Atlantis, under the sea

Es realmente curioso la gran cantidad de palabras que están surgiendo con la salida del Reino Unido de la Unión Europea: brexit, brexodus, brexshit… Las cuales están dando mucho de qué hablar últimamente. Podríamos entrar en una dinámica tediosa sobre puntos a favor y puntos en contra, sobre el maremagnum creado recientemente. Por ello, seguro que resulta más ameno a los lectores si en ésta ocasión se habla sobre la Atlántida. Parecerá algo totalmente inconexo, pero la situación de Gran Bretaña y la Atlántida tienen numerosos aspectos en común. En primer lugar, ambas son islas que de vez cuando no se saben muy bien dónde están, la Atlántida porque está perdida y Gran Bretaña por el brexit. Asimismo ambas pertenecieron a una gran confederación de países que se regían por leyes, acuerdos y tratados comunes. Por último, comparten ese deseo característico de las islas, de expansión. En el caso de los atlantes, de expansión militar y de los ingleses, parece ser económica. Pero que esta diferencia no impida ver la consecuencia común: la anulación de decisiones personales y empresariales de acudir a trabajar o a operar a dicho territorio, más conocido en estos días como “brexodus”. Por último, como dirían los latinos del momento, el final de la Atlántida es una “conditio sine qua non”. En el Timeo, Platón relata que tras una gran catástrofe “se ocultó bajo la tierra y la tierra insular de la Atlántida debajo de la mar desapareció”. Lo cual, se podría traducir como una advertencia histórica, pues incluso una gran isla como Gran Bretaña ante una “catástrofe”, en este caso política, económica y social, puede hundirse. Por lo que para evitar un posible “brexshit”, se recomienda reflexionar sobre el tema o por lo menos, escuchar la letra de la canción inglesa Faded de Alan Walker, que nos recuerda que “Atlantis (is) under the sea”. Álvaro Martín Díaz 2ºBACH
Bienvenidos a los juegos del hambre; ¡qué gane el mejor!

Imaginemos que cada país decide adoptar una postura individualizada e independiente. Que cada uno de ellos mira por el bien y la estabilidad propia dejando el bienestar general del mundo o continente de lado. Sería un mundo concebido como una lucha constante por el control de los (países) que están en vías de desarrollo: el caos sería evidente. En los últimos tiempos y sobre todo a nivel nacional y europeo, se han producido bastantes pronunciamientos por parte de diferentes territorios que reclaman su independencia. Este es el caso del famoso Brexit (acrónimo de Britain y exit), cuyo referéndum se produjo en 2016 y hoy en día continúan las negociaciones de lo que conlleva la declaración de independencia de 2017. Tendemos a olvidarnos de la historia. Para la mayor parte de la población no inglesa, esta “repentina” decisión es algo totalmente inusual y extraño; mientras que en el propio país algunos partidos políticos y civiles llevan defendiendo esta idea desde hace cuatro décadas. Los referéndums sobre la pertenencia a la Unión Europea (UE) llevan sucediéndose desde 1975, pero la globalización actual y las redes sociales han “viralizado” el más reciente; lo que demuestra la ignorancia del mundo y el interés propio. Está claro que la UE (y a todos los países que la componen) la salida de Reino Unido supone unas consecuencias que no estamos dispuestos a aceptar. La pérdida de empleos en la UE, la alteración en el comercio y la probable recesión que conllevaría la salida de este país son algunas de ellas. Sin embargo, ¿qué piensan ellos? Con seguridad saben que si salen de la Unión Europea, su moneda sufrirá una devaluación. También saben que no pertenecerán a ninguna organización que los ampare, o que sus relaciones económicas no serán las mismas. Seguro que han evaluado todas las consecuencias y aun así el referéndum muestra que la mayoría de individuos de dicho país desean la independencia económica. Quizá debamos plantearnos si los civiles conocen las consecuencias; si alguien se ha tomado las molestias de informar a la población de las opciones que tenían. Tendemos a olvidarnos de la historia. No analizamos las razones; lamentamos las consecuencias de un suceso. El mundo se vuelve egoísta cada vez que no mostramos interés por lo que pasa a nuestro alrededor. Y no pasa solo con este caso concreto ni únicamente a nivel continental o mundial: las personas están más preocupadas por el nuevo iPhone que sale en 2019 que de lo que piensa un ucraniano que desea la independencia de Rusia. Quizá el Brexit sea solo el principio de un mundo en el que todos seamos egoístas, en el que prime la paz individual sobra una estabilidad mundial que beneficie a todos. Si los recientes pronunciamientos se vuelven algo cotidiano el globo volverá a la Edad de Piedra; luchas constantes por lo básico y una carrera constante por sobrevivir. Mientras que en este mundo no nos preocupemos por lograr un equilibrio entre el general y el particular, no conseguiremos evolucionar como especie: Homo Sapiens Sapiens; físicamente iguales, intelectualmente envenenados de codicia, egoísmo y avaricia. Solo queda decir: Bienvenidos a los Juegos del Hambre, recordad que solo puede ganar uno y… ¡Que gane el mejor! Claudia Nieto 2ºBACH
«África sí que interesa, sobre todo a la gente joven»

Escritor, periodista, africanista, ex misionero. Toda una referencia en el periodismo internacional especializado en África con más de 20 años trabajando junto a niños soldados. Estrenamos la sede del Colectivo Peseta conociendo a Chema Caballero, colaborador del blog África no es un País y la revista digital Mundo Negro, y autor de libros sobre África, entre los que se encuentra Edjengui se ha dormido. Un libro que refleja la situación de los pigmeos baka del sur de Camerún, enfrentados a una realidad contra la que luchan para evitar su extinción, y con los que desde Ábaco colaboramos en un proyecto de hermanamiento escolar y apadrinamiento de centro de Ed.Infantil junto a la ONGD Zerca y Lejos. Peseta Street Journal: Bueno lo primero, buenas tardes y muchas gracias por recibirnos para hacerte la entrevista. Chema Caballero: No, gracias a vosotros por el interés. Peseta: Periodista, escritor y misionero. A primera vista, poco relacionado. ¿Con qué empezaste antes y cómo lo has ido ligando? Chema: Bueno, esto es como la evolución de la vida, vas empezando y al final vas de un campo a otro. Empecé estudiando Derechos Humanos y Resolución de conflictos, y luego a partir de ahí, por cuestiones personales de fe, llegué a la misión y estuve de misionero, siempre todo ligado a mi trabajo de Derechos Humanos. Después, también por cuestiones personales, dejé la misión. En mi campo se me dio la oportunidad de escribir. Sobre todo porque la visión que se tiene de África aquí en España es siempre ligada a guerras, enfermedades, cosas negativas; y sí, es verdad, es eso pero es mucho más que todo eso: es música, es literatura, es iniciativa de gente joven en redes sociales… y era bueno conocer también esa parte de África y ahí fue cuando empecé a escribir sobre el África que yo conozco. Peseta: Dar a conocer lo que la gente no conocía, ¿verdad? Chema: Pues sí, un poco el objetivo era ese. Y de ahí han ido surgiendo cosas. Siempre con el objetivo claro de mostrar el África real, no como lo quieren contar los medios de comunicación tradicionales. Peseta: Hemos visto como la mayoría de los artículos que has escrito en el periódico “El País” están relacionados con tu experiencia como misionero. De esta forma has conseguido acercar problemas graves y desconocidos a países del norte como es España. ¿Crees que se podría hacer un mejor uso de los medios para concienciar a las personas sobre problemas como estos? Chema: Yo creo que sí, y es lo que estamos haciendo. Tener una plataforma dentro de “El País” con la que puedes llegar a mucha gente que normalmente no llegaría de otra forma te da la posibilidad de transmitir los problemas. No solo contar que hay una guerra en República Centroafricana o en Sudán del Sur, sino contar por qué hay esa guerra. Normalmente nos venden los conflictos como guerras de religión entre cristianos y musulmanes, por ejemplo, o guerras étnicas entre un grupos de negros, y eso es mentira. Detrás de estas guerras siempre hay un interés de una materia prima que nos interesa a nosotros. Puede ser petróleo, cobalto, uranio, etc., y eso nunca nos lo cuentan; hay que contar esas cosas, hay que saber por qué pasan las cosas y cuál es nuestra implicación y responsabilidad. Desde esta plataforma nos permiten hacer este tipo de cosas y después, contar también la otra África. Peseta: ¿Crees que los medios de comunicación utilizan un lenguaje racista en el tratamiento de la información sobre personas de origen extranjero? Chema: Sí, lo estamos viendo constantemente. En temas de emigración, crisis, avalancha, de invasiones, de asaltos… están poniendo a la otra persona como un enemigo, es decir, es un lenguaje muy sutil con el que dicen que el otro ya es alguien que viene a apoderarse de lo nuestro, con lo cual ahí ya están buscando una opinión. Hay un problema en los medios de comunicación y es que los grandes medios de comunicación no informan, opinan. Las formas de contar la noticia es posicionándose ante ella. Son medios que, normalmente, se mueven por intereses, como el hecho de que no nos cuenten que hay cosas de África que funcionan: derechos humanos, iniciativas de jóvenes que luchan por un mundo mejor, como aquí en España… El hecho de que no nos cuenten esa parte, nos hace que lo reduzcamos a las guerras, a lo terrible. Por lo que sí, es un lenguaje racista, xenófobo y, sobre todo, discriminatorio. Peseta:¿Crees que tus artículos interesan a la sociedad española y pueden crear un cambio real en la concienciación sobre dichos problemas? Chema: Creo que sí. Hay una mentira, que dicen que África no interesa y por eso no sale en los medios de comunicación y lo que estamos demostrado es que es mentira, porque nuestros artículos se leen, llegan muy lejos y vemos las reacciones de la gente. Son artículos que leen veinte mil o treinta mil personas que se interesan por África. Entonces yo creo que sí interesa a las personas y que está ayudando a mucha gente que nos responde cosas como “quiero saber más” o “yo no sabía eso”, sobre todo gente joven que está preocupada por todo esto. Peseta: ¿Notáis que la gente joven se interesa más que gente más mayor? Chema: Sí, sobre todo tenemos mucho lector joven o de mediana edad. Posiblemente la gente más mayor tiene su idea formada y es muy difícil el cambiarla. Pero yo creo que en la gente joven sí que existe esa inquietud por conocer algo distinto. Peseta:¿Cuál crees que es el problema más grave y menos tocado por los medios en relación con lo que has vivido? Chema: Yo creo que, posiblemente, no contarnos las causas de por qué suceden las cosas de África. Como comentaba antes, nos venden África como un lugar donde parece que a la gente les gusta matarse o estar enferma. Y nunca lo que hay detrás de todo esto: el expolio al que Occidente
Y ésto, es mi vida de estudiante adolescente.

Siente. No, así no; no lo estás haciendo bien. Fluye. No, así tampoco; no lo intentas lo suficiente. Exprésate. No, así no; ¿Qué haces? Cálmate. Va en serio; así no vas a ninguna parte. Concéntrate. Venga va, que puedes, si no lo haces es porque no quieres. Relájate. Pero no demasiado, que te me desconcentras. No, así no. Estudia. Más, si no no vas a aprobar y no te va a salir. Sal a la calle. Si no te da el sol vas a deprimirte. Ve siempre con una sonrisa. Pero esa no; pareces demente. ¿Qué dirán de tí si vas así? Opina. No, pero no así; que es demasiado fuerte para mí. Quiérete. ¿ Si no te quieres a tí quién te va a querer? Ama a quien quieras. Pero no a quien la sociedad no acepte. Disfruta. Sí pero con cabeza, no campes a tus anchas. Ríete más. Pero solo lo justo, no peques de locura. Sueña. Ah, pero eso no; no es conveniente. Haz amigos. Pero no de esos de rastas y piercings, son mala influencia. Ayuda. Pero solo al que lo necesite mucho más que los demás. Decídete. Ay, pero eso no, mira; tiene que ser así. No te enfades. No tengo la culpa de todo lo que te pasa. Sigue mis consejos. Que aunque es tu vida yo tengo más experiencia. Ey, pero vive. Vive porque vida solo hay una. Vive y no te estreses, que el estrés es malo. Anda ve a tu cuarto y haz algo productivo. Y ésto; es mi vida de estudiante adolescente. Claudia Nieto
Solo tengo una carta

Solo tengo una carta, nada más. Fecha negra, anuncio de realidad. No tengo nada más. Te imagino en el frente defendiendo voces impostadas de un ideal ajeno. Niego este absurdo amanecer, si no tengo la certeza de tu ocaso. ¿Por qué no descansan tus manos entre aquellos humildes olivares? Solo tengo una carta nada más.
Solo tengo una carta

Solo tengo una carta, nada más. Fecha negra, anuncio de realidad. No tengo nada más. Te imagino en el frente defendiendo voces impostadas de un ideal ajeno. Desvelas la memoria de mis recuerdos Ladra la conciencia de la noche. Niego este absurdo amanecer, si no tengo la certeza de tu ocaso. ¿Por qué no descansan tus manos entre aquellos humildes olivares? Solo tengo una carta nada más.
Querido hombre:

Querido hombre: No me enseñes a no salir de noche por la calle. No me digas que voy demasiado corta o que llevo demasiado maquillaje. No pienses que mi trabajo es menos válido porque lo haya hecho una mujer. Si me vas a contratar, no me preguntes si pienso quedarme embarazada, lo que haga con mi cuerpo no es asunto tuyo. No necesito que me ayudes cada vez que me caigo: sé levantarme sola. No busco gustarte, no me visto y maquillo por y para ti. No quiero que me llames guapa o que me digas qué debo hacer para que te fijes en mí. No necesito tus piropos. No me halagan. Llámame fuerte, valiente, divertida, inteligente. Valórame por mi esfuerzo y por mi trabajo, no por mi físico. Tócame, pero solo si yo te doy permiso. Y, sobre todo, respétame y valórame porque, al igual que tú, yo también soy una persona. Este es mi cuerpo y, estas, son mis reglas. Irene de Miguel
La cuna desierta

Tras el quieto silencio: “un llanto”, un agujero frío, húmedo, yerto… solitaria arropa con su manto, la quebrantable lápida: un recuerdo. Una vida corta, una esperanza el último aliento en tu cuna desierta un vacío repleto de añoranza te marchaste dejando aquella puerta abierta. Ahora, olvidado, siento tu llamada brotar de la tierra, voz del pasado, apuñalando mi pensamiento como espada, no eres un nombre más que se ha borrado. A este antiguo sepulcro abandonado cuyo arbusto que nace impide distraerte, le dedico estos versos que se han creado desafiando el olvido de la muerte. Vera Vilches
Ella bailaba

Ella bailaba, simplemente no paraba de bailar, de moverse; de vivir. Ella bailaba, y con ella sus pensamientos revoloteaban por el aire, el cielo y las nubes, formando constelaciones de sueños, danzando al son de su ritmo, esperando el momento idóneo para ser perseguidos por su dueña. Ella bailaba, encantaba al mundo con su movimiento, agitaba las mentes de unos y despertaba los recuerdos de otros. Mientras bailaba, llenaba de flores el jardín de su mente. Las cuidaba. La regaba. Le gustaba verlas crecer, pero aun así, no era lo que más la preocupaba. Ella bailaba, y sus flores sacudían sus tallos, dejando libres sus pétalos al viento, sin preocupación alguna, ajustando sus hojas al movimiento. Otoño. Época de disfraces, botas de agua y charcos. La niña desliza sus pies por el barro. Relevé, plié, développé y grand jeté; bailando las hojas empezaron a caer. Una, dos, tres piruetas. Las primeras flores caen muertas dentro de su cabeza. Ella bailaba, mientras las flores se volvían marchitas, no se rendía, no paraba, estiraba sus manos como agarrando margaritas. Ella bailaba, aunque sabía que aquello mataría sus flores, lo sabía, pero no paró, porque bailando se sentía como nunca antes: libre; viva. Finalmente las flores se derrumbaron en su mente, su cuerpo incapaz de dar una vuelta más, exhausta por haber vivido alegre y feliz. Su cuerpo descansa sobre el pasto, las flores de su mente haciendo su camino de vuelta al espacio. No llora. No llora porque en su recuerdo ella baila eternamente. Sonríe de manera alegre pero sin fuerzas, las flores siguen y seguirán muertas. Mientras pierde la consciencia, sonría embelesada, porque aunque ya no viva, ella bailaba. Claudia Nieto
Machismo y deporte

El machismo, definido por la RAE como la actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres, siempre ha estado presente en la sociedad. El mundo del deporte también ha sufrido esto, y es que desde siempre la mujer en el deporte ha estado en segundo plano. De hecho, una mujer deportista es más juzgada por su físico que por sus capacidades. Los medios de comunicación se hacen eco de este machismo, dedicando un espacio a la vida privada de Cristiano Ronaldo y compañía, llamado «noticias deportivas», mientras que si queremos saber algo de la selección femenina debemos investigar por nuestra cuenta. Y como en muchos empleos, la mujer deportista gana mucho menos que el hombre. Por poner un ejemplo, Carolina Marín, jugadora profesional de bádminton, participó a principios de 2017 en un campeonato, donde el primer premio era de unos 410.000 euros para el equipo ganador, de los cuales la deportista no se llevaría más que una pequeña parte. Esta cantidad es insignificante si la comparamos con los ingresos de un futbolista. El sueldo anual de Fernando Torres es de 3,5 millones de euros (sin contar publicidad o derechos de imagen), independientemente de si consigue algún título o no. Este machismo también se ve reflejado en el lenguaje. Es habitual escuchar expresiones machistas, como «luchar como un hombre», y también lo vemos en los motes de los deportistas: Gemma Mengual es «La sirena de Barcelona», y Cristiano Ronaldo es «El bicho». ¿Dónde está el fallo? En que ella tiene que ser sensual y atractiva, y él tiene que ser un buen jugador. Lo que es una vergüenza es que la selección española gane una medalla de plata en gimnasia rítmica, y mientras, un programa especializado en deportes gasta el 90% de su tiempo en hablar de fútbol (aunque no haya liga), y ni siquiera mencionen la medalla. No sabemos que ha habido campeonato de bádminton si no ha ganado Carolina Marín el oro, pero dentro de dos días juega el Real Madrid un partido amistoso y se para el mundo. No sabemos el nombre de la portera de la selección española de fútbol, pero conocemos la alineación del Manchester United, que ni siquiera es de España. Luego está el tema de la imagen, que vende más que el contenido. La mujer aparece muy sexualizada en el deporte. La contraportada del AS siempre incluye una mujer en bikini, que cumple con los ideales de belleza establecidos arbitrariamente por la sociedad. Es prácticamente imposible encontrar a una deportista que no sea juzgada por su físico y comparada con los ideales de belleza, sin embargo, parece que nos acostumbramos enseguida a ver hombres «no perfectos» en el deporte, creándoles una imagen idealizada que nada tiene que ver con la realidad. Pero todo esto es subjetivo, y la imagen debería ser lo de menos. Algo relacionado con este tema ocurrió hace poco con la marca de ropa deportiva Adidas, quien utilizó una modelo para lucir la camiseta de la selección colombiana dejando totalmente fuera a las jugadoras. Sin embargo, la equipación masculina la presentaba James Rodríguez, jugador de esa selección. El problema sigue siendo el mismo. Carolina Marín dijo recientemente en una entrevista que en Asia ella es tan popular como Messi o Ronaldo en Europa. Para empezar, es triste que haya tenido que recurrir a compararse con futbolistas para que podamos entender su fama, y también es muy triste que en España, su país de origen, no sea reconocida como se merece. La sociedad nos introduce el machismo en la cabeza desde que somos pequeños. El deporte es de niños, y las muñecas de niñas. Para un chico, el fútbol, y para una chica, el baile. Si eres un chico y bailas, o si eres una chica y juegas al fútbol, puedes ser duramente criticado. Salirse de los roles de género no te hace ser mejor o peor. Pero claro, la sociedad no lo ve así, solo nos mete en la cabeza estas ideas retrógradas que tendremos que sacarnos por nosotros mismos en un futuro. Yo he convivido con chicos que bailan, chicas que juegan al fútbol, y son personas fabulosas, que no siguen las reglas establecidas por la sociedad. Gracias a esta gente, aprendemos a respetar a quien es diferente. El deporte une, pero el machismo separa. Deporte y machismo son incompatibles Es triste que a día de hoy se siga pensando que las mujeres en el deporte valen menos que los hombres. Si a un joven futbolero le preguntas quién es su ídolo, seguramente dirá que Ronaldo, Messi, Torres, Ramos… Pero nunca dirá que lo es Mari Paz Villas o Lola Gallardo. Hace unos años, se volvió viral el vídeo de una mujer infiltrada en un partido de hombres, que llevó a su equipo a la victoria. Por desgracia, esto pasó sin pena ni gloria y se quedó en una anécdota, y en el día a día seguimos, y seguiremos, viendo machismo en el deporte. En los Juegos Olímpicos de 2016, la participación femenina fue de más del 50% respecto al total. Pero de lo que vimos televisado, solo el 20% eran pruebas femeninas. Sin contar las disciplinas exclusivamente femeninas, los «deportes de mujeres»: natación sincronizada o gimnasia rítmica. No es difícil escuchar comentarios machistas (a veces procedentes de mujeres) que justifican esto diciendo que las mujeres son más débiles, por lo que hacen deportes que «no suponen un esfuerzo físico». Para empezar, la gimnasia rítmica o la natación sincronizada son deportes tan dignos como el fútbol o el boxeo (tradicionalmente masculinos), para los que hace falta mucho esfuerzo físico. Pero dejando esto de lado, la fuerza no viene determinada por el cromosoma Y (que es lo que diferencia a un hombre biológico de una mujer biológica), depende de más de factores externos que internos, por lo que decir que el sexo femenino es más débil es completamente absurdo. Las mujeres pueden ser fuertes y los hombres pueden expresar belleza. La fuerza no está determinada por los cromosomas, las
