Peseta Street Journal

Mi diario. Tina Turner

24 de marzo de 1950: Diario, hoy ha sido un día muy especial, ya que he ido por primera vez a la iglesia bautista de Nutbush Hill. Mi madre quería que saliéramos de casa y que cambiáramos de ambiente, porque mis padres están pasando por una fase de continuas disputas.  En cuanto a la iglesia, al escuchar por primera vez su música con esas voces tan dulces,  me ha generado mucha alegría y nostalgia. Después de estar un buen rato reflexionando, finalmente he decidido  que de mayor quiero dedicarme al mundo de la música, y no me importa cuanto tiempo me lleve, sino que alcance mis sueños. Por eso he decidido empezar este diario, para escribir mis procesos y recordar cada paso que he realizado para cumplir mis sueños. 15 de julio de 1954: Mi querido diario, no puedo más. Cuanto más tiempo pasa, mis padres discuten más. Además, ayer por la noche, mi madre se escapó de casa y no sé cuando volverá. Espero que arreglen las cosas pronto, porque ahora es cuando necesito más ayuda, con la presión del instituto.  2 de diciembre de 1956: Tras el divorcio de mis padres, y que mi padre se volviera a casar y también se fuera de casa, llevo ya tres meses en la casa de mi abuela. Para alegrarnos el día a mi y a mis hermanos, nos ha llevado al Manhattan Club a escuchar a los Kings of Rhythm. Ha sido impresionante, sobre todo me ha atraído la forma en que cantaba y se expresaba Ike Turner, uno de mis cantantes favoritos. 11 de febrero de 1958: Querido diario, estoy muy nerviosa y contenta. Ya sé que han pasado algunos años pero se me olvidó ponerlo el día que fui al Club. Tras acabar la actuación, me acerqué a Ike y le empecé a contar que yo desde hace tiempo había empezado en el mundo de la música y que él era uno de los artistas que más me inspiraban y me animaban para seguir adelante. Le sugerí que si me podía dar una oportunidad para intentar integrarme cómo uno de sus componentes de la banda y formar parte del grupo, ya que tengo los suficientes conocimientos. Finalmente, después de estos dos últimos años, hoy he recibido una carta, en la que ponía que me aceptaba como una de sus coristas. Ahora mismo estoy super contenta y todavía no acabo de creérmelo. 22 de abril de 1962: Diario, como ya sabrás, tras mi exitosa canción “A full in love”, con la que llegué a la fama, tiempo después, Ike y yo nos enamoramos de una forma intensa y cariñosa. Ike es amable, cariñoso, alto, su pelo brillaba cómo un diamante y es el mejor hombre con el que he estado. Hoy, por fin me ha pedido matrimonio y nos casaremos dentro de siete meses. Estoy ansiosa y emocionada, no puedo esperar más. 8 de septiembre de 1981 Mi querido diario, estos últimos años no he estado muy activa por aquí ni por mi vida profesional. Ya hace diecinueve  años que Ike y yo nos casamos, pero desde ese momento todo fue a peor. Durante los diez primeros años, todo fue bien: salíamos de viaje, disfrutábamos haciendo música juntos, íbamos a los estrenos de muchas películas, tuvimos un hijo… Pero a partir del año 76 todo fue cuesta abajo. Ike perdió el control con su adicción, y siempre lo pagaba conmigo de forma muy brusca y me trataba bastante mal. Ni siquiera puedo pensar en ello. Fue una etapa muy dura, en la que me entró mucha depresión y toda mi carrera se hundió. Pero hoy en día, después de nuestro divorcio, he tenido tiempo de reflexionar y por fin ya me he recuperado del todo. Por ello, David, un mánager mío, me ha ayudado a retomar mi carrera y ahora todo está yendo a mejor. 31 de mayo de 1986 Estoy demasiado contenta y emocionada. Gracias a la colaboración de mi buen amigo Kurt Loder, hemos publicado mi biografía, en la que cuenta cómo viví mi infancia y cómo con mi propio apoyo y mi motivación llegué a estar en lo alto de la fama. 12 de enero de 2016 Diario, hoy ha sido un día bastante duro para mí y para mi familia. Hoy he ido al médico y desgraciadamente me han diagnosticado cáncer intestinal. Cuando me lo han dicho me he quedado petrificada, todavía creyéndome que eso era un sueño, pero no, es la pura realidad. Estoy un poco confusa y asustada pero a mis setenta y siete años, sé que soy una persona muy fuerte y que va a conseguir superar todo esto. Noelia Benito – 2º ESO  

La chica de enfrente

La sensación de angustia que sentía era inexplicable. Las paredes completamente blancas y la luz fría reflejada en ellas creaban un ambiente que me resultaba asfixiante. Parecía como si los muros de aquel pasillo se fueran a desplomar encima de mí, quedando cada vez menos aire entre ellos. Pasamos junto a miles de puertas, o quizá fuesen tan solo decenas, pero cada paso que dábamos veía el final del túnel más lejano. Cuando la mujer que me acompañaba se frenó frente a la puerta, mis pensamientos se dispersaron. Ni siquiera sabía quién era ella. La veía, pero no la miraba. Lo único que me preocupaba en ese momento era lo que me esperaba detrás de esa pieza de madera blanca que me separaba del interior de la sala. Algo me decía que sabía lo que era, o más bien quién era. Al abrirse la puerta, el aire se volvió más denso. Me costaba respirar. No quería estar allí, pero era demasiado tarde. La puerta estaba cerrada y la mujer se había quedado fuera, dejándome sola ante el peligro. Miré por todos lados, pero no vi a quien esperaba, de hecho no vi a nadie, lo que me alivió en cierto modo. Comencé a moverme por la habitación. Era mucho más luminosa e inquietante que el camino hacia ella. Comencé a caminar y a tocar las paredes. Al parecer estaba sola, o eso creía yo. Seguí recorriendo los interminables tabiques. Las preocupaciones comenzaban a difuminarse, aunque no por mucho tiempo. Entonces la vi.  Toda esa paz dio lugar a angustia. Se me aceleró el pulso. Me sudaban las manos. Se me inundaban los ojos y no veía bien. No podía ser, no era ella. Me acerqué para asegurarme, y ahí estaba, delante de mí como hace mucho tiempo. Pude ver cómo me miraba de arriba a abajo como solía hacer, yo hice lo mismo. En cuestión de segundos pude notar la diferencia. Estaba distinta, no la recordaba así. Tenía los ojos hinchados y llenos de lágrimas, al igual que yo. Parecía que llevase días sin dormir, el color morado se acumulaba en sus ojeras. Su rostro estaba muy delgado. Se le marcaban los pómulos y la mandíbula. Estaba muy pálida. En el cuello destacaban todos los tendones y sus clavículas descubiertas parecían estar protegidas solo por una fina capa de piel. Sus brazos largos y delgados asemejaban frágiles ramas de árboles. Estaba escuálida. No entendía cómo podía haber cambiado tanto. Ese brillo en sus ojos que yo recordaba se había desvanecido. Era evidente que no estaba atravesando su mejor momento, y nuestro encuentro estaba siendo incómodo para ambas. Estábamos situadas una frente a la otra, de pie pero con el cuerpo caído, como si nos sujetasen unos hilos con la fuerza justa para no caer al suelo. Perdí la noción del tiempo. No sé si pasaron segundos, minutos u horas, pero se me hizo eterno. Las lágrimas ya corrían por mis mejillas, y cuando fui a secarlas ella lo hizo también. Desde entonces, cuando yo hacía algún movimiento ella lo imitaba con exactitud. Si yo abría la boca, ella también la abría. Si yo movía la cabeza, ella también la movía. Cuando ella extendió su brazo hacia mí, el mío hizo lo mismo sin control alguno y el miedo inundó mi cuerpo. Nuestras manos estuvieron a punto de tocarse, pero algo nos lo impidió. Pude ver cómo movía la boca, y por primera vez tuve control de mi propio cuerpo. Consiguió hablar y se me helaron las venas. “Soy tú”, me dijo. No podía ser, esa no era yo. Comencé a temblar del miedo que sentía. Eso era lo único que podía hacer: temblar. Se me doblaron las piernas y me caí al suelo. Me di en la cabeza, pero eso no importaba, no importaba nada más mientras esa chica estuviera ahí conmigo. La habitación comenzó a girar. Las dichosas paredes daban vueltas y vueltas constantemente alrededor de mí, haciéndome sentir la gravedad cada vez más fuerte, presionándome en el pecho. Me sentía frágil, como si mis huesos fueran a romperse contra las frías baldosas. La opción de ser absorbida por el suelo era tentadora con tal de no volver a verla jamás. Luché por levantar la cabeza y pude verla de nuevo. Ahí seguía, pero estaba tirada en el suelo como un trapo, al igual que yo. Me miraba fijamente, y de repente desapareció.  Al fin pude ser consciente de dónde estaba. Vi a la doctora apartando el espejo y acercándose a mí después. La oí decir algo, pero no era capaz de entenderla. Sus palabras eran lejanas y difusas. Lo único que podía escuchar era la procesión interna que estaba ocurriendo en mi mente. “Soy tú, soy tú, soy tú”. Las palabras retumbaban en mi cabeza como pelotas descontroladas. Mi acompañante, cuya identidad ya conocía, me ayudó y conseguí sentarme. Cuando comencé a sentir mi cuerpo de nuevo y a controlar mis pensamientos, me di cuenta de la realidad. Aunque la chica había desaparecido, siempre estará dentro de mí. Siempre habrá una parte de mí que le pertenezca, y tendré que aprender a convivir con ella. Por mucho que me duela, tengo que aceptar que yo soy ella y ella soy yo.   Victoria Martínez Herrero- 2ºBachillerato

No estamos solos en el universo – Noticia del futuro

El pasado miércoles 31 de marzo de 2110, aterrizó en Estados Unidos la cápsula Anipa V, tripulada por el comandante Tom Jhonson, el piloto del módulo del mando Michael Holland y el piloto del módulo lunar James Collins. Estos aseguran haber descubierto un nuevo mundo habitado en el brazo de Norma. Esta expedición fue creada para explorar la galaxia en busca de un planeta habitable.  Tras 1836 días del inicio de su misión, la nave espacial Anipa V, detectó un planeta con una atmósfera similar al de la Tierra. Ante este acontecimiento, el comandante decidió explorar ese planeta. Por el análisis de sus elementos, se confirmó que era habitable, con características parecidas a las de la Tierra. La expedición había dado sus frutos. Después de dos semanas explorando el planeta bautizado como “Última Thule”, descubrieron que había formas de vida avanzadas, aunque al principio les resultó difícil comunicarse con ellos al tener un idioma distinto y al ser un lugar remoto. La descripción que nos proporciona la tripulación sobre “Última Thule” es que se trata de un planeta con mucha vegetación y abundante agua. Además, en su parte Norte , donde reside la población, se encuentran ciudades con una gran tecnología, mientras que en la parte Sur, al tener temperaturas extremadamente variables, se encuentra deshabitada. Según las declaraciones de Tom Jhonson, este nuevo planeta presenta unas nuevas tecnologías que podrían significar un avance importante en la ciencia. Entre las más interesantes, cabe destacar, que en el ADN de una especie animal, se encuentran una células denominadas “Células de la Eterna Juventud”, que hace que los seres humanos envejezcan más lento, lo que revolucionará la medicina, dando la posibilidad de que haya una mayor esperanza de vida. Además, los habitantes de “Última Thule” han desarrollado un sistema en el que se puede comunicar con las plantas a través de las ondas que transmiten al acercar un dispositivo. Esto facilita la comprensión de las necesidades y estados de las plantas, lo que podría transformar la agricultura. Este descubrimiento no solo nos hace saber que no estamos solos en el universo, sino que también supone un gran avance para la humanidad, ya que nos asegura un lugar en caso de que los recursos naturales de la Tierra se agotaran, además de un intercambio cultural, proporcionándonos así nuevas tecnologías que podremos implementar en nuestro día a día, haciendo una vida más fácil. Los científicos esperan ansiosamente el siguiente paso de esta misión, que promete descubrir más secretos sobre este maravilloso mundo y sus habitantes. Nerea Prieto Román – 3ºESO

Él está ahí aún

Cuando fuera interrogado tiempo después sobre ese supuesto viaje, Mikel no dudaría en afirmar que sin duda lo emprendió, pero que por alguna inexplicable razón, era incapaz de recordar nada de este. Ni su duración, ni los lugares que visitó, ni el hotel donde se alojó. Ni un solo detalle. Mikel recordaba haber abandonado su apartamento un tiempo antes y el trayecto hasta el aeropuerto, ya que fue su hermana Diana, a quien adoraba, quien se ofreció a llevarlo. Sin embargo, eso era lo único recordaba de aquel viaje, le era imposible evocar más de él.  Lo único que sabía a ciencia cierta en ese preciso instante era que pasaban unos minutos de las siete de la tarde del domingo 7 de abril del 2000 cuando regresó a su vivienda. Esta vez su madre, Sabela, se había ofrecido a llevarle y hablar durante el tiempo que duraría el viaje hasta llegar a 256 Boulevard Avenue, la calle en la cual se encontraba su apartamento. Se despidió de su madre una vez en su destino y seguidamente entró en el ascensor y marcó el número trece, piso en el que se encontraba su hogar. Buscó las llaves y abrió la pesada puerta de madera. Seguidamente, entró junto a su gran maleta de color lavanda repleta de ropa, y una vez en la entrada del apartamento, soltó con alivio el equipaje y se dispuso a levantar las persianas y ventilar la casa, lo cual era necesario tras una temporada cerrada. Sin embargo, una extraña sensación recorría el subconsciente de Mikel tras pasar la puerta del salón, que poseía un gran ventanal con vistas al centro de Nueva York. El joven sentía que algo no estaba donde o como debiera, pero tampoco le dio mucha importancia.  Iba avanzando por el pasillo y mirando a cada estancia de la casa sin demasiada atención. A la derecha, el dormitorio principal y el estudio; y a su izquierda, el aseo y el vestidor. El apartamento estaba patas arriba. La cama deshecha, el aseo sucio, las perchas sobre el sofá… Todo estaba como cuando se marchó, que era más o menos tal como había quedado poco antes de que se marchara Abril. Se dirigió a la cocina y se sirvió una copa en el mueble bar. Tras comprobar que no tenía mensajes en el teléfono fijo, aprovechó para llamar a un restaurante italiano y pedir que le mandaran su pizza favorita y unas alitas de pollo. Tras colgar se derrumbó en el amplio y cómodo sofá que había en el comedor frente a la imponente cristalera. Encendió la luz de la lámpara situada al lado del sofá y se asustó. – ¡Madre mía! – exclamó de repente. Frente a él, apenas a cuarenta metros, al otro lado de la calle, vio un majestuoso edificio idéntico al suyo, que desde luego no estaba allí cuando partió de viaje. Y en el piso equivalente al suyo, sentado en un sofá como el suyo , alguien idéntico a él. Un veinteañero infeliz, alto y fuerte, que a lo único a lo que aspiraba en la vida era a encontrar su felicidad sin moverse del sofá. Y a su lado, Abril, una joven  deslumbrante abrazada a él. Para descartar la posibilidad de una broma, Mikel se limitó a observar desde casi la totalidad oscuridad de su salón cómo sus imposibles vecinos se fundían en un largo abrazo y alguna que otra muestra de cariño. Pasado un tiempo, sonó el timbre de la puerta, pero no el suyo, porque no lo oyó. En el otro edificio su doble desapareció a través del pasillo y volvió con una pizza y una ración de alitas de pollo. Para confirmar sus sospechas, el veinteañero se levantó del sofá y se dirigió hacia el teléfono fijo. Pulsó el botón de rellamada y se interesó por el estado de su pedido: había sido entregado – le dijeron – hacía breves minutos en la dirección proporcionada de ese número. Una aplastante sensación de irrealidad y sorpresa se adueñó de él. Se sirvió otra copa y volvió al sofá con la esperanza de comprender lo que estaba ocurriendo. Sin embargo, una creciente oleada de rabia le fue invadiendo poco a poco. Notó que empezó a subirle la temperatura y se tuvo que quitar el suéter color vino que llevaba. ¿Quién era el otro para restregarle lo que él ya había perdido? ¿Qué derecho tenía esa copia barata de salir inmune de cualquier castigo? Al reclamo de una malévola ocurrencia sacó su teléfono móvil del bolsillo interior de la cazadora. No le costó encontrar el vídeo, al igual que tiempo atrás lo había encontrado ella.  Por alguna razón lo visionó una vez más. Sonrió ante la perspectiva de contemplarlo de nuevo, en esta ocasión a resguardo de las consecuencias. En él, el cuerpo de Triana, la criada del apartamento desde hacía unos meses, y el suyo se fundían en el escritorio del estudio. Posteriormente, seleccionó la lista de contactos del teléfono y no dudo en enviárselo a Abril. Casi siempre lo inevitable se impone sobre lo imposible, así que casi al instante la mujer del otro edificio recibió un mensaje en su teléfono móvil. Cualquier duda que pudiera tener acerca de su contenido se desvaneció y, sin apartar la vista del aparato, su sonrisa se fue congelando. Llegaron no mucho después las peticiones de la mujer que requerían la explicación del infiel, y junto con eso, los gritos. Y al poco, ya estaba la otra Abril recogiendo sus enseres mientras el otro él la seguía como una sombra indigna. Luego, lo inevitable: ella se agacha para recuperar el teléfono móvil del sofá, dónde lo dejó caer y él la golpea con un cenicero de piedra idéntico al que Mikel tiene frente a él en ese momento. Y ella cae, y él la sigue golpeando. Horrorizado ante el espectáculo que inimaginablemente ha causado, el responsable del crimen marca el teléfono de la policía. – Un asesinato… Sí, una mujer… Planta

El universo del sufrimiento

En un universo remoto al nuestro, una entidad con la edad del mismísimo big bang se encuentra dando vueltas por la galaxia en la que lleva viviendo toda su larga vida. Después de muchos años observando la belleza de aquel universo nota un estruendo proveniente de un mundo cercano a donde se encontraba. Ese mundo ya lo había visto hace mucho tiempo, era conocido como el asteroide de tierra, o la Tierra para los que viven allí, el único problema es que no es como lo recordaba, ese planeta estaba lleno de problemas, guerras, robos, y estragos por todas partes. Mientras observaba el planeta pudo observar diferentes cosas, entre ellas se encontraba un curioso humano vestido de payaso, en su cara destacaba una enorme sonrisa causada por su psicopatía, colgando de su cuello había una corbata cortada de forma descendente, un patrón de corazones rodeaba sus mangas, y ciertos  círculos en sus pantalones. Cuando Galax se fijó en él se estremeció, ese psicópata era conocido como Ignacio, el duque de la Trinidad. Lo único que Ignacio hacía era causar caos por donde pasaba, hacía cosas que no se podían arreglar. Después de observar ese desastre, la vieja entidad decidió observar otras cosas. En un lugar remoto de ese planeta se encontró a un joven policía, pero ese policía no era normal, su cabeza grande como un balón resaltaba por sus marcas de símbolos del poker, en su placa ponía que se llamaba PokerCop, un nombre extraño para una persona de ese lugar. El lugar donde se encontraba era fantástico, tenía muchos colores y muchas cosas que en otros sitios no se veían. Hacía bien su trabajo, era un simple policía de ese lugar, pero se notaba el esfuerzo que le ponía. Mientras Galax se encontraba admirando del trabajo de ese policía noto algo cerca, algo se aproximaba, una sombra se hallaba a sus espaldas. Cuando la gran entidad se dio la vuelta vio a una especie de ser con forma humanoide, una extraña armadura cubría todo su cuerpo, está hecho de un material entre rocoso y metálico. Era el conocido Völxtr’ïn, una criatura creada a la vez que Galax, no era la primera vez que se lo encontraba, hace muchos años ya había luchado, pero el final no fue bueno. Völxtr’ïn quería destruir lo que Galax más quería, el universo y su humanidad. La malvada criatura dio un puñetazo a la entidad dejándola en mal estado, fue un golpe tan fuerte que impulsó a Galax dejándole dentro de la atmósfera de la tierra.   Después de mucho tiempo inconsciente despertó.  – ¿Dónde estoy?, ¿cómo estoy hablando? Será por esta atmósfera-  Observó a su alrededor y recordó a ese tal Ignacio que había visto antes.  – Tengo que encontrarle, quizás pueda ayudarme contra Völxtr’ïn-  Rápidamente Galax cerró sus ojos y localizó al duque de la trinidad. Cuando le encontró, Ignacio se encontraba masacrando gente.  – Parece que es lo único que sabe hacer- dijo Galax  – ¿Quién eres? – preguntó Ignacio entre risas  – Soy Galax, un ser capaz de manipular el universo a su antojo, y necesito tu ayuda-.  – De acuerdo- respondió Ignacio,  – ¿En serio? Si no te he dicho para qué quiero tu ayuda…-,  -Me da igual, quiero ayudar- dijo de forma irónica.  – Vas a tener que batallar por el universo- dijo Galax  -Eso me encanta.  Después de contarle eso se encaminó a por él tal PokerCop. Cuando llegó a ese lugar tan precioso que había observado antes rápidamente vio a ese caballeroso policía ayudando. Después de contarle lo mismo que al payaso Poker Cop acepto. Con todos reunidos hizo una enorme supernova sobre sus cabezas; fueron absorbidos por ellos. En un pestañeo había viajado de la tierra a un asteroide; este tenía una ligera atmósfera que hacía que esos humanos pudiesen respirar allí sin problema. Vieron ese gran planeta y delante suya había una sombra, era Völxtr’ïn, la última batalla que tuvo fue en ese lugar. Velozmente la criatura se abalanzó sobre los salvadores, todo fue una batalla tan violenta y majestuosa a la vez que no se puede explicar. Pero de tanto pelear y de no salir victorioso Völxtr’ïn estiró su brazo, del que salió un enorme filo hecho de una extraña energía.  – Humanos, la batalla no ha hecho más que empezar – dijo entre gruñidos.  Batallaron y pelearon con su vida durante horas. Pero quizás Galax hizo un gran error, en un giro de los acontecimientos Ignacio no se resistió, ante tanta rabia agarró a PokerCop, le levantó, no podía resistirse, empezó a estirar de sus extremidades partiéndolo en dos mitades.  – ¡¡¡Noooooooo!!!!- exclamó ahogándose en la miseria mientras era rebanado.  Galax estaba destrozado, Ignacio se había vuelto loco, se había cambiado de bando y ahora iba en el bando Völxtr’ïn. Galax perdió la esperanza en la galaxia pero siguió batallando.  Entonces una luz empezó a salir del cuerpo de la entidad, era un destello similar al mismísimo big bang, durante esos momentos todos los presentes en esa batalla dejaron de pelear, un aura les rodeó y empezó a descomponer su materia. Esa extraña materia se recompuso formando así a un solo ser, era semejante a Galax pero no era el mismo de antes, la energía de esos seres se había convertido en un solo ser. Comenzó a levitar y a observar la destrucción que había causado esa batalla. No tardé mucho en dejar el terreno de guerra en el que acababa de estar. Desde ese momento ese ser solo se dedicó a escrutar lo bueno y lo malo de la tierra, a observar cada suceso que le ocurría a esa humanidad, y a ver cómo ese mundo dejaba de ser pura destrucción y empezase a ser paz. Rubén Reina. 2º ESO

La calle del León

La calle del León fue fundada en el siglo XVII y se ubica en el Madrid de los Austrias, dentro del barrio de las Letras. Esta se encuentra en el distrito Centro de la capital y queda delimitada hacia el oeste por la calle de la Cruz y la calle de Jacinto Benavente. Empieza en la calle del Prado y desemboca en la calle de Atocha.  En los planos hechos por el cartógrafo Pedro Teixeira Albernaz en el año 1656, se conocía a esta calle como la del Mentidero o la calle del León. Actualmente se desconoce el porqué de este último nombre, que realmente es el que se ha conservado. Se dijo y se aceptó popularmente que provino de un extranjero de Oriente Medio que trajo consigo un león, y para poder verlo los vecinos pagaban dos maravedís, antigua moneda de España. Testimonio de esta leyenda ha quedado un azulejo a modo de placa en la que se ve al famoso león. En el siglo de Oro, época en la que floreció el arte y las letras españolas, esta calle era un mentidero donde los madrileños de entonces se reunían para compartir habladurías. Además, estaba cerca de l os corrales de comedia. Fue un lugar donde se desarrolló la dramaturgia española y abundaba la presencia de famosos escritores como Miguel de Cervantes, Quevedo, Góngora y Lope de Vega, lo que fomentó la creación de populares tertulias literarias y también era un lugar de encuentro para artistas y actores. Importantes fueron otras tertulias que en ella se desarrollaron, como las tertulias científicas, en las que se contaba con la presencia de Santiago Ramón y Cajal que se desarrollaban en el Café del Prado. En esta calle en 1866 nació el dramaturgo Jacinto Benavente, Nobel de Literatura, hay una placa en este lugar que recuerda este hecho. En el número 8 de la calle  vivió Miguel de Cervantes. En esta calle también se encuentra la Casa del Nuevo Rezado, sede de la Real Academia de la Historia y ubicado en un área delimitada por la calle del León, la calle de Santa María y la Calle Huertas. Juan de Villanueva, arquitecto español neoclásico tenía como proyecto este edificio a finales del siglo XVII y su finalidad era aposentar los libros de rezos de los monjes jerónimos provenientes del Monasterio de El escorial, complejo que contiene un Palacio Real, una basílica, un panteón, una biblioteca, un colegio y un monasterio y fue construido en el siglo XVI entre 1563 y 1584. También llamada Real Academia de la Historia. A parte de ser un ejemplo de calle con cultural literaria, artística y científica también es una calle en la que disfrutar de nuestra cultura gastronómica  y como ejemplo en el número 2 de la misma se encuentra la Casa González fundada en 1931 donde se pueden degustar y comprar productos de la tierra. En definitiva, esta es una calle céntrica de Madrid con mucha historia, con edificios importantes, en la que vivieron y pasaron su tiempo muchas personalidades relevantes de las letras españolas y de otras materias. Una calle con mucha vida. Pablo Álvarez – 3º ESO

3/9/1997

Los primeros rayos de sol empiezan a hacerse paso entre la oscuridad que, tan solo unos minutos antes de comenzar a escribir esto, cubría completamente el pueblo. Las vistas desde el lugar que hemos adoptado como nuestro son las mejores de toda la comarca y las sensaciones que me provocan este amanecer son las mismas que sentí aquella madrugada de junio cuando me trajiste aquí por primera vez. Dentro de apenas tres horas estaré en el tren de vuelta a casa y tengo la certeza de que pasará mucho tiempo antes de que volvamos a vernos, por eso no podía irme sin decirte esto. He entendido lo mucho que echaré de menos estas montañas. Extrañaré los paseos cada mañana por los paisajes más verdes que he visto nunca, el aire fresco que se respira aquí, el tacto del agua gélida que baña este pueblo tan similar a cualquiera de un cuento de hadas y las historias que se cuentan en las noches de lluvia que a veces hacen dudar sobre la fina línea que separa la realidad y la leyenda.  Echaré en falta las excursiones a Santander para recorrer sus antiguas calles en las que tantos recuerdos felices he creado y lo bonita que se ve esta ciudad al caer la noche. Añoraré las noches estrelladas en las que nos preguntábamos si tal vez, en un lugar remoto habría otros jóvenes como nosotros contemplando la inmensidad del universo. Me faltará este silencio que puede encontrarse tan fácilmente y que me permite pensar con mucha más claridad cuando esté de nuevo en la capital; pero en su lugar tendré los atardeceres en el Palacio Real, recorrer la parte antigua de la ciudad tratando de imaginarme cómo era trescientos años atrás y las montañas que rodean esta ciudad, que aunque incomparables a los valles sobre los que hablo también son un lugar maravilloso.  Cada rincón de Madrid desprende un encanto que no es equiparable al de cualquier otra ciudad, y siempre será mi lugar, mi hogar; pero el encanto de Madrid no me consuela en absoluto cuando lo que más me faltará al llegar a casa serás tú.  Lo supe la primera vez que te vi meses atrás cuando las hogueras iluminaban la playa para recibir el verano la noche de San Juan. Había música que ya se podía escuchar  cientos de años atrás  y todo el pueblo estaba reunido en la playa para festejar el inicio del verano.  No creo en el amor a primera vista, pero desde esa noche supe que estábamos destinados a querernos al igual que lo hicieron tantísimas personas en este pueblo desde tiempos inmemorables, y así fue. Me has enseñado lo que realmente es el amor puro y verdadero, sin mentiras, sin rencores, sin dolor; y el precio que he de pagar por ello, por sentirlo, es saber que nos separan cientos de kilómetros. Sé que esto es innecesario, que ya sabes todo lo que acabas de leer. Que tampoco hace falta que te diga que pasarán meses y meses antes de que yo sea capaz de olvidar todo esto, de olvidarte a ti y seguir con mi vida en Madrid.  Sabes que cada vez que mencionen este lugar sentiré un nudo en la garganta y que volverán a mi cabeza todos los recuerdos de este verano, que por mucho que la distancia haga que parezca imposible, siempre seremos nosotros. Por mucho que lo parezca esto no es una despedida, tengo la certeza de que volveremos a vernos y que tendremos la oportunidad de estar juntos pero esta vez de verdad, sin una fecha que marque el final, y que no tendré que conformarme con el recuerdo de los días calurosos de agosto junto a ti porque viviremos mil cosas más. CANDELA PIÑANA GARCÍA-UCEDA – 2º BACHILLERATO  

Diario histórico: Leonardo da Vinci

 5 de agosto de 1473  ¡Bello! ¡Bello! El dulce aroma de la tinta llegó hasta mi rostro, no me lo podía creer, tras un largo trabajo y esfuerzo por fin lo había terminado. Mi primer dibujo a tinta y pluma, las lágrimas se me sobresaltaron, ¡bravísimo! me sentía cansado y exhausto pero pese a eso agarré mi obra y fuí a presumir de ella por todo el pueblo como si de oro se tratara. acaricié lentamente el lecho del valle con la mirada mientras bajaba por una tortuosa espiral de escaleras que conducía al pueblo.   11 de octubre de 1494 Hoy, como siempre, me he levantado con el dulce cantar de los pájaros cuando se me ha venido a la cabeza cómo sería volar como uno de ellos. ¿Qué sentirán al rozar las bellas nubes? 3 de enero 1495 Por fin, adorado diario, por fin he logrado mi hallazgo más deseado, un hallazgo que me hará tocar el esponjoso manto de las nubes y oír el agudo canto del aire pasar por mi cuerpo. Hoy, 3 de enero de 1495 yo, Leonardo da Vinci, he alcanzado mi sueño de poder surcar el mismísimo cielo. 20 de junio 1498 Escribo una vez más en este diario. El otro día caminando por el pueblo vi a un par de críos con un tirachinas intentando cazar a un pájaro y me pregunté cuánta potencia se requería para derribarlo. Tras varios minutos más de caminata me hice otra pregunta, ¿cuánta potencia se necesitará para derribar un elefante? Pensando en aquello, se me estremeció el corazón imaginando el sufrimiento de aquel animal, pero a la vez una reluciente chispa me iluminó la sesera. ¡Lo tengo! Me emocioné tanto que el sonido rebotó por todo el pueblo.  11 de octubre 1499  Llevo sin dormir varios días, siento que me voy a desplomar y aquella idea que se me ocurrió en el pueblo es la culpable. Por fin lo he terminado; he conseguido tal hazaña que hasta yo lo considero un avance que revolucionará la cacería y la guerra.    13 de octubre 1499 ¡Qué feliz soy! Casi noto que podría recorrer el mundo entero de una sola zancada, hoy bajé al taller y empecé a trabajar. Mientras construía, notaba como el fino y delicado serrín se me metía en las uñas como si buscasen un cobijo en el que refugiarse. 6 de octubre de 1502 Hoy, paseando por Florencia, me he encontrado a una bella mujer cuyo nombre es Lisa Gherardini, tiene 24 años y está casada con el comerciante Francesco del Giocondo. Nada más verla me asombró el aura de belleza que desprendía, así que me di media vuelta y corrí hacia ella lo más rápido posible y le pregunté si podría convertirse en mi modelo. Me confesó que acababa de perder un hijo pero me dijo que tras recuperarse me mandaría una carta, pues le hacía ilusión y de pequeña soñaba con ser la musa de algún artista.  3 de marzo 1503 ¡Qué ilusión! me ha llegado la esperada carta de aquella mujer que conocí en Florencia. Al leer el mensaje grité de alegría con los ojos llenos de lágrimas, había aceptado mi propuesta.    6 de mayo 1503 Por fin he empezado a pintar el cuadro de la hermosa mujer Lisa Gherardini. Cuando he empezado a pintar, como es habitual, el frescor de la tinta me ha abierto los poros de la cara y apenas podía sostener el pincel. Poco a poco me iba soltando y mis manos arrastraban el pincel por el lienzo como si estuviesen componiendo una partitura mientras mis ojos observaban como si se tratase de una ambrosía la cara de aquella joven. 5 de agosto 1506 Por fin he terminado el precioso y hermoso cuadro. Estoy tan emocionado que a la vez que escribo me quedo exhausto de las ganas que tengo de expresar lo que siento en este momento. En honor a la bella mujer que me ha concedido esta obra llamaré a mi pintura ‘La bella Lisa’, ‘la preciosa Lisa’ o mejor dicho ‘La mona Lisa’. Pablo Álvarez Blanco. 3º ESO

Calle de la Amargura

Para muchas personas, hoy todas las calles son de la amargura. En las ciudades es posible encontrar personas que duermen en la calle. Son gente que no dispone de un lugar acogedor donde vivir y en el que pasar la noche. Cuando se encuentran con estas personas, normalmente pasan de largo, unas veces pensando que no pueden hacer nada para remediar su situación, otras veces sin pensar en nada, con una serena indiferencia. Es un asunto que no les concierne. La calle de la Amargura no es solo una expresión o un dicho gracioso, sino que tiene una historia de Madrid detrás de ella. Aunque hay muchas calles en España con esos nombres, la “original” se sitúa en el centro de la capital del país. La Plaza  Mayor de Madrid, una fantástica explanada llena de la historia de la calle de la Amargura. Nueve arcos que desembocan otras calles, una de ellas el 7 de julio. Una breve callejuela de no más de treinta y cinco metros. Esta discreta calle, hasta mediados del siglo XIX se llamaba calle de la Amargura. ¿Por qué? A continuación las siguientes teorías es el origen de la calle que son muy curiosas de conocer y explorar en ellas y saber su pasado. La primera hace referencia a la Plaza Mayor, ya que antes era ocupada por una laguna y por toda la zona crecían hierbas de sabor amargo. La segunda hace referencia histórica; el momento que Alfonso XI y sus soldados marcharon a Algeciras para luchar contra los árabes. Parece que esta calle fue el combate donde los guerreros se despidieron de sus mujeres e hijos. Ante la desoladora imagen el Arzobispo de Toledo apuntó: ‘Esta es la calle de la amargura’ La última teoría apuntaba de que en esta estrecha callejuela pasaban los prisioneros condenados a muerte en la Plaza de Villa hasta la Plaza Mayor, en su trayecto hacia la cárcel, unos últimos pasos de vida da a una amarga vida.  Pero la principal en la que la gente cree es la segunda, la más lógica, pero es por eso que las leyendas cuentan que así nació la calle de la Amargura. Esta frase ha trascendido su imagen histórica para convertirse en una expresión usada  para describir una ‘situación angustiosa prolongada’. Anteriormente, la calle 7 de julio es reemplazada por la calle de la Amargura, que se sitúa en el mismo sitio en la que se originó. En Jerusalén hay una que tiene un nombre equivalente: la vía o calle dolorosa, por la que según la tradición el Señor Jesús pasó con su cruz a cuestas del Calvario (cuyo lugar se encuentra en la Basílica del santo sepulcro). También está calle trae malos recuerdos que, sólo en la fe en la resurrección, pueden considerarse cargados de esperanza. Hoy en día está llamada actualmente está situada en el mismo lugar que la antigua, siete de julio. “Me traes por la calle de la amargura’’ un dicho gracioso que mucha gente dice sin saber su significado o su por qué.  Ainara Souto Ospina – 3º ESO