Peseta Street Journal

Cisjordania

Qué tienen que ver el refranero español (en concreto la frase Poco a poco se anda lejos), Cisjordania, Israel, y Hamdan Ballal, director premiado con un Oscar. Pongámonos pues, primero, en situación: Cisjordania, junto con la Franja de Gaza, es un territorio perteneciente al Estado de Palestina. Región delimitada por el río Jordán, el mar Muerto, y Línea Verde (la frontera con Israel). Es aquí, en esa frontera donde surge el conflicto, y es que Cisjordania está considerado (desde las Naciones Unidas) como ocupado  por Israel. Ahora bien, ¿qué tiene que ver esto con la frase «Poco a poco se anda lejos»? Pues está estrechamente relacionado con Israel.  El Estado judío ha ido anexionandose el territorio palestino. Colonos semitas compran tierras fronterizas, cerca de la frontera. Una vez consolidada la colonia, las fuerzas de Seguridad Israelíes, escudándose en la seguridad de sus ciudadanos, toman el control militar de la zona, mediante el envío e instalación de tropas. Es así como, poco a poco, el Estado Hebreo ha avanzado mucho en territorio cisjordano desde el establecimiento de la línea Verde (frontera). Y llegamos ahora nuestro último cabo suelto, Hamdan Ballal. Él, palestino de nacimiento, fue uno de los 3 co-directores del documental No Other Land, el cual les proporcionó a los 3  sendos premios Oscar.  Dicho documental molestó a sobremanera a Israel, pues retrata a la perfección lo que podríamos, sin miedo alguno, tildar de invasión descarada. En especial, por el hecho de que el control militar efectivo ejercido por el Estado Semita se basa en la seguridad de sus ciudadanos. En otras palabras, significa emplear a tus propios habitantes a modo de escudo humano, como motivo para «justificar» una invasión. Al más puro estilo nazi, (con ese método invadio Hitler los sudetes en Checoslovaquia). Como poco, irónico. Es verdad que el pueblo judio sufrió como el que más durante la Segunda Guerra Mundial. Es legítimo que todo pueblo quiera un territorio al que llamar país, al que denominar como Estado. También es cierto que un Estado, como es el Estado judío, tiene el derecho y el deber de defender a sus ciudadanos. Lo que en definitiva no es correcto es tomar un territorio perteneciente a otro país empleando la fuerza, no es ético expulsar a los palestinos de sus hogares, y mucho menos es ético, moral o humano arrestar (ilegalmente) a cierto director de cine, torturarlo, darle un trato vejatorio, todo porque dicho director era un palestino que dirigió el documental que tanto disgusta a Israel.  Oriente Proximo es ya de por sí solo un avispero, una bomba a punto de estallar. Resulta pues innecesario que un país agite dicho avispero. Israel quiere paz, está bien, pero quizás los hebreos deberían empezar por tratar con el mismo respeto y derechos a todos los pueblos de su entorno. Solo en una base de respeto mutuo puede cimentarse un paz sólida y duradera. En resumen quid pro quo. Lo mismo para todos. Mario Maldonado Jaramillo – 4º ESO

El templo de Abu Simbel, cuando los hombres superan a sus dioses.

Desde hace más de 3000 años y solo dos veces al año, el 21 de febrero, día del nacimiento de Ramses II, y el 21 de octubre, día de su coronación, el sol entra en el hueco de una montaña e ilumina un pasillo de más de cincuenta metros de profundidad para iluminar tres estatuas, dedicadas al faraón Ramsés II y a los dioses Amon y Ra. A su lado, una cuarta estatua permanece eternamente en penumbra: Es el dios Ptah, el dios de la oscuridad de los antiguos egipcios. Egipto tiene muchos monumentos impresionantes, como el Templo de Karnak con uno de sus patios con 134 columnas grabadas con coloridos jeroglíficos, el Valle de los Reyes con sus maravillosas tumbas excavadas en la roca, antaño repletas de dorados tesoros, o una de las principales atracciones, las grandiosas y archiconocidas pirámides de Giza. Sin embargo, hay otro lugar especialmente impresionante que atrae a cientos de turistas diariamente: Abu Simbel. Llegar a hasta Abu Simbel es un acontecimiento en sí mismo, el traslado hasta allí dura casi cuatro horas de autobús (desde Aswan) y hay que levantarse de madrugada para llegar en las primeras horas de luz del día y no permanecer allí en las horas de más calor (que está en el desierto). Abu Simbel está situado en la parte más alejada de Egipto, casi en la frontera con Sudán, en el antiguo reino Nubio, un territorio fundamental para el antiguo Egipto, pues de allí salieron los faraones de la XXV Dinastía, que reunificaron el Alto y el Bajo Egipto. Un territorio que se extendía además hacia Sudán, donde de hecho hay más pirámides (tumbas) que en el propio Egipto actual. Pero volvamos a Abu Simbel y al templo allí construido por el faraón Ramsés II. El templo tardó en construirse unos veinte años y fue acabado casi en la mitad del reinado de Ramses, cuando llevaba ya 24 años en el trono, alrededor del año 1264 a.c.  Este templo está dedicado a la guerra, concretamente cuenta su victoria en la batalla de Kadesh contra el imperio Hitita, el principal rival de los egipcios en aquella época. Ramses II reinó durante nada más y nada menos que 66 años, murió con unos 90 y su reinado está considerado, sin duda alguna, el más grandioso de todos los faraones. El templo está construido en las orillas del río Nilo, excavado en la roca. Mide treinta y tres metros de altura y treinta y ocho de ancho, además de los cincuenta metros de profundidad a los que aludía al principio. Cuatro figuras colosales, de más de 20 metros de altura, guardan su entrada, y se aparecen ante nosotros como cuatro gigantes sentados tomando el sol. El templo en sí mismo resulta impresionante, tanto que parecería haber sido construido por los propios dioses, pero lo es aún más si lo vemos en su contexto histórico: en esa época, en el oeste de europa, aún vivíamos en la prehistoria y aún faltaban, por ejemplo, más de 1300 años para que los romanos construyesen el Coliseo. Por último, hay que recordar que la construcción de la presa alta de Aswan que tuvo como consecuencia la formación del lago Nasser, puso en peligro la supervivencia de muchos monumentos egipcios, el más importante, por supuesto, el templo de Abu Simbel, pero también muchos otros (¿Os suena el Templo de Debod, verdad?), y forzó al gobierno egipcio a abordar un nuevo prodigio de la ingeniería, el traslado, pieza por pieza, del templo unos cuantos metros hasta su actual ubicación donde yo he podido visitarlo y donde hoy puede admirarse y disfrutarse. Aunque, eso sí, los ingenieros modernos cometieron un pequeño error de cálculo y el magnífico evento solar que os contaba al principio, se retrasó un día, ocurriendo en la actualidad cada 22 de febrero y 22 de octubre. José Ortiz Puentes – 1º ESO

La calle del Espejo

La calle del Espejo fue fundada en el siglo XVII y se ubica en pleno casco histórico de la ciudad cerca de la Plaza Ópera, entre la calle de Santiago y la de la Independencia. Esta se encuentra en el distrito Centro de la capital y cerca de ella se encuentra la calle del Lazo y la del Conde de Lemos. Entre los siglos IX y XII esta calle era conocida como la calle de la Atalaya o calle del Espejo, que por esos tiempos se llamaba calle del “speculum” que deriva del latín. Actualmente se desconoce el porqué del primer nombre. Se dijo que se debería de haber quedado ese nombre, ya que por aquel entonces al lado de esta calle había una atalaya en la reconquista cristiana de Madrid y ningún espejo. Pero al final se quedó este nombre por una mala traducción entre “speculum” y ”specula”, en latín atalaya. Por este error tan insignificante ha quedado un azulejo a modo de placa en la que se ve el espejo. En su origen, por esta pequeña callejuela del antiguo barrio de Palacio corría la muralla del Madrid morisco. Cuentan que Ramiro II de León, primer conquistador cristiano conocido, abandonó esta plaza al no tener guarnición para defenderla o simplemente porque una vez saqueada, ya no merecía la pena conservarla. Más tarde, en 1810, esta calle sufrió una operación de limpieza y expansión urbanística que supuso el derribo de varios edificios. También experimentó el deseado capricho del rey Felón, que ilusionó a la población con hacer una plaza circular con un coliseo en la parte central, pero al final cambió de idea y se quedó todo a medias y tuvo que tirarse abajo. Al final se construyeron varias manzanas de casas entre la iglesia de Santiago y la calle del Espejo, con calles que formaban figuras simétricas que resultaron ser poco transitadas. Esta calle tuvo mucha influencia en la época de la Reconquista cristiana contra los musulmanes. Cuando los cristianos consiguieron conquistar la ciudad, Alfonso VII de Castilla inició las obras de esta gran muralla. A principios del siglo XIII la muralla aún no estaba concluida tal y como se reconoce. Diferentes documentos municipales hacen pensar que pudo finalizar en la segunda década del siglo XIII. Esta desempeñó una función defensiva tras la Reconquista. Finalmente, fue derribada en el siglo XVI con la designación de la ciudad como capital de España. En definitiva, esta es una calle céntrica de Madrid con mucha historia, con edificios importantes en la que vivieron y por los que pasaron muchas personalidades del Madrid morisco y de la Reconquista. Una calle con mucha vida.   Iván Hernández Casañas – 2º ESO

Reseña literaria: Sin noticias de Gurb, Eduardo Mendoza

Dos extraterrestres, una gran ciudad y una nave rota. Este breve libro narra la historia de Gurb, un alienígena perdido en la Barcelona anterior a los Juegos Olímpicos. Escrito por el novelista español Eduardo Mendoza, la historia se narra bajo los ojos de su compañero de misión, que se tendrá que adaptar a la vida de este diferente planeta. El autor tiene la capacidad de escribir de una manera muy cercana por lo que el libro se hace muy ameno pese a estar ambientado en una época que para mucha gente es ajena. Este libro se centra en las cosas que para una persona son naturales y cómo se ven a los ojos de extraños por lo que algo que para nosotros es normal y cotidiano para un alienígena puede ser algo tan extravagante como comer monedas. El objetivo del amigo de Gurb será encontrar a este y para ello recorrerá la ciudad de Barcelona descubriendo cómo es la vida aquí, en la Tierra. Mientras intenta encontrar a Gurb se encontrará a personas hostiles o se enamorará. También establecerá grandes amistades, aunque se quedará en la Tierra durante un breve periodo de tiempo. Este libro es recomendable para personas a las qué no les importe leer una obra relativamente antigua. El lenguaje usado por el autor es sencillo por lo qué la trama es amena y ágil de leer. Por otro lado, el autor no se centra solo en adultos sino qué también la gente joven puede leer esta novela. Este autor ha hecho multitud de libros y novelas por lo qué puedes leer más cómo El misterio de la cripta embrujada o Tres enigmas para la Organización. Asia Martín Haro – 2º ESO

El éxito de los trasplantes en España: ¿qué lo hace posible?

España sigue batiendo récords. Estas últimas tres décadas, nuestro país ha mantenido un liderazgo indiscutible a nivel mundial. En el año 2023 se registraron los niveles máximos hasta el momento en cuestión de trasplantes de órganos, superando en un 9% la cifra de procedimientos de años anteriores. El pasado 2024 se realizaron más de 6.000, entre los que destacan los trasplantes renales, con 4.047 intervenciones, seguidos de los hepáticos (1.344) y cardíacos (347). La tasa de intervenciones por millón de habitantes se situó en 132,8, el mayor número hasta la fecha, y la de donantes en 52,6 por millón de población, rebasando con creces el objetivo de 50 establecido por la Organización Nacional de Trasplantes (ONT). Sin embargo, cabe preguntarse: ¿dónde reside el éxito de trasplantes en España? El camino hacia estos logros comenzó en 1965 con el primer trasplante renal exitoso en el Hospital Clínic de Barcelona de mano de María Gil-Vernet y Antoni Caralps. Después de varios intentos fallidos, los equipos de ambos profesionales lograron injertar en una mujer de 35 años un riñón procedente de una persona fallecida en un accidente de tráfico. Años después, en mayo de 1984, Josep Oriol y Josep María Caralps realizaron el primer trasplante de corazón con éxito en el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, en Barcelona, permitiendo que el paciente sobreviviera 9 meses. No obstante, este hito histórico no habría sido posible sin la aportación clave del médico sudafricano Christian Barnard en diciembre de 1967. Logró trasplantar el primer corazón a un paciente de 53 años que padecía una insuficiencia cardiaca en estado terminal asociada a la diabetes. Esta intervención, hoy en día una actividad habitual, asombró al mundo, llegando a considerarse una verdadera “odisea” científica.  Esta terapéutica no solo fijó el camino para futuras intervenciones, sino que marcó un antes y un después en la percepción de la sociedad acerca de la donación de órganos. Antes de este primer trasplante, la opinión pública ponía entre las cuerdas la moralidad de estas cirugías. La principal controversia yacía en el hecho de que, mientras que los donantes vivos poseen intereses legítimos y deben ser respetados de manera rigurosa, el fallecido no los tiene, pero nosotros tenemos obligaciones de estima hacia ellos. Hoy en día, esta práctica es vista como un verdadero acto de solidaridad y generosidad capaz de transformar vidas.  El éxito del sistema español es explicado, en gran medida, por la adopción de un modelo que se encargó de sentar las bases de la donación de órganos y tejidos, conocido internacionalmente como el “Spanish Model”. Dicho sistema corresponde con el conjunto de medidas aplicadas en nuestro país para buscar un incremento de la demanda de órganos, una mejora de la supervivencia y calidad de vida y una cifra cada vez superior de pacientes que se benefician de los trasplantes. Está siendo aplicado en diversos países con resultados favorables, similares a los obtenidos en España, lo que nos proporciona la idea de que es un sistema con una buena base y altamente eficaz. Asimismo, este modelo se fundamenta en la Ley de Trasplantes de 1979, que ha ido experimentando cambios a medida que se producían avances científico-técnicos; y el Sistema Nacional de Salud, permitiendo el acceso universal de cualquier paciente al trasplante sin ningún tipo de discriminación.  Los progresos que se producen en este ámbito han permitido incrementar el número de donaciones y la cifra de pacientes beneficiados, que no solo involucran al personal médico de los centros sanitarios, sino que también requiere una profunda coordinación entre la administración y multitud de profesionales no sanitarios. A pesar de la gran cantidad de éxitos que ha cosechado el modelo español, este no se encuentra libre de desafíos y problemáticas. Entre ellos, destaca el repunte en la demanda de órganos y tejidos fruto del envejecimiento de la población, las desigualdades entre regiones que afectan directamente a su disponibilidad y los dilemas éticos que rodean esta práctica, especialmente en relación a la priorización de los pacientes receptores.  El modelo español, gracias a su coordinación, avances científicos y técnicos y la solidaridad ciudadana, es una clara muestra de que es posible salvar la vida de miles de personas cada año. Todos tenemos el derecho de que se haga realidad nuestra intención de regalar vida a otros a través de la donación de órganos. Además, aquellas familias que, aún sumidas en el dolor por la pérdida de un ser querido son capaces de apostar por la donación de órganos para así poder proporcionar a una persona la oportunidad de rehacer su vida y vivir de manera digna merecen un profundo reconocimiento. España no solo lidera a nivel estadístico, sino también en humanidad, mostrando al mundo que la colaboración y la solidaridad son las bases para regalar vida a los demás.  Marina Chamorro López – 1º Bachillerato

Con ojos de colores

Cuentan que hace un tiempo, en un lugar lejano, nació un niño llamado Samuel. Parecía un niño bastante normal: era alto, moreno y fuerte. Le gustaba montar en bicicleta, hacía sus deberes, con alguna dificultad, y también tenía amigos con los que jugaba muy a menudo… Y aunque este chico había nacido para hacer grandes cosas, había algo en él que no se lo permitiría: el color de sus ojos no le gustaba. Por eso le resultaba sencillo esconder su ojo verde con una lentilla y así todo el mundo miraba sus bonitos ojos azules. Además de tener los ojos de diferente color, nuestro protagonista escondía algo que nadie sabía: no podía controlarse. Ocho años después, en un edificio de cinco pisos, se despierta un chico con un ojo verde como un bosque lluvioso y otro azul como los océanos. Este chico desea ir al colegio. Cada mañana podría preguntarse cuándo empezó a convertirse en lo que se ha convertido, pero no lo hace. En cambio, cuando se levanta, lo primero en lo que piensa es en a quién podrá pegar ese día. Despreocupado, mete en la mochila un bolígrafo, una hoja y se pone una lentilla en su ojo verde antes de salir de la habitación. Yendo hacia el colegio se pregunta a sí mismo si hoy algo será diferente, porque normalmente, sus días pasan de la misma manera: va al colegio, molesta a alguien, sale del colegio, queda con amigos para darle una paliza al gafotas, al rarito, a la fea… Pero, casualmente, ese día no empezó como cualquier otro. Al llegar a clase, el profesor presentó a una nueva alumna: -Ella es Noa y es vuestra nueva compañera de clase- dijo el profesor. Noa era de baja estatura, llevaba un lazo precioso sobre el pelo color ceniza, sujetaba un bonito bastón morado y tenía unos ojos muy peculiares, pues eran tan grises como las nubes en un día de lluvia. Pasaron unos segundos en los que a sus nuevos compañeros les dio tiempo a fijarse en su particularidad y, como siempre, empezaron las risas y los cuchicheos. -Chicos, por favor, tratarla bien y acompañarla a su sitio, allí, al lado de Samuel – dijo el profesor con un aire enfadado. Alguien cogió a Noa del brazo, la guió hasta su pupitre y la clase empezó. Ella siempre presta atención, pero ese día decidió hablar con su compañero de al lado. – Hola. ¿Cómo estás? – le dijo Noa con una sonrisa. -No te interesa, cegata- respondió Samuel disfrutando del insulto. A Noa se le borró la sonrisa de la cara, pero al fin y al cabo, estaba acostumbrada a que le insultaran. -Noa tocó la mesa con sus manos y advirtió que Samuel no había sacado ni el cuaderno. A continuación, le dijo: – ¿Quieres que te ayude con el primer ejercicio? – Samuel se quedó atónito. Nunca, alguien, después de haber recibido uno de sus insultos había sido amable con él. Así que pensó que un solo insulto no era suficiente para molestarla, por lo que siguió burlándose de ella durante el resto de la clase. Cuando acabó la clase, pasó algo inesperado. El profesor, consciente de lo ocurrido, pidió a los dos chicos que le acompañaran al pasillo porque quería decirles algo muy importante: -Bueno chicos, os he llamado porque he tenido una gran idea. Me gustaría quem trabajaseis juntos: Samuel, tú ayudaras a Noa a adaptarse y tú, Noa, ayudarás a Samuel a mejorar sus notas – contó el profesor muy emocionado. Samuel pensó que sería genial tener una víctima fácil tan cerca…, aunque parecía que con ella, sus insultos no hacían el mismo efecto. Noa pensó que sería genial porque ella sabía que Samuel necesitaba mucha ayuda y ella podía dársela. – Me parece muy buena idea, podemos quedar por las tardes en la puerta del colegio y así nos vamos ayudando- exclamó una Noa muy emocionada. -Vale…-respondió Samuel. Pasaron los días y todo parecía ir según lo previsto. Samuel enseñaba el colegio a Noa y ella le ayudaba a él más de lo que pensaba. El chico seguía metiéndose en peleas y juzgando a las personas por su físico… Pero, inesperadamente, Samuel cada semana, era más amable con Noa. Mientras tanto Noa, esperaba el momento perfecto para hablar con él sobre algo muy importante, y debía ser pronto, porque cada vez le quedaba menos tiempo para intentar cambiarle la vida. Y ese momento llegó: -Samuel, me gustaría hablar contigo sobre algo muy importante- dijo ella con una débil sonrisa. Samuel miró a Noa y dijo: -Vale, dime…-contestó impresionado. -Bueno, creo que somos amigos y entenderás que quiero ayudarte. Puede que te enfades conmigo al decirte esto, pero me da igual, yo lo que quiero es que reflexiones… Tienes que aprender a controlarte, no puedes seguir juzgando y pegando a los demás. Yo no puedo fijarme en las apariencias porque…, bueno, soy ciega. Pero tú sí y tienes que dejar de hacerlo. – dijo la chica conteniendo la respiración. De repente, el mundo se paró para un chico y en un segundo pasaron cientos de cosas: una chica cae al suelo porque una enfermedad de la que nadie se había enterado que tenía, puede con ella. Un chico no puede parar de pensar en lo que le ha dicho alguien muy importante para él, pero a la vez no puede parar de gritar porque esa persona se ha caído en sus brazos. Se oyen gritos, la sirena de una ambulancia… Nueve años después, en una casa de color azul y verde, vive un chico que no tiene miedo a mostrar quien es verdaderamente, que no tiene miedo a mostrar su precioso ojo verde. Un chico a quien hace nueve años una chica le enseñó a ver la vida de otra manera: con ojos de colores. Lucía Mª Peinado García – 1º ESO

La última llave

En estos momentos estoy corriendo a una velocidad que ni yo imaginaba qué pudiese correr. Por detrás dos figuras altas e imponentes me perseguían con rostros sombríos. Me dirijo hacia la Biblioteca Classense de Ravenna, allí encontraré todas las respuestas qué busco. Miro atrás y me percato de que las figuras están cada vez más cerca de mí. Cinco metros, tres metros… Tres días antes en el aeropuerto de Roma mi móvil sonó, un número con un prefijo estadounidense que nunca antes había visto. Estuve a punto de no cogerlo pero al final me convencí de que al menos podría escuchar las primeras palabras de la conversación. Cuando contesté, una voz profunda y pausada con un fuerte acento de la costa oeste me saludó. -¿Es usted Marco Ricci?- -¿Quién lo pregunta?- respondí desconfiado. -Mi nombre no importa. Lo que importa es que he encontrado algo…algo que podría cambiarlo todo. Un manuscrito antiguo, olvidado en las bóvedas de una biblioteca, escrito en una lengua que pocos entienden. Creo que usted puede ayudarme a descifrarlo. Estuve a punto de colgar, sonaba una de esas historias que solo buscan robar tu tiempo o tu dinero. Pero entonces la voz pronuncio un nombre que me dejó helado. -La biblioteca Classense de Ravenna tiene lo que buscas.- Ese nombre me resultaba inquietantemente familiar. Sabía que en esa biblioteca se guardaban textos prohibidos, historias antiguas y secretos que nunca tomé en serio… hasta ahora. -¿Cómo consiguió este número?- pregunté con voz trémula. Hubo un breve silencio y luego la voz respondió: -Sabemos más de lo que crees. Ravenna, dos días. No falte. La llamada se cortó antes de que pudiera reaccionar, y me quedé mirando el móvil sin comprender lo que acababa de ocurrir. Esa misma noche, en una pequeña cafetería cerca del Panteón en Roma, revisaba algunos libros de historia y notas, intentando encontrarle el sentido a la llamada. Fue entonces cuando una figura encapuchada se sentó frente a mí sin decir nada dejando sobre la mesa un sobre de cuero desgastado, sellado con cera roja. Inmediatamente después la figura desapareció en la penumbra. Con curiosidad y con una creciente sensación de peligro, abrí el sobre y encontré un fragmento de un pergamino antiguo con letras enigmáticas. Estaba escrito en una lengua que nunca había visto y, sorprendentemente, el pergamino parecía irradiar un suave calor. En el borde había una inscripción casi ilegible pero lograba distinguir una palabra: “Classense”. Fue ese fragmento, ese pedazo de misterio en mis manos, el que me condujo hasta Ravenna, como si el pergamino tuviese vida propia. Y ahora mientras corro hacía la biblioteca con las figuras pisándome los talones, aprieto el fragmento en mi bolsillo. Finalmente alcanzó las grandes puertas y sin detenerme a admirarlas, las empujo con todas mis fuerzas. El aire denso y frío del interior me envuelve, y mis pasos resuenan en la penumbra entre estantes antiguos. No hay nadie, miro a mi alrededor y me percato que hay dos antiquísimos globos terráqueos pero no puedo detenerme. ¿Dónde está la persona que debía esperarme? Las sombras parecen alargarse a mi alrededor, el eco de mi respiración es lo único que escucho mientras trato de detener el ritmo frenético de mi corazón. Las figuras han entrado también, avanzan despacio como si supieran que ya no tengo escapatoria, que ya nada puede salvarme. Desesperado saco el fragmento del pergamino del bolsillo, preguntándome qué habría pasado si nunca hubiera cogido el teléfono. Examino el fragmento con cuidado y me percato de que las letras se están moviendo por la superficie del papel como intentando decirme algo. Entonces lo siento, algo detrás de mí. Me doy la vuelta y me encuentro cara a cara con un anciano mirándome con un rostro severo. -Has venido- dice con una voz profunda- Has traído lo que nunca debiste tocar- Intento explicarle que yo no quería coger el pergamino, que vino a mí como un imán. Pero en cambio señalo a las figuras y murmuro:  -Ellos lo quieren- El anciano asiente sin mostrar sorpresa alguna. -Lo sé. Tú no eres al único al que han perseguido pero si te acercas a esas puertas quizás seas el último. Miro hacia donde ha señalado y me percato de que hay unas puertas de madera oscura con unos símbolos que parecen brillar débilmente. -Marco, el pergamino que tienes solo es una parte de la verdad, la clave para entenderlo todo está detrás de esa puerta. Es tu decisión si quieres entrar o no pero si decides pasar ya no habrá marcha atrás- me dice el anciano. Me he quedado en blanco, no sé si debería entrar. Puede ser qué no regrese o si lo hago puede que esté muy cambiado. No sé qué hacer pero el tiempo apremia. Unos segundos después me decido. Si no entro puede que esta decisión la tenga que hacer otro. Si tú no puedes cargar un peso sobre tus hombros no lo debería cargar otra persona. -Entraré- le respondo al anciano. Él me mira con una cara que no soy capaz de interpretar. Inmediatamente después abre una de las dos grandes puertas. En ese momento los grabados del pergamino empiezan a refulgir y me impulsan hacia delante, hacia la sala. Echo un vistazo dentro de la habitación y veo que hay un gran tomo con las páginas descoloridas por el tiempo. Coloco el pergamino dentro del libro y sus caracteres se traducen al italiano. Por fin entiendo lo que quería decir el anciano. Todo lo que creía que era cierto o daba por sentado ya no es lo que parece. Este pergamino explica los grandes misterios a los que la humanidad se ha enfrentado han quedado resueltos ante mis ojos, pero no solo veo eso. Hay una presencia que quiere entrar a lo que todos nosotros, las personas llamamos hogar. -No- gritó horrorizado. El anciano me mira con la cara pintada de compresión. Por fin sé lo que planeaba el hombre. Yo no solo soy el que le ha traído el

El valor de las personas

 Desde el inicio de la revolución industrial allá por finales del siglo XVIII, las fábricas y los trabajadores han sido figuras fundamentales a la hora de desarrollar sus actividades adjuntas. Sigue siendo esta la realidad a día de hoy, en pleno siglo XXI, en la que los trabajadores cumplen amplias jornadas laborales realizando, muchos de ellos, labores físicas exhaustas y en las que, para colmo, su salud mental y física acaba, en algunos casos, con sus vidas.        Me fascina, en esta línea, la labor y las prioridades del Gobierno; ¿cómo vamos a cuidarnos si ni siquiera ellos son capaces de aportarnos los materiales necesarios que no supongan un riesgo para nuestra salud? Puede parecer que esto, a lo largo de los años, ha ido mejorando y ya se ha terminado de erradicar; sin embargo, supone una realidad para algunos trabajadores actuales, que sin ellos saberlo se pasan las ocho horas laborales manejando piezas o inhalando sustancias que si no les provocan bajas laborales recurrentes, les provocan cáncer o la necrosis de ciertos tejidos que desemboca en amputación.        En este contexto, cuesta no imaginarse a una familia llorando por la muerte de un ser querido; una mujer que no puede evitar culparse ante de falta de atención que prestó a su marido en sus últimos meses de vida, unas hijas que crecerán sin una figura paterna o unos padres que reclaman una solución urgente ante esta situación y un largo etcétera de consecuencias que parecen no estar a la altura ni merecer la pena para aquellos a quienes solo les importan los números rojos y cumplir con su cometido para mantenerse en su puesto.        Tras todo lo dicho, solo siento una profunda decepción por las prioridades del Gobierno, pues todo queda regulado por las normativas vigentes, y las de los altos cargos y las decisiones que toman, porque parece que lo barato y rápido, sin tener en cuenta las vidas que esto pueda acarrear, prevalece en todo momento por encima de una vida humana; al final si va a ser verdad que nos comportamos como verdaderos animales y no como seres humanos. Lucía Muñoz Marchante – 2º Bachillerato

Caballo

    Daniela Conde – 2º ESO

La felicidad

¿Qué es la felicidad? ¿Cómo se alcanza? Parece que no hay respuestas únicas para estas cuestiones. Y es que la felicidad es un concepto subjetivo. La felicidad no solo está influenciada por el lugar del mundo en el que vivimos, ni por la etapa histórica en la que hemos nacido, ni por el momento vital en el que se encuentre una persona. Sin lugar a dudas, la felicidad también está fuertemente determinada por nuestra educación, nuestros valores, nuestra forma de pensar y nuestras estrategias personales para enfrentar las dificultades. Es decir, está influenciada tanto por factores externos que, posiblemente no podemos controlar, pero sobre todo por factores internos los cuales, determinarán la manera de interpretar nuestra realidad y marcarán así nuestros estándares de felicidad. Al reflexionar sobre la felicidad en el contexto de nuestra actualidad, parece que ser feliz es una tarea sencilla. Sin embargo, tras realizar una pequeña encuesta sobre felicidad a personas de mi entorno, y escuchar y observar a unos y otros, concluyo que el concepto de felicidad varía a lo largo de la vida de una persona. Observo que a los más pequeños, lo que más felices les hace son cosas bastante simples como que su madre los mantenga en sus brazos. Cuando los niños crecen, les hace muy felices compartir tiempo con sus padres, no hay mejor plan que una tarde de juegos juntos. Pero pasados unos años, algo ocurre en la mente del ser humano, pues el niño mayor empieza a darle valor a los objetos materiales. Pienso que, en parte, esto sucede, cuando el niño madura y tiene capacidad para percibir el comportamiento general de su entorno, contagiándose de él, socializándose en él, olvidando lo innato de la felicidad para reemplazarlo de manera sencilla por el materialismo. Unos padres que inocentemente calman la rabieta de un niño comprándole un juguete, contribuyen a dar valor a las cosas materiales como medio para ser feliz. Hasta es posible que un adulto joven viva inmerso en este concepto de felicidad: “tener es sinónimo de ser feliz”. Tener una casa, tener varios coches o tener mucho dinero. Cuando la capacidad para poseer cosas se convierte en sinónimo de felicidad, producto de un mundo competitivo, materialista, ruidoso y rápido, donde no hay tiempo para dedicarse a uno mismo, ni a los demás, cada vez es más difícil sentirse feliz de la manera natural, y se busca esa manera rápida, con refuerzo inmediato (redes sociales, consumismo, drogas…) olvidando que este refuerzo es también fugaz y pasajero. Y uno de los problemas de esta felicidad inmediata, es que con ella nunca se puede llegar a alcanzar la felicidad permanente. Se trata de una felicidad pasajera y fugaz. Observo que cuando las personas se hacen mayores, y han recorrido parte del camino de la vida, cuando han vivido experiencias buenas, malas y regulares, vuelven a ser capaces de situar el foco en lo verdaderamente importante: en el valor infinito de las cosas no materiales, situando a la salud, al amor y a la familia como verdaderos ejes de la felicidad. Si nos situamos fuera de nuestro contexto histórico y viajamos al pasado, estoy segura de que la felicidad en todas las etapas de la vida se asemejaba bastante a este concepto anteriormente descrito, donde el foco no estaba en lo material. Imaginémonos en la Prehistoria. Estoy convencida que las personas eran felices cuando se sentían miembros de un grupo, cuando conseguían comida para todos y conectaban con la naturaleza pues era el lugar donde vivían. ¿Y si hacemos otro viaje, ahora en este mismo contexto histórico, pero a otro lugar del planeta, por ejemplo, un país subdesarrollado? Aquí los niños son felices con cosas o pequeñas acciones, que para nosotros son cosas del día a día, como cuando tienen zapatos para caminar, agua que beber o cuando tienen una chapa para jugar en la calle. Finalmente me gustaría dar mi opinión sobre este controvertido refrán: “el dinero no da la felicidad”. Yo estoy parcialmente de acuerdo con ello. Es innegable que hoy en día el dinero es aquello que nos facilita tener acceso a prácticamente todo lo que necesitamos para obtener un bienestar, pero la cuestión está en que cosas tan importantes como la comida o un techo bajo el que vivir, deberían llegar a todas las personas en todos los rincones del mundo. Es decir, sin que tuvieran un valor económico. Después de esta reflexión, quiero concluir definiendo lo que es, desde mi punto de vista, la verdadera felicidad: Es un sentimiento que construimos a lo largo de nuestra vida, y que depende de múltiples factores. Creo que se puede cultivar y conseguir de manera permanente cuando lo construimos alrededor de la gratitud hacia las cosas que tenemos y, el amor a los demás, cuando nos aceptamos tal y como somos, o intentamos mejorar la parte de nosotros que no nos gusta. Otros aspectos muy valiosos que favorecen este sentimiento son la familia y los amigos, verlos felices nos hace felices. También creo que es importante saber, que en la vida no todo son momentos felices, y que la adversidad forma parte de ella, pero que debemos desarrollar estrategias personales para afrontar las cosas que nos pasen de la mejor manera posible. Así que, sí, para disfrutar más la felicidad, también necesitamos aceptar y acoger la tristeza. Leyre Peinado – 4º ESO D