La electricidad brota incesantemente hasta encender una pequeña chispa en mi corazón, como si de sangre se tratara. Si un ser humano no sobrevive en ausencia de sangre ¿podría de la misma manera no sucumbir una bombilla ante la falta de electricidad?
Excesos y escasez, límite y libertad ¿Hay acaso solución correcta ante esta situación? Si bien la limitación de precios abarata el coste de la factura eléctrica, ¿supone esto que tras un determinado consumo ya no habrá más luz para todo aquel que lo agote en su totalidad? En caso de que esa situación no sea posible, ¿quién pagará los excesos?
Limitar los precios de la luz es como poner una tirita en una rotura de hueso, tomar ibuprofeno para una enfermedad terminal: inútil. El hueso seguirá roto a pesar de la tirita, la enfermedad terminal no desaparecerá mágicamente tras tomar un medicamento cualquiera, al igual que el coste de la luz no se abaratará tan solo limitando su precio.
Esta tan solo es una excusa, una forma de hacer pensar que estamos pagando menos, cuando realmente ese porcentaje que creíamos no tener que pagar lo acabamos pagando mediante impuestos. Por ello, no debemos dejar que la bombilla no luzca por falta de electricidad, al igual que no cortarías el riego de sangre de una persona por vagas
promesas.
Marina García Sánchez. 2º Bachillerato