Peseta Street Journal

Ostentar un alto cargo público en la sociedad actual es una suculenta recompensa por varios motivos, como son el prestigio recibido, las interacciones con personas de mayor estatus o, por supuesto, la posibilidad de acechar sobre las arcas públicas de la organización para la que se trabaja. Sin embargo, la caída de un representante como Luis Rubiales no ha de atribuirse únicamente a haber sucumbido a estas tentaciones.

En la misma línea, han sido varios los actos clandestinos en un inicio de este personaje público, que incluyen la organización de fiestas privadas pagadas con dinero de la Federación o el traslado de un torneo nacional a un país marcado por la ausencia de derechos sociales, todo lo cual realizado por motivaciones meramente económicas. Ello sólo significó la erosión de su figura, pero el punto de inflexión para su imagen comenzó en el Mundial femenino de fútbol, cuando, en representación de un país, realizó un gesto inapropiado junto a representantes del Estado, y también aprovechó la superioridad de poder para besar a una jugadora. Imágenes que han conseguido dar la vuelta al mundo, ofreciendo una lustrosa imagen del país representado y generar la suficiente presión social como para lograr el efecto deseado: su tardía dimisión.

Igualmente, esta falta de principios relacionados con la responsabilidad hace que nos preguntemos como sociedad lo que estamos haciendo mal al elegir a nuestros representantes ¿Acaso no deberíamos percatarnos mucho antes de lo que hacen y no asombrarnos después? Sin embargo, y como siempre, llegamos tarde.

Daniel Asenjo 2º Bachillerato