Peseta Street Journal

El balance entre la justicia y la compasión

A pesar del avance de la sociedad, el año pasado 883 personas fueron asesinadas por la condena a pena de muerte, un arcaico castigo utilizado para rendir justicia, que sorprendentemente en la actualidad sigue en vigor en numerosos países del mundo. Específicamente, esta sentencia consiste en la ejecución de una persona que, de acuerdo a un juez o un tribunal, es considerada culpable por haber cometido un delito grave. Sin embargo, ¿en serio tenemos el derecho de privar a alguien de su vida incluso aunque haya cometido los crímenes más atroces? y ¿de veras podemos llamar justicia a un sistema que promueve la venganza y la violencia más extrema? Por muy atroz que sea el delito, la muerte no es una forma de justicia. Es más, la pena capital es una condena que contradice los valores fundamentales de derecho a la vida y a la dignidad humana. Es considerada la forma más cruel, atroz y degradante de sentenciar a alguien, no solo por la violación hacia su persona, sino por todo el sufrimiento que genera a esta misma y a sus allegados desde el momento del veredicto. Aparte, la pena de muerte es un acto incoherente e irreversible, puesto que siempre cabe la posibilidad de que haya errores judiciales. Como seres humanos, todos cometemos fallos, y el sistema legal no es una excepción. La pena capital es un castigo injusto, que ha provocado que haya numerosos casos de personas condenadas a muerte erróneamente. Este hecho pone en evidencia la fiabilidad del sistema, por no hablar de la horrible tragedia de arrebatarle la vida a alguien inocente. Por otro lado, la pena de muerte como sentencia no ha demostrado ser un método efectivo de disuasión contra el crimen. Numerosos estudios han confirmado que las tasas de criminalidad no disminuyen significativamente en los países donde se practica la pena capital. En cambio, la inversión en programas de prevención del delito, rehabilitación y reinserción social ofrecen alternativas más efectivas y humanas para disminuir las tasas de criminalidad. La aplicación de la pena de muerte también es un recurso muy discriminatorio. Las personas de color, las minorías étnicas y las de bajos recursos tienen más probabilidades de ser condenadas a muerte que aquellos con privilegios económicos y sociales. Esto refleja una profunda desigualdad en el sistema legal y hace que la confianza en la imparcialidad de la justicia disminuya. Por todo ello, todos merecemos una segunda oportunidad y la posibilidad de seguir adelante, independientemente de nuestros errores pasados. La muerte como castigo definitivo niega esta opción y nos priva por completo de la oportunidad de aprender de nuestros errores y contribuir positivamente a la sociedad. Porque una cosa es rendir justicia y otra muy diferente es atentar contra los derechos humanos. Laura Muñoz Guzmán – 3º ESO

Qué te estamos haciendo, querido Carabanchel

Desde que tengo uso de razón y sé lo que está bien y lo que hay que mejorar, el barrio del PAU de Carabanchel está decayendo poco a poco, ya que hemos dejado de preocuparnos de pequeños problemas que han ido creciendo con el paso del tiempo. Por ello pido que se mejoren tres aspectos cruciales en este barrio: el transporte público (autobús), los carriles bici y la seguridad de nuestro barrio, ya que está claro que el barrio del PAU de Carabanchel necesita una mejora. En primer lugar, durante los últimos años, el transporte público en Madrid ha traído consigo la palabra “problemas”. El transporte público necesita mejoras, y las necesita ya. Debemos aumentar el número de autobuses, ya que con los que tenemos, la gente llega tarde, porque los que hay son muy lentos. Además, según cuenta un artículo de Newsletters, nuestro barrio ha denunciado a la EMT debido a los retrasos y las aglomeraciones de los autobuses. Estos también deben reducir el consumo de petróleo y hacerlos híbridos o eléctricos, pero tan solo hay 800 en Carabanchel de los 2102 autobuses que pasan por nuestro barrio. Hemos hablado sobre transportes que necesitan cambios, pero la bici no es uno de ellos. La bici siempre ha sido un buen medio de transporte, sin necesidad de consumir combustibles, pero opino que, en Carabanchel, el problema no es la bici, sino el carril. Según un artículo del portal web del Ayuntamiento de Madrid, han renovado 2,6 kilómetros de carril bici en la Peseta, pero no lo han hecho en Carabanchel. Otro gran problema es que no se respetan las normas del carril y eso produce accidentes. Según un experto de la empresa de bicis Scott, llamado Carlos Martínez, los accidentes han aumentado en los últimos años, habiendo 446 en 2023 y 810 en 2024 registrados. Creo que deberíamos contribuir a proyectos que nos ayuden a ser más sostenibles, como el del carril bici, asfaltado y poniéndole cámaras y no dejarlos atrás. Por último, uno de los grandes dilemas del barrio es su seguridad, y es que en el pasado año, de 4,4 millones de llamadas al 112 en Madrid, el 23% requería la actuación inmediata de la policía. Este año, un estudio ha confirmado que Carabanchel es el cuarto barrio más peligroso en toda Madrid, por razones violentas, como las bandas o las peleas. Ya se ha detenido a mucha gente, la mayoría menores, y esto es debido a gente que ha conseguido manipularlos para realizar actos de vandalismo, como afirma Telemadrid. Este problema es una herida que siempre permanece abierta y lo único que podemos hacer es ponerle una tirita, aumentando el número de patrullas en Carabanchel. Ya se ha aumentado el número de patrullas en distritos como Puente de Vallecas o Latina. Otra idea son los nuevos dispositivos, parecidos a las cámaras, que se ponen en diferentes zonas de Carabanchel para controlar a las bandas. La conclusión que saco con esto, es que el Gobierno no está cuidando el barrio y están tomando muy malas decisiones -que pueden ser perjudiciales- con los autobuses, los conflictos y el carril bici, asuntos que son muy importantes en nuestro barrio y comento esto porque yo lo pienso, al igual que mucha gente, y no vale solo con pensarlo, hay que ponerlo en marcha. Javier Calderón Díaz – 1º ESO