Dinero, poderoso caballero

Estados Unidos, otrora, por definición, la tierra de la libertad y las oportunidades. Algo que, hasta hace poco, era relativamente común de escuchar. A día de hoy, año 2025, esa afirmación es más bien un fósil, más propio de tiempos pretéritos. Como de costumbre, la política refleja a la sociedad y viceversa. Es característico de Estados Unidos el tener 2 partidos políticos en alternancia del poder. Por un lado, existen los demócratas (escorados hacia la izquierda, progresistas) encarnando a la perfección la cultura de la cero tolerancia. Esta, en cierta medida, no es sino muy beneficiosa, pero llevada al extremo, se convierte en coartar las libertades fundamentales, entre ellas la de expresión. Por la otra parte, los republicanos (inclinados a la diestra, neoliberales y/o conservadores) son el opuesto a los anteriores. En pos de la libertad (entre ellas la de expresión), todo vale, no existe límite alguno, deferencia cualquiera. En medio de toda la tormenta política, ideológica, cultural que Estados Unidos sufre, un nombre resuena: Jimmy Kimmel. Kimmel es el presentador del show Jimmy Kimmel Live! desde hace 22 años. Lleva toda su vida siendo actor, comediante, presentador… una figura más que acostumbrada a estar expuesto a la luz de los focos. Pero en esta ocasión, el foco que se propuso iluminarle no fue otro que el de la política. Y es que Jimmy, en su show (el mismo que lleva presentando más de 2 décadas) hizo una serie de comentarios acerca del asesinado Charlie Kirk que resultaron sumamente desafortunados. Y es aquí donde reside el punto a tratar. Aquellos que loaban la libertad de expresión de forma incluso exagerada (los republicanos) han sido los mismos que, furibundos, han entrado en tromba a por Jimmy Kimmel por lo que este dijo acerca de la muerte de Kirk. Como poco, irónico. Hipocresía, curiosa palabra, y aplicable en estas circunstancias a ambas partes: A unos por contrariar lo que pregonaban, olvidando todo respeto, si eso puede traducirse en rédito de diversa índole. A otros, por hacer lo propio, acostumbrados a carecer de toda cortesía pero ofenderse a la mínima ante la ausencia de la misma. Todo habría quedado en agua de borrajas si no hubiese sido porque Kimmel fue retirado de su propio programa, por la dirección de Disney, propietaria de la cadena ABC (Cadena que emite el programa de Kimmel). A día de hoy todo está ya subsanado, pero no hay que olvidar que Kimmel ha escapado de garra de la censura, solo porque a Disney le salió carísimo el retirarle del programa. Y es que muchos estadounidenses se tomaron realmente mal la censura ejercida por la cadena ABC y por la administración Trump. Así, comenzaron a llover las cancelaciones de suscripciones, ocasionando a Disney pérdidas millonarias. Unos dólares han sido capaces de traspasar la política y la censura, y devolver a Kimmel al programa. En conclusión, y lo único que sacamos en claro de todo esto, es que hoy por hoy lo único garante de nuestras libertades es aquello que llevamos en la cartera: el dinero. Dinero, poderoso caballero, decía Quevedo. Cuanta razón. Mario Maldonado Jaramillo- 1ºBachillerato
¿Los influencers son buenos modelos a seguir?

En la actualidad, los influencers ocupan un lugar importante en la vida de muchas personas, pero sobre todo en la de los jóvenes. A través de las redes sociales, estas personas transmiten valores, recomendaciones y aspiraciones. Sin embargo, muchos jóvenes se preguntan; ¿hasta qué punto son personas dignas de admiración? Desde mi punto de vista, aunque algunos influencers puedan ejercer una influencia positiva, muchos de ellos no son buenos ejemplos a seguir para las nuevas generaciones. Es importante pensar bien en cómo afectan los influencers a la forma en la que los jóvenes se ven a sí mismos, se comportan o como se sienten. Algunos de ellos solo muestran vidas que se enfocan en solo comprar cosas, ser siempre perfectos, y sobre todo en destacar a toda costa. Esto lleva a que algunos jóvenes piensen que solo eso es importante en sus vidas, cuando en realidad hay muchos otros valores más importantes. Es verdad que en las últimas décadas, gracias a las redes sociales, mucha gente puede decir lo que piensa y dar su opinión. Eso está bien, pero también puede hacer que olvidemos las cosas que de verdad importan. Muchas veces la opinión sincera de los demás en los comentarios de un vídeo, pueden ayudar a ese creador de contenido a mejorar. No obstante, lo que sucede de verdad en la mayoría de casos es que las faltas de respeto superan a los cumplidos que pocas veces aparecen en un video. Por otro lado, algunos modelos de internet usan su fama para hablar de salud mental, que todos seamos diferentes y nos respetemos, o que enseñen a ayudar a los demás, lo cual puede promover actitudes responsables. Estos influencers, sí que pueden ser imitados, ya que nos animan a ser buenas personas y a preocuparnos por los demás. No obstante, no se puede generalizar. La verdad es que muchos otros influencers prefieren mostrar una vida idealizada, llena de lujo y mostrando una sola apariencia, lo que en muchos casos genera rabia, envidia, comparación e incluso en ciertos casos violencia emocional. ¿De verdad esto es lo que queremos que los jóvenes tomen como ejemplo? Sinceramente, creo que eso no es cierto. En conclusión, aunque haya influencers que aporten valores educativos y sociales, todos los jóvenes debemos de reflexionar sobre qué tipos de personas merecen realmente ser elegidas como buen ejemplo a seguir y qué valores debemos obtener para convertirnos en una mejor generación. Porque, si no lo hacemos, corremos el riesgo de aceptar sin filtro modelos superficiales. Carla Huerta Ovejero – 4º ESO
Cultivemos la paz en todo el mundo

Rodrigo Segovia Díaz de 4º ESO
100 Días de Trump. ¿La demolición del sistema humanitario mundial

Donald Trump gobierna el país más rico del mundo, Estados Unidos, y desde el pasado mes de noviembre, afronta su segundo mandato. Su llegada había generado muchas expectativas: Sus partidarios esperaban y esperan que sirva para mejorar la economía americana y, algunos, incluso la mundial. Sus adversarios, por el contrario, temían un fuerte deterioro en la economía, pero sobre todo en las relaciones entre los diferentes países y en la solidaridad dentro y fuera de los Estados Unidos. Efectivamente, las medidas que más extrañan al mundo son los aranceles económicos que están a punto de provocar una guerra comercial, porque Estados Unidos que es la primera potencia económica y el primer consumidor mundial, ha decidido que todos los vendedores extranjeros que quieran vender su producto en EE.UU tendrán que pagar una serie de impuestos (los aranceles) altísimos por lo que les va a costar mucho más caro. Pero hoy no vengo a hablar sobre los aranceles, sino de un tema que es igualmente preocupante y que no se está siendo atendido tanto como debería. Donald Trump y su gabinete quieren reducir el gasto público, tanto en el interior como en el exterior, especialmente en aquellas áreas que ellos no consideran importantes: Dentro de Estados Unidos, con el lema “Make America Great Again”, ha creado el “DOGE” (Departamento de Eficiencia Gubernamental) cuya función se resume con una frase del presidente Trump: «Desmantelar la burocracia gubernamental, recortar el exceso de regulaciones, reducir los gastos superfluos y reestructurar las agencias gubernamentales». Esto ha afectado sobre todo a la sanidad, la cultura y la educación pública. Esta agencia está liderada por Elon Musk (el dueño de la compañía de automóviles Tesla, SpaceX, X etc.). Así, se han reducido o eliminado numerosos departamentos y se calcula que alrededor de 25.000 funcionarios públicos han sido despedidos. Fuera de los Estados Unidos, el Secretario de Estado Marco Rubio (lo que vendría a ser nuestro Ministro de Asuntos Exteriores), el pasado mes de febrero, anunció la eliminación de 5.800 programas de ayuda humanitaria y al desarrollo de USAID (Agencia de Desarrollo de Estados Unidos) y del propio Departamento de Estado, lo que supondría nada más y nada menos que el 92% de su presupuesto. Estos recortes van a tener un impacto brutal en las organizaciones humanitarias y en las vidas de millones de personas en todo el mundo. El sistema político y humanitario internacional después de la Segunda Guerra Mundial, se basaba en la cooperación entre los países dentro de las Naciones Unidas, y Estados Unidos era el principal sostén de ese sistema, era el país que más dinero aportaba a la economía mundial, a las Naciones Unidas y a sus agencias humanitarias, como Unicef, ACNUR (Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados), la OIM (Organización Internacional para las Migraciones) o las agencias de desarrollo (FAO, UNDP, y otras muchas siglas, en definitiva, al progreso de países en vías de desarrollo y a la protección de los Derechos Humanos. Digo aportaba porque, desde que Trump llegó al despacho oval por segunda vez, se ha recortado gran parte del dinero con el que EE.UU. contribuía antes de su mandato a todas estas organizaciones internacionales y también a otras tantas dentro de su país. ACNUR y UNICEF, por ejemplo, han visto recortado su presupuesto global en un 40% y van a tener que eliminar muchos de sus programas y despedir a miles de sus trabajadores, lo o que va a imposibilitar gran parte de su trabajo en la asistencia a refugiados y a niños en todo el mundo, pero especialmente a aquellos que viven en los países más afectados por las guerras, los desastres naturales o la pobreza, como República Democrática de Congo, Sudán del Sur o Bangladesh, entre otros. Yo no sé mucho de economía y aún es pronto para saber cuál va a ser el alcance total de estas medidas, pero sí que sé cómo van a afectar estos recortes de presupuesto y de plantilla a todos estas organizaciones y sobre todo a los refugiados y a los niños urgentemente necesitados por su situación, ya sea porque su país esté en guerra o por que sean perseguidos o porque simplemente busquen una vida mejor, ya que todo el mundo se merece una vida mejor. José Ortiz Puentes – 2º ESO
Eurovisión: ¿Talento musical o juego de poder?

Recientemente se ha celebrado el festival de Eurovisión y han sido muchos de los fans que han protestado por el supuesto «robo» de este año con la actuación de la querida y también odiada Melody. Pero esta no es la primera vez que quedamos en una posición similar, canciones que son las primeras en las apuestas, quedan últimas. Y luego un país en mitad de una guerra recibe la mayor puntuación del público, desde luego por su buena fama no se los llevarían. Mi pregunta es, ¿realmente cuál es el objetivo de eventos de este tipo? ¿Es un concurso donde se valora el talento musical o la cantidad de poder y contactos que tengas? No debe sorprendernos que la única vez de los últimos años que hemos quedado en una buena posición, haya sido con una canción un tanto comercial que interpretaba una chica mona. ¿Ha sido la mejor canción que hemos llevado en las últimas décadas o simplemente la que mejor vende? Deberíamos pensar si tanto espectáculo vale la pena para camuflar realmente las verdaderas intenciones de eventos como este. Si quieres lavar tu imagen como país, mejor date una ducha antes de formar todo un circo para arreglar tus intereses políticos. Porque si no, lo único que estamos consiguiendo es menospreciar el verdadero talento, premiando el dinero camuflado de espectáculo. Sofía Soler Pindado – 1º Bachillerato
Cuando el perfeccionismo se convierte en enemigo

Cuando alguien dice que habla 5 idiomas, saca matrículas de honor o hace 3 deportes, tendemos a pensar que esa persona es capaz de todo o, con otras palabras, que es “perfecta”. Las personas, especialmente los estudiantes, estamos cada vez más acostumbrados a ponernos objetivos muy ambiciosos y a establecer expectativas demasiado altas de nosotros mismos, llevando la autocrítica a un nivel excesivo y perjudicial para nuestra salud mental. Pese a ello, la sociedad actual nos presiona constantemente a buscar la excelencia en todo lo que hacemos. Se está normalizando y se exige cada vez más que los alumnos alcancen estándares más altos que nunca, comúnmente conocidos como “perfección”. Pero la realidad es que un comportamiento excesivamente perfeccionista conlleva muchos más problemas que ventajas. Exigir resultados académicos “perfectos” a una persona suele desencadenar un estado de frustración constante y un empeño desmesurado por alcanzar las expectativas establecidas, con el objetivo de lograr la aprobación del entorno que le rodea. En 2022, los expertos de la Universidad de Ottawa realizaron una investigación en la que relacionaron la autoexigencia excesiva con la ansiedad y la depresión, examinando el rendimiento académico de 604 adolescentes de entre 12 y 18 años. Según los resultados, los jóvenes muy perfeccionistas tenían mejores resultados académicos, pero peores situaciones emocionales. Sin embargo, aunque este estudio evidencia este problema, el perfeccionismo se está generalizando como un rasgo imprescindible en nuestra personalidad. A día de hoy, una vida sencilla y realista se suele interpretar como una señal de insuficiencia, hasta llegar a la subestimación del valor personal. Como consecuencia de estos ideales, alumnos brillantes sobrepasan sus límites y se encuentran atrapados en un bucle de resultados excelentes y autoexigencia que les lleva a situaciones de baja autoestima y sentimientos de inferioridad, de culpa y de fracaso. Como sociedad, debemos conseguir reducir esta presión y transformarla en una manera de mejorar sin sufrir por las expectativas y aprendiendo a tolerar errores. Es simplemente cuestión de cambiar la autoexigencia por la aceptación y el autocuidado, y de darnos cuenta de que no alcanzar la perfección no es un fracaso Alegría Lobo Estrella – 3ºESO
La política y sus memes

El otro día, estaba en clase y escuché a dos de mis compañeros hablando de política. Estos temas no me suelen interesar, pero escuché que estaban discutiendo sobre los memes. Yo me quedé desconcertado y, al meterme en la conversación me explicaron que ahora los partidos políticos, como el PP o el PSOE, utilizan sus redes sociales para burlarse del contrario mediante memes y bromas. No me lo creí y fui a mirarlo… ¡Era verdad! Hasta qué punto hemos llegado, que lo que al principio era criticado y tachado por los medios, ahora es la mejor forma de llegar al público joven. Lo fascinante del asunto es que no hay ningún tipo de filtro, como con el “Perro Sánchez”. No voy a entrar en si es un buen mote o no, pero lo de consultar directamente al enemigo no lo había visto en la vida. Cuando tú ves un debate político, ves a ambos candidatos bien vestidos, con un vocabulario formal, piensas cosas como que son personas responsables y en las que te puedes fiar. Luego ves sus redes sociales llenas de bromas y memes infantiles, atacándose unos a otros para ver quién es más guay y más moderno y se te quitan las ganas de votar, la verdad.Aunque eso sí, critico los métodos, no los resultados, ya que esos vídeos tienen mucho más alcance que cualquier otro. En esta sociedad enfrentada y distraída con tonterías creo que si alguien debería dar ejemplo son los políticos. Una broma está bien, dos también. pero deberían dejarse de tanta tontería y centrarse en gobernar bien. Y si de verdad quieren el voto de los jóvenes, que lo reflejen en sus proyectos electorales en lugar de estar atacándose unos a otros en redes como niños pequeños. Alejandro Rodríguez Carroza – 1ºBachillerato
Si murieras ahora mismo…

Si murieras ahora mismo, ¿qué habrías conseguido a lo largo de tu vida? ¿Cuáles habrían sido tus últimas palabras? ¿Cuál ha sido la razón de tu última discusión? ¿Quién se llevó tu último abrazo? ¿A quién le tienes rencor? ¿Cuál fue tu última risa? Y la pregunta más importante: ¿te arrepientes de algo? No sé si mi existencia ha sido importante, tampoco sé si alguien me echaría en falta. ¿He sido un salvavidas para alguien? ¿He dado lo suficiente? ¿He hecho algo por lo que se me pueda recordar? ¿He conseguido lo que quería? ¿He terminado todo lo que me quedaba por hacer? ¿He cumplido todas mis promesas? ¿He superado mis miedos? ¿He podido ser el tipo de persona que quería? ¿He vivido para mí o para otros? ¿He disfrutado todo lo que quería? ¿He sido perfecta en algún aspecto? ¿He llevado algún secreto a la tumba? ¿He amado todo lo que podía? ¿Me ha faltado tiempo? Algún día podré responder estas preguntas. En un futuro cercano o lejano, pero lo haré. Lo siento por todas las veces que he podido fallar o molestar a alguien. Lo siento si no he conseguido lo que querías. Lo siento si he tenido miedo. Lo siento si no he terminado de escribir ese relato. Lo siento si no he ganado ese torneo. Lo siento si no he llegado a tiempo. Lo siento por haberte gritado. Lo siento por haberte abrazado cuando no querías. Lo siento si dije alguna tontería. Lo siento si me enfadé sin razón. Lo siento si rompí algo que te importaba. Lo siento por no haberte podido contar todo lo que anhelaba. Lo siento por mentirte. Lo siento por todas las veces que lloraste por mi culpa. Lo siento por todas las veces que intenté ayudarte y… no lo conseguí. Sé que no puedes perdonar tantas cosas de repente, pero espero que lo hagas poco a poco. Por todos los sueños que tengo, por todas las pesadillas que no conté, diré un secreto: No soy invencible. Tengo miedos y preocupaciones. No soy todo sonrisas ni amor. Tengo mis límites y mis metas. No soy perfecta, ni siquiera me acerco. Sí, sí tengo envidia. Sí, sí tengo ansiedad. No, no soy tus prejuicios. No, no tengo tanta paciencia. Sí, sí soy perfeccionista. Sí, sí tengo secretos. No, no tengo risas infinitas. No, no tengo tiempo para todo. Si muriera ahora mismo, gritaría, sin miedo ni preocupación, “te quiero”; estaría dirigido a ti, a la persona que escribe esto. A veces, tienes demasiadas ganas de que alguien te comprenda, te preste atención, te quiera y cuide. Es normal. En algún momento entenderás que solo tú puedes decirte algo y te lo creas. No tengas miedo de tí, ni del futuro. Recuerda que un examen no te dice quien eres ni quien serás. Recuerda que la única persona que estará contigo, en las buenas y en las malas, serás tú. Recuerda que guardar un secreto demuestra cómo eres. Recuerda que una caída, dentro de un tiempo, puede ser un éxito. Recuerda que no eres la persona que los demás dicen, sino la que has estado preparando para algo más grande. Si muriera ahora mismo, tendría un miedo grande y aplastante. Tengo miedo a la muerte. ¿Y qué pasa? 1º ESO
Viñeta #2. ¿Nuevos tiempos?

Cristina Romero – 4º ESO
Cuando los muertos son un arma

El 1 de marzo del año 2020 llegaba a España, procedente de China, el hoy bien conocido Covid-19. Se iniciaba entonces en nuestro país una pandemia que finalizaría el 5 de julio de 2023. Fueron más de 3 años, más de 120.000 muertos. 4 años después del inicio, el 13 de noviembre del pasado año, se estrenaba desde RTVE el documental 7291. Dicho número hace referencia a los muertos durante la pandemia en las residencias de mayores en la comunidad de Madrid, debido a los llamados protocolos de la vergüenza. Los antes citados protocolos son referidos a que, durante el transcurso de la pandemia, la Comunidad de Madrid complicó la derivación de ancianos desde las residencias a los hospitales. Analicemos ahora el porqué. El dónde está la necesidad de plagar este artículo de números, cifras y datos variados. Por qué. La respuesta radica en que, a día de hoy sigue sin conocerse el número exacto de fallecidos. De acuerdo con los datos proporcionados por el INE hubo 4.143 fallecidos. Si se le pregunta al ministerio de Asuntos Sociales, la cifra se eleva a algo más de 6.900. Ahora bien, el ya mencionado documental afirma que fueron 7.291 ancianos los que perecieron. No vamos a entrar a valorar quien tiene o no razón, si el gobierno central, diversas organizaciones o el gobierno de la comunidad de Madrid. El problema radica en que, la cifra 7.291, está sacada de un libro de Manuel Rico, periodista de Infolibre. El fallo está en que es ese mismo periódico, Infolibre, quien le ha dado publicidad al libro, quien ha popularizado el término protocolos de la vergüenza. Que todo el asunto haya desembocado en un documental de RTVE (televisión pública). Que lo ocurrido en la pandemia se haya convertido en la punta de lanza del PSOE-M y de Más Madrid para conseguir el gobierno de la capital de España. Todo vale con tal de obtener rédito político, con tal de alcanzar el ansiado sillón. Si de verdad se quisiera esclarecer el asunto, tanto el gobierno central como el regional habrían abierto sendas investigaciones, y, sin embargo, las que hubo en su día se archivaron no habiendo llegado a nada. Sea como fuere, nuestros «amados» políticos nos han demostrado una vez más que no están a la altura de las circunstancias. Decepción. Palabra más idónea para esta situación. Unos, por no saber más que protestar, y utilizar a nuestros mayores fallecidos como arma. Deplorable. Y otros, por negarlo todo, pero a día de hoy seguir sin esclarecer nada. Tengan un mínimo de respeto por los ancianos, por aquellos familiares de provecta edad que nos dejaron por el Covid. Respeto. Quizás deberíamos empezar por esto. Mario Maldonado Jaramillo – 4º ESO
