Peseta Street Journal

¡Ah!, la dulce poesía renacentista… Pese a lo que opinen otros grandes autores, sin duda es la mejor de todas las épocas habidas y por haber. Pero antes de nada, me presento: soy Garcilaso de la Vega.

En primer lugar, quería dar las gracias a mi amigo Juan Boscán,  quien me insistió para que visitara Nápoles y conociera la literatura italiana, que era muy diferente de la castellana. Obviamente, la volví a retomar, al encontrarme con grandes poesías de autores como Petrarca. Era una maravilla tan preciosa como una perla, que te inducía a exponerla sin pensarlo. Con esos endecasílabos hacía que los versos ya no fueran tan artificiales; la mejor época sin duda. Cuando volví a España, ya no podía dejar de pensar en esos metros y estrofas; cambié toda la literatura castellana, cambié la forma de ver y expresar los poemas. Era un Dios de la literatura, y no nos olvidemos de cómo empecé con el nacimiento de todos los versos endecasílabos. Ya no los aceptados hasta el momento, yo firmemente me impuse: una verdadera patraña; versos octosílabos, totalmente pueblerinos, aburridos, descuidados, nada que ver con lo actual.

La Edad Media, una forma de fastidiar a la literatura y dejarla en ridículo; siempre poniendo en un pedestal a la religión, eso no puede ser. Sin embargo, la literatura de estas fechas pone en el centro del universo al hombre; a quien se le añade la naturaleza idílica, la mitología, el amor, la ausencia, el paso del tiempo… ¡Esto sí que son buenos temas! ¡Oh, y cómo olvidarnos de mis queridos sonetos, o mi queridísima lira, la estancia o los tercetos encadenados! En su interior, siempre dejaba un hueco para mi musa: mi querida Isabel Freire de Andreani, secreto que pocos sabían, ya que tenía el seudónimo de “Elisa’’, una pastora que se tenía que enfrentar al amor. ¡Arte, puro arte! Y, para ello, tuve que afrontar un presupuesto costoso que mereció mil veces la pena. Sin embargo, dado que yo me llevaba muy bien con todas las personas de la corte — alguien tenía que financiar todos mis proyectos…-, esto pudo hacerse realidad.  Eso me supuso varios problemas que, al final, fueron diminutos en comparación con las ganas que yo tenía de escribir poemas como aquellos, inspirados en el fondo de mi corazón que, finalmente, pudieron ver la luz. Al hacer estos poemas con tanto sentimiento, la recompensa obtenida fue grandiosa. Todo lo demás de la literatura medieval son pamplinas; lo nuevo es mejor, y no es tan desaseado. Además, no es por presumir, pero mis sonetos no contaban con grandes frases para que se pudieran leer mejor. Lo tenía todo pensado y, al final, fui el artífice de una época donde la literatura reinaba entre las artes. Todo gracias a mí y a la literatura de Italia. Desearía vivir toda la vida y poder contemplar la fama de mis obras con el paso de los siglos; sería un sueño hecho realidad.

En fin, quien critique esta época que se vaya a la Edad Media; a ver si entonces la literatura era tan impresionante como ahora.

Hugo Retamal García – 2ºESO