Peseta Street Journal

Filosofía científica y ciencia filosófica

Filosofía, del griego ‘Philosophía’ (el amor a la sabiduría); y es que no es casualidad que el origen de esta palabra sea la civilización griega. La cultura helenística se considera una de las mayores fuentes de desarrollo intelectual, artístico y humanístico del ser humano. La sociedad de aquella época ya conocía en gran medida el mundo que les rodeaba. Y es que Pitágoras, Tales, Euclides, Sócrates, Platón, Aristóteles, y un sinfín de pensadores de la época se guiaban por un solo principio: ‘el amor a la sabiduría’. In illo tempore, el pensamiento científico y filosófico no se encontraba disgregado como actualmente, pues se centraban en contestar a las grandes preguntas mediante el pensamiento y la experiencia. Sin embargo, con el paso del tiempo, el conocimiento científico se distanció del filosófico por el desarrollo de un método más riguroso y empirista, mientras que la filosofía tendió hacia la reflexión y el pensamiento crítico. Por lo tanto, el pensamiento filosófico ha perdido lo que se demanda en la sociedad actual, el utilitarismo. Pues el pensamiento crítico y la reflexión no aporta ningún beneficio material. Por el contrario, las ciencias como la medicina, la física, la química o las matemáticas provocan el progreso social mediante el desarrollo de la tecnología y el conocimiento de lo que nos rodea. Ergo, ¿sería conveniente suprimir la filosofía de los planes de estudio? La realidad es que en la sociedad actual no sería necesaria, pues los principios que la gobiernan a gran escala son el beneficio personal, el materialismo y el utilitarismo. Es vox populi defender la filosofía de los planes de estudio mediante los principios de reflexión, moral y pensamiento crítico que aporta la filosofía. Por lo que da la sensación de que los alumnos que no cursan esta asignatura carecerán de estos tres principios durante su vida, dando lugar a una sociedad más fría y fácil de controlar. Estos argumentos, a priori vistos como una forma contundente de defensa hacia la filosofía, son una forma de elitismo social provocada por el desprecio hacia el estereotipo inmoral de las ciencias. La realidad es que el razonamiento filosófico puede ser desarrollado por cualquier persona. De la misma manera que cualquier persona tiene la capacidad de pensar y razonar, esta puede desarrollar su capacidad crítica y moral mediante la lectura, no exclusivamente mediante la enseñanza. Por el contrario, es esencial que la filosofía persista en los planes de estudio para incentivar a los alumnos a la reflexión y a la lectura de otros pensadores de la historia de la humanidad, y de esta forma fomentar el desarrollo moral de estos. Por ello, la filosofía es necesaria, y ya no solo para el estudiante de bachillerato, sino para el propio ser humano. La alegoría de la caverna de Platón sintetiza a la perfección lo necesario que es la filosofía, ya no solamente por la necesidad de la sociedad de salir de su realidad, sino por el deber del filósofo a enseñarles el camino para salir de esta. Así como el científico que realiza un nuevo descubrimiento siente la necesidad de explicárselo a los demás mediante artículos y textos científicos, el filósofo necesita mostrar su razonamiento a los demás mediante ensayos, alegorías o la propia enseñanza. Una vez más, la ciencia y la filosofía se encuentran estrechamente unidas, y es que no se puede concebir ninguna realidad en la que se de una completa escisión de estas dos disciplinas. Quizá la solución más razonable sea la de recuperar esa estrecha relación entre ciencia y filosofía que existía antaño en la biblioteca de Alejandría; pues al fin y al cabo ‘Philosophía’ significa ‘el amor a la sabiduría’.   Autor: Alejandro Rodríguez García

Ella bailaba

Ella bailaba, simplemente no paraba de bailar, de moverse; de vivir. Ella bailaba, y con ella sus pensamientos revoloteaban por el aire, el cielo y las nubes, formando constelaciones de sueños, danzando al son de su ritmo, esperando el momento idóneo para ser perseguidos por su dueña. Ella bailaba, encantaba al mundo con su movimiento, agitaba las mentes de unos y despertaba los recuerdos de otros. Mientras bailaba, llenaba de flores el jardín de su mente. Las cuidaba. La regaba. Le gustaba verlas crecer, pero aun así, no era lo que más la preocupaba. Ella bailaba, y sus flores sacudían sus tallos, dejando libres sus pétalos al viento, sin preocupación alguna, ajustando sus hojas al movimiento. Otoño. Época de disfraces, botas de agua y charcos. La niña desliza sus pies por el barro. Relevé, plié, développé y grand jeté; bailando las hojas empezaron a caer. Una, dos, tres piruetas. Las primeras flores caen muertas dentro de su cabeza. Ella bailaba, mientras las flores se volvían marchitas, no se rendía, no paraba, estiraba sus manos como agarrando margaritas. Ella bailaba, aunque sabía que aquello mataría sus flores, lo sabía, pero no paró, porque bailando se sentía como nunca antes: libre; viva. Finalmente las flores se derrumbaron en su mente, su cuerpo incapaz de dar una vuelta más, exhausta por haber vivido alegre y feliz. Su cuerpo descansa sobre el pasto, las flores de su mente haciendo su camino de vuelta al espacio. No llora. No llora porque en su recuerdo ella baila eternamente. Sonríe de manera alegre pero sin fuerzas, las flores siguen y seguirán muertas. Mientras pierde la consciencia, sonría embelesada, porque aunque ya no viva, ella bailaba. Claudia Nieto

Ara Malikian 15.

Modesto, sincero y auténtico. “No quiero tener que venir para que te vean. Y no quiero que sientas que no tienes un hogar, y no quiero verte así, porque yo también fui un refugiado, huí de la guerra, tuve hambre, frío, miedo. Y me ayudaron, y pude salir adelante”. Con estas palabras da comienzo el concierto del violinista libanés Ara Malikian, en un vídeo en colaboración con la ONG “Acción contra el hambre”, mostrando imágenes de su primer viaje al Líbano desde que lo abandonó. Este video da a conocer la campaña de sensibilización llevada a cabo por el músico junto a esta ONG, además de colaborar donando un euro por cada entrada vendida de sus conciertos de fin gira, el propósito es que vaya destinado al apoyo alimenticio de los refugiados del Líbano. El concierto es un viaje musical, que celebra su decimoquinto año viviendo en España. Hace un recorrido de su vida como violinista desde que salió del Líbano hasta ahora, acompañando las obras de pequeñas anécdotas con un toque irónico que saca la risa del público. Desde el Líbano hasta España pasando por Alemania e Inglaterra, países a los que llegó muy joven y sin apenas conocer la cultura o  el idioma. Lo más llamativo es su repertorio, que no podía ser más amplio. En él encontramos desde rock, con grupos como “Led Zeppelin” y “Radiohead”, pasando por artistas flamencos, como Paco de Lucía y Lola Flores, hasta los clásicos como Bach o Vivaldi. Además incluye obras compuestas por él, destacando un entrañable vals que le compuso a su hijo, cuando todavía estaba en el vientre de su madre, “El vals de Kairo”. Utilizó una comparación con el jamón ibérico, por el cual, dice, siente una gran debilidad a pesar de admitir ser vegetariano. Explica que no entiende porqué de que los españoles acompañemos algo tan sabroso y delicioso como el jamón ibérico, con algo tan seco e insípido como los picos de pan, alimentos que luego ligó a las piezas que iba a interpretar, asociando el jamón con grandes obras de autores como Paco de Lucía o  Vivaldi, y los picos a sus propias composiciones dejando en evidencia su modestia. Aunque el concierto finalizó con un par de piezas de propina, la obra de cierre original, un aria de J. Sebastian Bach arreglada por Ara Malikian, fue tocada por el violinista y su orquesta en memoria de todos los atentados y acciones violentas que se están cometiendo por todo el mundo. Una muestra más de su preocupación por la sociedad mundial, expresada de forma sincera. Ara Malikian es un músico conocido internacionalmente por su capacidad de tocar piezas de todos los registros musicales, desde las obras más clásicas hasta temas actuales, siendo accesible a un público muy diverso respecto a los gustos, edades, culturas, etc., lo que convierte sus conciertos en un acto al alcance de cualquiera que quiera asistir a un concierto para violín y orquesta poco convencional. A pesar de haber sido numerosas veces criticado por no seguir los cánones de un violinista o  instrumentista profesional, así como postura o actitud, él prefiere seguir haciendo lo que más le gusta como más le gusta, siendo fiel a sí mismo. “Unos salen del armario, yo salí del foso”, dice, refiriéndose a la zona donde se sitúa la orquesta en una representación musical, admitiendo que se siente libre de poder seguir bailando y saltando mientras toca, seña de identidad de este violinista tan particular.