Peseta Street Journal

Con ojos de colores

Cuentan que hace un tiempo, en un lugar lejano, nació un niño llamado Samuel. Parecía un niño bastante normal: era alto, moreno y fuerte. Le gustaba montar en bicicleta, hacía sus deberes, con alguna dificultad, y también tenía amigos con los que jugaba muy a menudo… Y aunque este chico había nacido para hacer grandes cosas, había algo en él que no se lo permitiría: el color de sus ojos no le gustaba. Por eso le resultaba sencillo esconder su ojo verde con una lentilla y así todo el mundo miraba sus bonitos ojos azules. Además de tener los ojos de diferente color, nuestro protagonista escondía algo que nadie sabía: no podía controlarse. Ocho años después, en un edificio de cinco pisos, se despierta un chico con un ojo verde como un bosque lluvioso y otro azul como los océanos. Este chico desea ir al colegio. Cada mañana podría preguntarse cuándo empezó a convertirse en lo que se ha convertido, pero no lo hace. En cambio, cuando se levanta, lo primero en lo que piensa es en a quién podrá pegar ese día. Despreocupado, mete en la mochila un bolígrafo, una hoja y se pone una lentilla en su ojo verde antes de salir de la habitación. Yendo hacia el colegio se pregunta a sí mismo si hoy algo será diferente, porque normalmente, sus días pasan de la misma manera: va al colegio, molesta a alguien, sale del colegio, queda con amigos para darle una paliza al gafotas, al rarito, a la fea… Pero, casualmente, ese día no empezó como cualquier otro. Al llegar a clase, el profesor presentó a una nueva alumna: -Ella es Noa y es vuestra nueva compañera de clase- dijo el profesor. Noa era de baja estatura, llevaba un lazo precioso sobre el pelo color ceniza, sujetaba un bonito bastón morado y tenía unos ojos muy peculiares, pues eran tan grises como las nubes en un día de lluvia. Pasaron unos segundos en los que a sus nuevos compañeros les dio tiempo a fijarse en su particularidad y, como siempre, empezaron las risas y los cuchicheos. -Chicos, por favor, tratarla bien y acompañarla a su sitio, allí, al lado de Samuel – dijo el profesor con un aire enfadado. Alguien cogió a Noa del brazo, la guió hasta su pupitre y la clase empezó. Ella siempre presta atención, pero ese día decidió hablar con su compañero de al lado. – Hola. ¿Cómo estás? – le dijo Noa con una sonrisa. -No te interesa, cegata- respondió Samuel disfrutando del insulto. A Noa se le borró la sonrisa de la cara, pero al fin y al cabo, estaba acostumbrada a que le insultaran. -Noa tocó la mesa con sus manos y advirtió que Samuel no había sacado ni el cuaderno. A continuación, le dijo: – ¿Quieres que te ayude con el primer ejercicio? – Samuel se quedó atónito. Nunca, alguien, después de haber recibido uno de sus insultos había sido amable con él. Así que pensó que un solo insulto no era suficiente para molestarla, por lo que siguió burlándose de ella durante el resto de la clase. Cuando acabó la clase, pasó algo inesperado. El profesor, consciente de lo ocurrido, pidió a los dos chicos que le acompañaran al pasillo porque quería decirles algo muy importante: -Bueno chicos, os he llamado porque he tenido una gran idea. Me gustaría quem trabajaseis juntos: Samuel, tú ayudaras a Noa a adaptarse y tú, Noa, ayudarás a Samuel a mejorar sus notas – contó el profesor muy emocionado. Samuel pensó que sería genial tener una víctima fácil tan cerca…, aunque parecía que con ella, sus insultos no hacían el mismo efecto. Noa pensó que sería genial porque ella sabía que Samuel necesitaba mucha ayuda y ella podía dársela. – Me parece muy buena idea, podemos quedar por las tardes en la puerta del colegio y así nos vamos ayudando- exclamó una Noa muy emocionada. -Vale…-respondió Samuel. Pasaron los días y todo parecía ir según lo previsto. Samuel enseñaba el colegio a Noa y ella le ayudaba a él más de lo que pensaba. El chico seguía metiéndose en peleas y juzgando a las personas por su físico… Pero, inesperadamente, Samuel cada semana, era más amable con Noa. Mientras tanto Noa, esperaba el momento perfecto para hablar con él sobre algo muy importante, y debía ser pronto, porque cada vez le quedaba menos tiempo para intentar cambiarle la vida. Y ese momento llegó: -Samuel, me gustaría hablar contigo sobre algo muy importante- dijo ella con una débil sonrisa. Samuel miró a Noa y dijo: -Vale, dime…-contestó impresionado. -Bueno, creo que somos amigos y entenderás que quiero ayudarte. Puede que te enfades conmigo al decirte esto, pero me da igual, yo lo que quiero es que reflexiones… Tienes que aprender a controlarte, no puedes seguir juzgando y pegando a los demás. Yo no puedo fijarme en las apariencias porque…, bueno, soy ciega. Pero tú sí y tienes que dejar de hacerlo. – dijo la chica conteniendo la respiración. De repente, el mundo se paró para un chico y en un segundo pasaron cientos de cosas: una chica cae al suelo porque una enfermedad de la que nadie se había enterado que tenía, puede con ella. Un chico no puede parar de pensar en lo que le ha dicho alguien muy importante para él, pero a la vez no puede parar de gritar porque esa persona se ha caído en sus brazos. Se oyen gritos, la sirena de una ambulancia… Nueve años después, en una casa de color azul y verde, vive un chico que no tiene miedo a mostrar quien es verdaderamente, que no tiene miedo a mostrar su precioso ojo verde. Un chico a quien hace nueve años una chica le enseñó a ver la vida de otra manera: con ojos de colores. Lucía Mª Peinado García – 1º ESO

Diario de Margarita Salas

8 de mayo de 1958 Dentro de poco tendré que elegir mi carrera para la universidad. Pese a que no me gustan las matemáticas,  padre y madre me han impulsado toda mi vida a ser bioquímica. Sus sueños siempre han sido verme con una bata de laboratorio estudiando la carrera que siempre quisieron tener. Creo que les haré caso.  3 de abril de 1959 Qué desgracia. La bioquímica podría estar mejor, pese a que me lo esperaba más aburrido. Además, uno de mis profesores, Alberto Sols, reprende toda su ira contra las mujeres de la sala diciendo que lo único que hacen es estorbar. No trata de ocultar su egoísmo y machismo. Él Recompensa a los hombres por ser hombres y crítica a las mujeres por ser mujeres. Cada vez quedan menos mujeres en esta carrera, pero yo no dejaré que me arruine esta experiencia y seguiré estudiando. 23 de enero de 1960 ¡La bioquímica es espléndida! No me esperaba tanta belleza en una carrera como esta. ¡El alumnado tiene una inteligencia que sobrepasa todas mis expectativas! Definitivamente, me quedaré en esta carrera.  17 de mayo de 1963 ¡Qué emoción! La suave brisa alargaba mi velo mientras uno de los mejores días de mi vi da pasaba a través de mis ojos, ¡no me lo podía creer! Delante de mí tenía a mi mi amor verdadero. Su traje a medida le quedaba a la perfección y sus ojos brillaban como el sol. Sin duda, es el mejor marido. Oh, Eladio Viñuela, ¡qué enamorada me tienes! Y, por si fuera poco, ¡he obtenido mi doctorado en la Complutense! Me he esforzado mucho para conseguir este momento. 27 de agosto 1964 Mañana partiré hacia el este, a tierras muy lejanas, con mi querido mentor Severo Ochoa. Siento un vacío en mi corazón sabiendo que estaré lejos de mi amor por mucho tiempo, qué tristeza. Mis deseos son que la investigación termine pronto para que pueda estar presente a su lado. 19 de octubre 1967 Mi viaje a Nueva York ha sido magnífico y la belleza que desprende el lugar es impresionante y los neoyorquinos son muy amables. Pese a que viajar es un camino duro, merece la pena moverse de tu país natal Además, mis investigaciones allí me han enseñado muchas cosas sobre la bioquímica. Pese a que me ha encantado estar allí, me ha costado mucho estar sin mi amor verdadero, Eladio Vi ñuelas, ¡y nos hemos escrito muchas cartas! Me encanta volver a estar a su lado. 7 de septiembre de 1968 ¡Me han contratado! Llevo mucho tiempo practicando para poder trabajar en este sitio, ¡voy a trabajar en la Complutense! Aparte de que me parece una universidad espléndida, es mi antigua escuela y la nostalgia llena mi corazón. Empiezo mañana, ¡qué emoción! 12 de febrero de 1974 Mi antiguo mentor, Severo Ochoa, me ha contactado. Gracias a su éxito, mi amable m entor  ha podido fundar un centro de Biología Molecular etiquetado como Severo Ochoa. Y, como me dijo que le agradó mucho trabajar conmigo en Nueva York, nos ha invitado a mí y a mi marido a trabajar en su centro. Como tampoco quiero dejar mi trabajo en la Complutense, iré solo por las tardes. 5 de julio 1989 ¡Qué éxito! Tras arduo trabajo, he podido descubrir el ADN del bacteriófago (Phi) 29. ¡Este ha sido un descubrimiento mundial! Además, mi marido Eladio ha salido de la investigación solo para poder tener el reconocimiento que merezco. ¡Qué amable y caballeroso! Nunca lo olvidaré. 20 de junio de 2019 Gracias a todos los que me apoyaron en su momento, me han concedido el premio al Inventor Europeo, ¡qué alegría! Estudiar Bioquímica fue lo mejor que me ha pasado en la vida y, estoy segura de que nada y nadie me va a robar el tiempo que me queda. Alicia Anguita Sánchez. 2º ESO

INCAPACES DE ELEGIR NUESTRO FUTURO

Con 18 te queda toda la vida por delante, tienes mucho que aprender, descubrir, experimentar… Apenas sabiendo nada de esta, la sociedad espera que seamos capaces de saber a qué nos queremos dedicar.  Solo una pequeña parte de los estudiantes tiene claro qué estudiar, pero ¿y qué pasa con el resto? La presión que sienten estas personas es inmensa, desde el momento en que hacen la EVAU tienen apenas un mes para decidir todo su futuro. Una decisión tan importante requiere de tiempo para meditar y plantear las diversas opciones.  Por todo esto, ¿realmente un adolescente tiene la capacidad de saber qué es lo que quiere estudiar? Según muestran varios estudios, más del 38% de los estudiantes se arrepiente de la carrera universitaria escogida, y un 34% deja los estudios o se cambia de carrera en el primer año.  Mucha gente se centra solo en la carrera universitaria y si realmente su carrera elegida es la adecuada, pero el problema viene de mucho antes. En la actualidad la elección de asignaturas que cursar comienza en 1º de la ESO. La nueva educación se basa mucho en asignaturas optativas y da a los niños la responsabilidad de escoger entre varias opciones de materias. En 1º, 2º y 3º de la ESO se empieza a decidir entre optativas como Tecnología, Ciencias de la computación, una segunda lengua extranjera… Los niños no tienen el cerebro bien desarrollado, este órgano termina de desarrollarse entre los 25 y 30 años, todavía no tienen la capacidad de elegir de manera inteligente. Entonces, ¿en qué criterios se basan los niños para decidir qué materias cursar? Muchos escogen aquellas asignaturas que consideran que van a ser más fáciles, otros se decantan por las que piensan que van a tener más tiempo libre y que van a poder jugar en clase…Es normal que creamos que estas asignaturas son en cierto modo insignificantes, es decir, que la opción por la que nos decantemos no va a suponer un gran efecto en nuestros estudios, pero sin que nos demos cuenta, poco a poco se van cerrando puertas y opciones. Pero es en 4º de la ESO cuando tu elección de asignaturas tiene un gran efecto en tu futuro. En este curso ya se debe escoger una modalidad, científica, humanidades, tecnológica… A partir de aquí hay asignaturas que ya no vas a volver a dar.  En Bachillerato ya todo cuenta para la EVAU y la carrera. ¿Qué pasa si estudias el bachillerato equivocado? Sí que es verdad que puedes cambiar de bachillerato durante el segundo curso, pero el esfuerzo que debes hacer para llevar al día las asignaturas es inhumano. Al fin y al cabo, has perdido toda la base que dan durante el primer curso. Lo mismo sucede si haces un bachillerato que luego no se corresponde con tu carrera.  Solo somos adolescentes, no podemos saber con certeza qué es lo que vamos a querer en el futuro. Cae una inmensa responsabilidad sobre nosotros y en muchos casos tomamos la decisión equivocada. Si no sabemos ni lo que queremos comer, ¿cómo vamos a tener la capacidad de decidir algo tan importante como los estudios?  Yo solo soy una simple estudiante que quiere seguir formándose y estudiando y que no quiere que toda su carrera profesional se vea marcada por una decisión que tomé con apenas 16 años. En un futuro, no quiero mirar atrás y estar arrepentida de la decisión tomada por no saber a qué quiero dedicarme.  Sara Gómez Vesperinas – 1ºBTO

La última llave

En estos momentos estoy corriendo a una velocidad que ni yo imaginaba qué pudiese correr. Por detrás dos figuras altas e imponentes me perseguían con rostros sombríos. Me dirijo hacia la Biblioteca Classense de Ravenna, allí encontraré todas las respuestas qué busco. Miro atrás y me percato de que las figuras están cada vez más cerca de mí. Cinco metros, tres metros… Tres días antes en el aeropuerto de Roma mi móvil sonó, un número con un prefijo estadounidense que nunca antes había visto. Estuve a punto de no cogerlo pero al final me convencí de que al menos podría escuchar las primeras palabras de la conversación. Cuando contesté, una voz profunda y pausada con un fuerte acento de la costa oeste me saludó. -¿Es usted Marco Ricci?- -¿Quién lo pregunta?- respondí desconfiado. -Mi nombre no importa. Lo que importa es que he encontrado algo…algo que podría cambiarlo todo. Un manuscrito antiguo, olvidado en las bóvedas de una biblioteca, escrito en una lengua que pocos entienden. Creo que usted puede ayudarme a descifrarlo. Estuve a punto de colgar, sonaba una de esas historias que solo buscan robar tu tiempo o tu dinero. Pero entonces la voz pronuncio un nombre que me dejó helado. -La biblioteca Classense de Ravenna tiene lo que buscas.- Ese nombre me resultaba inquietantemente familiar. Sabía que en esa biblioteca se guardaban textos prohibidos, historias antiguas y secretos que nunca tomé en serio… hasta ahora. -¿Cómo consiguió este número?- pregunté con voz trémula. Hubo un breve silencio y luego la voz respondió: -Sabemos más de lo que crees. Ravenna, dos días. No falte. La llamada se cortó antes de que pudiera reaccionar, y me quedé mirando el móvil sin comprender lo que acababa de ocurrir. Esa misma noche, en una pequeña cafetería cerca del Panteón en Roma, revisaba algunos libros de historia y notas, intentando encontrarle el sentido a la llamada. Fue entonces cuando una figura encapuchada se sentó frente a mí sin decir nada dejando sobre la mesa un sobre de cuero desgastado, sellado con cera roja. Inmediatamente después la figura desapareció en la penumbra. Con curiosidad y con una creciente sensación de peligro, abrí el sobre y encontré un fragmento de un pergamino antiguo con letras enigmáticas. Estaba escrito en una lengua que nunca había visto y, sorprendentemente, el pergamino parecía irradiar un suave calor. En el borde había una inscripción casi ilegible pero lograba distinguir una palabra: “Classense”. Fue ese fragmento, ese pedazo de misterio en mis manos, el que me condujo hasta Ravenna, como si el pergamino tuviese vida propia. Y ahora mientras corro hacía la biblioteca con las figuras pisándome los talones, aprieto el fragmento en mi bolsillo. Finalmente alcanzó las grandes puertas y sin detenerme a admirarlas, las empujo con todas mis fuerzas. El aire denso y frío del interior me envuelve, y mis pasos resuenan en la penumbra entre estantes antiguos. No hay nadie, miro a mi alrededor y me percato que hay dos antiquísimos globos terráqueos pero no puedo detenerme. ¿Dónde está la persona que debía esperarme? Las sombras parecen alargarse a mi alrededor, el eco de mi respiración es lo único que escucho mientras trato de detener el ritmo frenético de mi corazón. Las figuras han entrado también, avanzan despacio como si supieran que ya no tengo escapatoria, que ya nada puede salvarme. Desesperado saco el fragmento del pergamino del bolsillo, preguntándome qué habría pasado si nunca hubiera cogido el teléfono. Examino el fragmento con cuidado y me percato de que las letras se están moviendo por la superficie del papel como intentando decirme algo. Entonces lo siento, algo detrás de mí. Me doy la vuelta y me encuentro cara a cara con un anciano mirándome con un rostro severo. -Has venido- dice con una voz profunda- Has traído lo que nunca debiste tocar- Intento explicarle que yo no quería coger el pergamino, que vino a mí como un imán. Pero en cambio señalo a las figuras y murmuro:  -Ellos lo quieren- El anciano asiente sin mostrar sorpresa alguna. -Lo sé. Tú no eres al único al que han perseguido pero si te acercas a esas puertas quizás seas el último. Miro hacia donde ha señalado y me percato de que hay unas puertas de madera oscura con unos símbolos que parecen brillar débilmente. -Marco, el pergamino que tienes solo es una parte de la verdad, la clave para entenderlo todo está detrás de esa puerta. Es tu decisión si quieres entrar o no pero si decides pasar ya no habrá marcha atrás- me dice el anciano. Me he quedado en blanco, no sé si debería entrar. Puede ser qué no regrese o si lo hago puede que esté muy cambiado. No sé qué hacer pero el tiempo apremia. Unos segundos después me decido. Si no entro puede que esta decisión la tenga que hacer otro. Si tú no puedes cargar un peso sobre tus hombros no lo debería cargar otra persona. -Entraré- le respondo al anciano. Él me mira con una cara que no soy capaz de interpretar. Inmediatamente después abre una de las dos grandes puertas. En ese momento los grabados del pergamino empiezan a refulgir y me impulsan hacia delante, hacia la sala. Echo un vistazo dentro de la habitación y veo que hay un gran tomo con las páginas descoloridas por el tiempo. Coloco el pergamino dentro del libro y sus caracteres se traducen al italiano. Por fin entiendo lo que quería decir el anciano. Todo lo que creía que era cierto o daba por sentado ya no es lo que parece. Este pergamino explica los grandes misterios a los que la humanidad se ha enfrentado han quedado resueltos ante mis ojos, pero no solo veo eso. Hay una presencia que quiere entrar a lo que todos nosotros, las personas llamamos hogar. -No- gritó horrorizado. El anciano me mira con la cara pintada de compresión. Por fin sé lo que planeaba el hombre. Yo no solo soy el que le ha traído el

¿Te consideras más machista o más racista?

La diferencia que afrontan las mujeres entre llevar un trozo de tela para cubrir su rostro y no llevarlo radica en elegir si desean vivir en constante vigilancia, reprendidas por un cuerpo policial o ponerse un velo. Esta es la situación actual de la mujer en Irán. Si para algo tan insignificante como llevar un velo, las mujeres son detenidas y las agresiones de la policía son amparadas por la ley, ¿cuáles son las limitaciones contra la violencia hacia la mujer? Lo cierto es que en algunos países de Oriente, las interpretaciones incorrectas y radicalizadas del Corán que constituyen la ley, autorizan al marido de cada mujer a agredir a su esposa físicamente. Esto da paso a que miles y miles de abusos se pasen por alto en los tribunales de estos estados sin que nadie haga nada. Si lo máximo a lo que aspiran estos abusos es a generar titulares de noticias en occidente y vetos comerciales insignificantes de la ONU, quizá será porque desde nuestro cómodo sofá nos parece que el asunto no se desarrolla lo suficientemente cerca para afectarnos. En ese caso, hay zonas que disparan las estadísticas, y bastante cerca; sólo 3 de cada 100 mujeres que sobreviven al abuso lo terminan denunciando en Marruecos. Quizá esta falta de medidas con resultados útiles pueda explicarse por la negligencia de los políticos, como es el caso de Errejón, exportavoz de SUMAR y comprometido difusor de la ley de Sólo sí es Sí,  que ya acumula dos denuncias por agresión sexual que se han llevado a juicio, casi tan rápido como él ha hundido su propia carrera política vulnerando las ideas que él mismo utilizaba para dar lecciones a otros políticos. Es evidente que no se puede esperar dichas medidas útiles de personas cuya ética y honor pesa menos que sus palabras. Lo realmente preocupante sucede cuando se combinan ambos factores: negligencia política y extremismo islámico, como fue el caso de las violaciones a las más de 1400 mujeres menores en Reino Unido desde 1997 a 2013. Un grupo de taxistas de la comunidad pakistaní de Rotherham, que eran pertenecientes a pandillas de abusadores de origen asiático, violaban a mujeres adolescentes extorsionándolas a cambio de sus servicios. Durante todo ese tiempo, diversas investigaciones por especialistas se comunicaron al resto del cuerpo policial local sobre el caso ya habiéndose identificado los delitos, pero estos cuerpos hicieron caso omiso e ignoraron todo lo que se expuso por no ser calificados de racistas y evitar conflictos con grupos minoritarios.  Si debe ser considerado como un acto “racista” el de afirmar con hechos empíricos que hay grupos radicalizados islámicos en Asia que practican el abuso hacia las mujeres, entonces me considero muy racista (por favor, véase la ironía). Por otro lado, la policía local de Rotherham eligió voluntariamente ser menos “racista” a costa de ser definitivamente machistas al permitir toda una trama de abuso sexual gravísima hacia tanta cantidad de menores. ¿Y qué eligirán los dirigentes políticos en occidente, ser “racistas” o machistas?, ¿se centrarán en elaborar medidas que puedan solucionar los abusos o los seguirán dejando pasar? En el segundo caso, resulta difícil hacer que otros países cumplan normativas que no estén reconocidas en su ley, principalmente porque para que en Oriente se reciban sanciones, se debe tener un poder sancionador que sencillamente no tenemos, por la razón de que en Oriente hay petróleo y aquí no, además de que el propio cambio debe ser incentivado por las mujeres en esos países, puesto que emana de una cuestión cultural. Pero esta no deja de ser una obligación que supone tener un cargo político y si los políticos no demuestran ser capaces de proteger a las mujeres de las agresiones sexuales en el mundo, entonces, ¿quién lo hará?, ¿los partidos islamistas radicales en Irán?, ¿la comunidad pakistaní de Reino Unido?, ¿o los talibanes en Afganistán? Gonzalo Martín Díaz – 1ºBTO  

El valor de las personas

 Desde el inicio de la revolución industrial allá por finales del siglo XVIII, las fábricas y los trabajadores han sido figuras fundamentales a la hora de desarrollar sus actividades adjuntas. Sigue siendo esta la realidad a día de hoy, en pleno siglo XXI, en la que los trabajadores cumplen amplias jornadas laborales realizando, muchos de ellos, labores físicas exhaustas y en las que, para colmo, su salud mental y física acaba, en algunos casos, con sus vidas.        Me fascina, en esta línea, la labor y las prioridades del Gobierno; ¿cómo vamos a cuidarnos si ni siquiera ellos son capaces de aportarnos los materiales necesarios que no supongan un riesgo para nuestra salud? Puede parecer que esto, a lo largo de los años, ha ido mejorando y ya se ha terminado de erradicar; sin embargo, supone una realidad para algunos trabajadores actuales, que sin ellos saberlo se pasan las ocho horas laborales manejando piezas o inhalando sustancias que si no les provocan bajas laborales recurrentes, les provocan cáncer o la necrosis de ciertos tejidos que desemboca en amputación.        En este contexto, cuesta no imaginarse a una familia llorando por la muerte de un ser querido; una mujer que no puede evitar culparse ante de falta de atención que prestó a su marido en sus últimos meses de vida, unas hijas que crecerán sin una figura paterna o unos padres que reclaman una solución urgente ante esta situación y un largo etcétera de consecuencias que parecen no estar a la altura ni merecer la pena para aquellos a quienes solo les importan los números rojos y cumplir con su cometido para mantenerse en su puesto.        Tras todo lo dicho, solo siento una profunda decepción por las prioridades del Gobierno, pues todo queda regulado por las normativas vigentes, y las de los altos cargos y las decisiones que toman, porque parece que lo barato y rápido, sin tener en cuenta las vidas que esto pueda acarrear, prevalece en todo momento por encima de una vida humana; al final si va a ser verdad que nos comportamos como verdaderos animales y no como seres humanos. Lucía Muñoz Marchante – 2º Bachillerato

Nuestro peor enemigo, el aburrimiento

¿Hemos perdido la capacidad de estar aburridos? En este mundo tan interconectado en el que siempre que tenemos un rato libre cogemos el móvil, abrimos las redes, leemos no sé qué o miramos no sé cuál. Es completamente imposible aburrirse. Esto de primeras podríamos pensar que es muy positivo porque el aburrimiento es un sentimiento desagradable que obviamente queremos evitar, pero si cogemos distancia es supernegativo porque evita que pensemos de manera creativa para buscar solución a esta emoción. La lucha contra esto no es nueva, a principios del S. XIX creamos entretenimiento masivo para solucionar uno de los grandes problemas de los obreros industriales, la monotonía de sus actividades. Sin embargo, con el tiempo la situación se ha desfasado y el entretenimiento ha dejado de servir para despejar la mente de vez en cuando, convirtiéndose en una actividad “obligatoria” cuando tenemos un día libre.  Esto no es tan grave, porque nuestra capacidad cognitiva sigue siendo buena y podemos seguir nuestras actividades “obligatorias” con normalidad. El problema viene con el uso masivo de las redes sociales, que están hechas para generar adicción. Estas provocan que nos acostumbremos a muchísimo contenido corto, de poca calidad. Con lo cual, cuando tenemos que estudiar para un examen, ver una serie o, escuchar música,; nos aburrimos porque nos parece que va muy lento y no somos capaces de concentrarnos únicamente en esa actividad.  En un estudio de la Universidad de Carnegie Mellon realizado a 136 estudiantes, comprobaron que los que realizaban una tarea y eran interrumpidos por mensajes en su teléfono móvil, hacían la tarea un 20% peor que aquellos que no tenían ninguna distracción. Además de todos los efectos perjudiciales que tienen las redes en nuestra concentración, las  solemos usar cómo vía de escape a nuestros problemas. Vivimos en una sociedad que supuestamente normaliza los trastornos mentales, pero luego cuando se trata de nosotros, huímos de nuestros pensamientos y de los problemas.  Lo peor es que no somos conscientes de esto, creemos que descanso es igual a entretenimiento, y por eso llenamos cada trayecto en transporte público, cada hora antes de dormir, cada comida y cena con contenido de Youtube, TikTok o Instagram. Sin embargo, estamos llenando nuestra cabeza de más estímulos. Recuperar la capacidad de aburrirnos no es tarea fácil en la actualidad. Hay que empezar a ver esos momentos de vacío como una ayuda para reconectar con nuestra creatividad, para desarrollar nuestra paciencia, y lo que es más importante para aprender a estar en paz con nosotros mismos y con nuestros pensamientos. A lo mejor es hora de redescubrir el valor del silencio, de la observación y del tiempo sin un propósito inmediato como una forma de recuperar el equilibrio en un mundo que parece no detenerse nunca. Paula Moro – 1º BTO

Caballo

    Daniela Conde – 2º ESO