Querido hombre:
No me enseñes a no salir de noche por la calle.
No me digas que voy demasiado corta o que llevo demasiado maquillaje.
No pienses que mi trabajo es menos válido porque lo haya hecho una mujer.
Si me vas a contratar, no me preguntes si pienso quedarme embarazada, lo que haga con mi cuerpo no es asunto tuyo.
No necesito que me ayudes cada vez que me caigo: sé levantarme sola.
No busco gustarte, no me visto y maquillo por y para ti.
No quiero que me llames guapa o que me digas qué debo hacer para que te fijes en mí.
No necesito tus piropos. No me halagan.
Llámame fuerte, valiente, divertida, inteligente.
Valórame por mi esfuerzo y por mi trabajo, no por mi físico.
Tócame, pero solo si yo te doy permiso.
Y, sobre todo, respétame y valórame porque, al igual que tú, yo también soy una persona.
Este es mi cuerpo y, estas, son mis reglas.
Irene de Miguel