Me levanté a las 7:30 de la mañana pensando en lo que había pasado. Alguien había sido asesinado y nadie quería hablar, excepto yo. Todo el mundo tenía miedo, pero yo quería que el mundo supiera la verdad. Aunque no sabía cómo iba a poder, porque aquí siempre había ruido y era difícil pensar.
Unas horas después empecé a investigar, así que lo primero que hice fue ir a ver cómo estaba la víctima. Resultó ser que todavía no se sabía el motivo de la muerte, simplemente estaba ahí, tirada en el centro del suelo. Llevaba puesta una camiseta azul, unos pantalones marrones y una gorra roja. Aunque había algo más:
-Lo hemos identificado, se llamaba Mateo- me dijo el policía.
Lo que me pareció raro fue que estaba solo, y eso me hizo pensar en mi primer sospechoso.
Después fui a comer a casa y cuando terminé me dirigí a hablar con la hermana de Mateo, Carla. Nos saludamos y le pregunté si últimamente había notado algo raro en Mateo. Me dijo que sí, que los últimos días había estado muy preocupado hablando por el móvil, y que eso era todo. También me dijo que me tenía que contar algo que tenía en la punta de la lengua, pero no se acordaba. Le di las gracias y nos despedimos.
No sé por qué a veces me costaba hablar, pero no me importaba. También me dio la sensación de que no me quería contar todo, pero lo entendí porque suponía que estaría afectada. Pero lo que sí que me preocupó fue que tenía algunas arañas como mascota y le faltaba solo una, eso me hizo pensar en un posible motivo de la muerte.
Salí de allí muy tarde, así que descansé lo que me quedaba de día en mi casa.
Al día siguiente por la tarde, ya que estaba muy cansado, fui a hablar con el mejor amigo de Mateo, Luis. Al principio me cerró la puerta sin siquiera preguntarme quién era o qué quería, lo que me pareció un poco extraño y así pensar en otro posible asesino. Luego conseguí que me abriese e incluso me dejó pasar. Fue una conversación un tanto corta, pero ya me lo suponía:
-Buenas tardes- nos dijimos.
-Eres el mejor amigo de Mateo, ¿verdad?- le pregunté.
-¡Así es!- exclamó Luis.
-¿Conoces algún hecho relevante que pueda ayudarme en mi investigación sobre el asesinato?- fue lo siguiente que le pregunté.
-La información más relevante que conozco es que había estado hablando mucho con una chica por el móvil que se llama Claudia, pero eso ya te lo dijo Carla, aunque creo que no te dijo con quién.- me dijo.
-Muchas gracias- le dije yo.
-Hasta otro día- nos despedimos.
A continuación fui a ver a Claudia; Luis me dijo que vivía dos casas abajo. Nos saludamos, y le pregunté si era verdad que había estado hablando con él. Me dijo que sí, que había sido porque alguien le había robado un cuchillo y ella estaba convencida de que fue Mateo. Le di las gracias y eso fue lo único que hablamos.
Lo que me contó del cuchillo podría ser otra arma, pero si le hubieran asesinado con uno se habría notado. También podría haber sido para despistar.
Me fui a mi casa a dormir, pero no pude porque cada cierto tiempo volvían esos ruidos tan molestos que no me dejaban descansar. Toda la noche imaginándome cosas que en realidad no me había contado nadie. Los ruidos seguían, me parecía que había gente hablando y discutiendo aunque parecía que no querían que nadie se enterase. Después conseguí dormir un rato.
La mañana siguiente me despertaron unos señores que me sonaban de algo, pero no sabía muy bien de qué. Lo siguiente que me dijeron me costó creerlo:
-Sabemos que últimamente estás muy raro, y no sabemos si te pasa algo- me dijeron.
-¿Pero dónde estoy?- pregunté yo.
-Estás en el centro psiquiátrico de Canadá- me respondieron.
No volví a decir nada más, no me salían las palabras. Me dijeron que parecía que estaba investigando un asesinato, pero que en realidad había sido yo. Que yo robé una araña, que yo había escondido un cuchillo. Lo peor es que no me acordaba de nada, pero creo que por eso mismo estaba metido en un sitio de esos en los que nadie quería estar.
No era exactamente así como quería que la gente se enterase, pero ya estaba hecho, ya se sabía la verdad.
Julia Moya Turrión – 1ºESO