Las especies invasoras son aquellas que llegan a un hábitat distinto al suyo, ya sea de forma accidental o intencional. Aunque a primera vista esto pueda parecer ofensivo, la realidad es que representa un serio peligro para las especies nativas de esos ecosistemas. El problema principal radica en que las especies invasoras alteran las cadenas alimenticias y ocupan los espacios vitales de las especies originarias, lo que puede desequilibrar demasiado el entorno.
En los últimos años, España ha visto la llegada de varias especies invasoras de animales como la tortuga de Florida, la rana toro, la cotorra gris y la de Kramer, el mosquito tigre, el mapache, el visón americano, el cangrejo rojo, el siluro y la avispa asiática. Aunque pueda parecer inofensivo, estas especies alteran las cadenas alimenticias y ocupan los hábitats de las especies nativas, poniendo en peligro el equilibrio de los ecosistemas.
La llegada de estas especies tiene causas variadas. Aunque algunas llegan por fenómenos naturales, se estima que el 90% lo hacen por acciones humanas, ya sea de forma intencionada o accidental.
Algunos motivos naturales por los que estas especies se desplazan incluyen cambios en el clima de sus hábitats, que las obligan a migrar hacia otras zonas en busca de mejores condiciones y, en el caso de las especies marinas, fenómenos como corrientes oceánicas o tormentas pueden alterar su entorno y provocar que deban desplazarse a nuevas áreas para sobrevivir.
Entre los motivos relacionados con la actividad humana se encuentran la liberación de mascotas, que permite a estas especies establecerse en nuevos lugares y el transporte y el comercio internacional, donde los animales pueden viajar accidentalmente en lugares como bodegas de aviones o contenedores de mercancías.
Un ejemplo de este motivo ocurrió cuando un barco que transportaba madera desde Japón a Estados Unidos trajo insectos que, al no tener depredadores en su nuevo hábitat, desestabilizaron el ecosistema estadounidense.
Los daños que estas especies causan son muchos, pero hay varios que se pueden destacar.
Para comenzar, en cuanto al daño al ecosistema, las especies invasoras compiten constantemente con las especies locales por recursos y alimentos, lo que en ocasiones puede llevar a la desaparición de las especies nativas. En el caso de la depredación, algunas especies invasoras cazan a las locales, alterando el equilibrio del ecosistema e incluso provocando la extinción de algunas especies, especialmente si la invasora no tiene depredadores naturales en el nuevo hábitat.
En segundo lugar, en cuanto al impacto económico que tienen, hay muchas especies invasoras como lo son las plantas, animales o insectos, que al llegar a los lugares donde no habitaban antes causan grandes problemas, principalmente debido a que cuestan mucho dinero. En 2023, el estudio que realiza cada cuatro años la ONU, dió como resultado un gasto de unos 390.000 millones de euros al año en ellas, porque dañan la naturaleza y cambian los ecosistemas afectando a los animales y plantas de ellos. Y no solo afectan a lugares, sino también a humanos. Un ejemplo en el que se puede apreciar esto fue una vez en la que unos pastos fueron llevados a Hawái desde fuera, y ayudaron a que incendios forestales afectaran más y fueran mucho peores. Esto afecta mucho a comunidades que dependen directamente de la naturaleza, como los indígenas. Las especies invasoras son difíciles de controlar y los humanos somos los que mejor podemos ayudar, aportando dinero, por lo que el gasto en ellas y su control es muy grande.
En tercer lugar, con respecto a los efectos sociales que tienen estas especies, nos afectan directamente a nosotros. Más del 80% de los problemas que causan empeoran tanto nuestra calidad de vida como los recursos que vienen directamente de la naturaleza. Se puede observar cómo afectan en cosas como nuestra comida, el agua potable, la salud… Y como ha sido mencionado anteriormente, afectan a comunidades menos avanzadas como la indigena, que depende mucho de la naturaleza. Por ejemplo, el mosquito tigre puede transmitir enfermedades como pueden ser la chikungunya y la avispa asiática afecta a las abejas, dañando la producción de la miel (que al fin y al cabo, acaba siendo para los humanos).
En adición, algo que se ha podido observar más recientemente son las causas relacionadas con la globalización. Esta ha acelerado el movimiento de personas, embarcaciones y mercancías, pudiendo facilitar la expansión de especies invasoras. A través de aguas de lastre, actividades en la agricultura e incrustaciones de barcos, muchas especies se trasladan accidentalmente a distintos ecosistemas. El turismo y los canales de tránsito internacionales también son vías clave para la introducción de los mismos en otros ecosistemas.
Para continuar, en cuanto a estrategias de control y prevención, hay muchas que se aplican en la actualidad para evitar el peligro que estas especies provocan a la biodiversidad, como pueden ser la educación pública para prevenir su propagación, métodos de erradicación químicos, biológicos y mecánicos y políticas que incluyen legislaciones y algunas medidas de cuarentena en fronteras. Estas acciones que son adaptadas para diferentes casos, son esenciales para proteger los ecosistemas.
Con respecto a ejemplos de éxito o fracaso en el control de especies invasoras, se han podido ver diversos resultados. Entre los éxitos destacan la eliminación de la almeja asiática en Teruel y la erradicación de la malvasía canela en varias partes de España. Sin embargo, ha habido casos que han sido un fracaso, como por ejemplo el plan anti-cotorras en Sevilla, que no logró reducir sus poblaciones, y la expansión imparable de pez león en el Mediterráneo. Estos últimos ejemplos evidencian la complejidad de este tipo de desafíos y demuestran que no se pueden eliminar estas especies de un día para otro. En conclusión, estos casos resaltan la necesidad de unas estrategias más efectivas y mejor adaptadas a cada especie para proteger los ecosistemas.
En cuanto a la relación del cambio climático con las especies invasoras, forman una combinación peligrosa que amenaza la biodiversidad. El calentamiento global facilita la expansión de las especies y en algunos casos la provoca. Por lo general, estas se adaptan rápidamente a nuevas condiciones y desplazan a las nativas con mucha facilidad. Este fenómeno altera los ecosistemas, incrementando riesgos como los incendios forestales y la liberación de toxinas. Actualmente es esencial abordar ambas amenazas de forma conjunta para proteger el medio ambiente.
Para continuar, en cuanto al rol de las especies invasoras en enfermedades emergentes, estas contribuyen a su aparición, como pueden ser los vectores patógenos para humanos y la fauna silvestre, como el mosquito tigre o el mapache europeo. Estas especies aumentan los riesgos de zoonosis y epidemias, que son agravados por su rápida expansión y efectos en los ecosistemas. Monitoreo, políticas restrictivas y educación son clave para mitigar su impacto en la biodiversidad y la salud pública.
Por último, con respecto a beneficios de las especies invasoras, aunque no lo parezca, algunas especies pueden llegar a ofrecer ciertos beneficios inesperados, como proporcionar hábitats a la fauna nativa, ofrecer recursos alimenticios para aves y contribuir a la polinización en la agricultura. Sin embargo, sus efectos negativos suelen ser más significativos, por lo que es esencial evaluar cada caso con cuidado para equilibrar los beneficios y la conservación de la biodiversidad.
En conclusión, las especies invasoras son una gran amenaza global que afecta a la biodiversidad, la salud y la economía. Su expansión, impulsada por la globalización y el cambio climático, desestabiliza los ecosistemas y requiere unas estrategias de urgente control y prevención. En este sentido, existen algunos casos que fueron todo un éxito, al igual que hubo casos que fueron todo un fracaso debido a su complejidad. La colaboración entre gobiernos, comunidades y ciudadanos es esencial para minimizar el impacto de las especies invasoras y proteger el equilibrio económico.
Álvaro Guerra y Alejandro Florenciano – 3º ESO