Era un 24 de diciembre de 1984. Henry se dirigía a comprar la comida y la decoración de la cena de Nochebuena. De repente oyó algo no muy habitual por donde él vivía, eran unas sirenas de policía. Henry se preguntó a por quién vendrían y, sin darse cuenta, gritaron su nombre.
-¡Aquí está!- gritaron los policías.
-¿Yo?- preguntó Henry confundido.
-Sí, usted, entre al coche, que le llevamos a comisaría- dijeron los policías. Confundido entró al coche.
Cuando llegaron a comisaría Henry pidió llamar a su mujer, Mary Cooper. Ella tampoco entendía nada, pero le dijo que no se preocupase, que todo saldría bien, y que estuviera atento
de por qué se le acusaba y de cualquier detalle que dijeran el detective y los policías. Pasó la noche en comisaría. Mientras tanto su mujer buscaba un buen abogado para el juicio, que se daría el día 27 de diciembre porque era el día de Navidad y al día siguiente era
festivo. Cuando se despertó le empezaron a contar el motivo de la acusación.
-Señor Cooper, a usted se le acusa de ser el asesino de Rose Davis- le informó el detective.
-Pero, pero…yo nunca mataría a nadie, lo juro- respondió Henry con los ojos llorosos.
El detective le dijo que tendrían que seguir investigando el crimen.
Ya era 27 de diciembre, el día del juicio. Mary se dirigía al lugar donde se celebraría junto a su abogado. Al mismo tiempo a Henry le metían en el coche de policía. Cuando llegaron al juzgado, el juez Logan Jones le hizo alguna pregunta, mientras que Mary estaba allí viendo todo lo que pasaba.
-Buenos días, señor Logan- dijo Henry nervioso.
-Buenos días ¿Cuántos años tiene, señor?- -43 años, señoría-respondío Henry. -¿Y usted cómo se llama?- le preguntó al abogado.-Mi nombre es Michael Brown, señoría-
-Como ya sabréis, al señor Henry Cooper se le acusa de asesinar a la señorita Rose Davis, el día 23 de diciembre, en el banco de St Ann’s Road- les contó el juez.
Henrry seguía sin entender nada. No sabía ni dónde estaba esa calle, pero pensó que lo correcto sería dejar que el abogado hablará por él.
El señor Brown empezó a hablar del caso, le dijo que el señor Cooper no era y le dio algunos argumentos. Luego le pidió a Henry que hablara también, pero como estaba muy nervioso no sabía lo que testificaba. Al señor Logan Jones no se le notaba muy convencido de
lo que decían. Llegó el final del juicio y el juez tendría que dar su veredicto sobre el caso. Todos estaban nerviosos y se preguntaban qué pasaría, si le declararían culpable o inocente.
El abogado sentía que lo había hecho bien cuando de repente… -Usted, señor Cooper, es culpable de la muerte de Rose Davis-. -¡Qué!, ¿cómo?, ¿yo?, ¿por qué?- se preguntaba Henry aterrado y confundido.
Mary estaba llorando, no sabía cómo le explicaría esto a sus hijos, a su familia y a sus amigos, todos creerían que su marido era un asesino. Pasaron unos días, Henry estaba solo en la celda de la cárcel, preguntándose en qué momento algo que nunca había pasado había podido cambiar su vida. Mientras tanto, el señor Brown estaba en su casa continuando con el caso porque no se sentía satisfecho con el
veredicto del juez. Entonces, súbitamente, algo inesperado sucedió. -Rin, rin, rin- sonaba el teléfono del detective Paul Smith. -Hola, señor Smith- saludó alguien con una voz un tanto sospechosa. -Buenos días, ¿quién es usted y por qué llama a este número?-
Le dijo que era alguien con información que le podría interesar. El señor Paul, que era el que ayudaba al señor Brown en sus casos, no entendía nada pero siguió la conversación. El señor
le preguntó si se acordaba del caso de Henry Cooper, confundido respondió que sí. Entonces le contó que tenía un vídeo de las cámaras del lugar del asesinato, en las que se puede ver la cara del asesino. Entusiasmado, el señor Smith llamó a Michael para contarle lo sucedido. En cuanto el señor Brown oyó eso le pidió que consiguiera el vídeo lo antes posible. Volvió a llamar al número y el señor sospechoso le dijo que se lo mandaría por correo. En cuanto miró
su buzón ahí estaba la prueba del delito. Volvió a llamar al señor Brown, y le contó entusiasmado que tenía el vídeo y que convocase otro juicio. Michael lo hizo. Ese juicio se celebraría el 9 de enero.
Llegó el día, y todos, esta vez menos nerviosos, se dirigían al juzgado. Cuando llegaron se volvieron a presentar, y comenzó el juicio. El abogado enseñó el vídeo y no quedó ninguna duda de que el verdadero asesino era Tomas Taylor, el tío de aquella chica. Por lo tanto, el juez declaró inocente a Henry. Tras el juicio, el señor Cooper agradeció al detective y al abogado su buen trabajo, y se fue feliz a su casa con su familia después de aquella desagradable experiencia.
Adriana Casado. 2º ESO