¿No es la verdad un bien preciado?  La verdad es valiosa y debe ser apreciada, como mi postura es superior a muchos. Ahora sí, es tiempo de irme. Olas gigantes que os rompéis bramando en las playas desiertas y remotas, envueltas entre sábanas de espuma, ¡llevadme con vosotras!  Lidia de las Heras Romero-Hombrebueno – 2ºESO

Calle del Carnero

Esta calle que se ubica en el distrito Centro, concretamente en el barrio de Embajadores y que une la Ribera de Curtidores con la calle de Arganzuela, ya que se sitúa en el corazón del mercado libre de la barriada de Lavapiés, es una de las menos conocidas, pero cuenta con una larga historia detrás. Aunque se encuentre, en la actualidad, con el nombre del Carnero, en el siglo XVII, concretamente en 1656, se conocía por el nombre de calle Nueva, solo que debido a dos relatos  pasó a llamarse del Carnero. La primera leyenda cuenta cómo todos los años los miembros del gremio de los aforadores, que era gente que sabía calcular el valor de las mercancías para luego postar por ellas, sorteaban un carnero a un precio que ellos consideraban justo en las fiestas de San Lorenzo. Otra de las historias que se escuchan sobre ésta, consiste en otra leyenda más escalofriante de otra vía: la calle de la Cabeza. Este relato explica que un sirviente asesinó a su amo cortándole la cabeza, robándole también todas las pertenencias que tenía, para tiempo después huir a Portugal. Al tiempo, un sacristán descubrió el cuerpo del dueño de aquella casa, pero no hubo ningún rastro de su sirviente. Por eso, ese crimen quedó impune, es decir, sin posibles sospechosos y haciendo, así, que este suceso fuese olvidado para siempre. Sin embargo, lo que nadie se esperaba era que el criminal volviera al lugar del crimen, en Madrid solo que disfrazado de caballero. Al dar un paseo por el Rastro que había ese día, se le antojó una cabeza de carnero para cenar. Después de comprarla, se la guardó en su capa. Debido a que estaba soltando un charco de sangre mientras caminaba de regreso a su casa, un policía le preguntó qué llevaba bajo su capa. Él, muy relajado, dijo que llevaba la cabeza de un carnero que acababa de comprar pero, al abrir la capa, no se encontró con nada más y nada menos que con la cabeza de su antiguo amo. La impresión fue tan grande, que él confesó todo el asesinato, y fue condenado a  muerte en la horca que se había instalado reciéntemente en la plaza Mayor de la Villa. Este mito  sobre esta escalofriante vía es el responsable de poner el nombre a la calle del Carnero, ya que el misterio de la cabeza provocó tal sorpresa entre los vecinos, que decidieron dejar de acudir a las carnicerías que el gremio tenía en dicha calle. Ante esa situación, aquellos vendedores fueron  hacia el Ayuntamiento cercano al Rastro para solicitar una callejuela nueva de forma que pudiesen comerciar. Por este motivo, el Ayuntamiento trasladó esas carnicerías a un nuevo callejón  y permitió, de esta forma, que los carniceros pudieran empezar con sus negocios, vendiendo así carnero en las charcuterías. El Ayuntamiento, al ver que la gente ya pasaba por ese callejón para comprar, decidió cambiar el nombre de la vía, por la del Carnero, apareciendo de este modo esta segunda historia. Estas leyendas surgen hace mucho tiempo, pero poca gente las conoce realmente,  puesto que nadie se ha enterado de que alrededor de esta calle, existen éstas.  Cualquiera podría ser cierta, tanto un misterio escalofriante de cómo una cabeza de animal se convirtió en la de una persona asesinada varios años atrás, como cosas más singulares tal que una rifa en la que se vendían carneros. Lo único que se sabe a ciencia cierta es que esta calle podría llegar a ser muy popular si se conociera bien la historia. Hugo Retamal García – 2ºESO