España sigue batiendo récords. Estas últimas tres décadas, nuestro país ha mantenido un liderazgo indiscutible a nivel mundial. En el año 2023 se registraron los niveles máximos hasta el momento en cuestión de trasplantes de órganos, superando en un 9% la cifra de procedimientos de años anteriores. El pasado 2024 se realizaron más de 6.000, entre los que destacan los trasplantes renales, con 4.047 intervenciones, seguidos de los hepáticos (1.344) y cardíacos (347). La tasa de intervenciones por millón de habitantes se situó en 132,8, el mayor número hasta la fecha, y la de donantes en 52,6 por millón de población, rebasando con creces el objetivo de 50 establecido por la Organización Nacional de Trasplantes (ONT). Sin embargo, cabe preguntarse: ¿dónde reside el éxito de trasplantes en España?
El camino hacia estos logros comenzó en 1965 con el primer trasplante renal exitoso en el Hospital Clínic de Barcelona de mano de María Gil-Vernet y Antoni Caralps. Después de varios intentos fallidos, los equipos de ambos profesionales lograron injertar en una mujer de 35 años un riñón procedente de una persona fallecida en un accidente de tráfico. Años después, en mayo de 1984, Josep Oriol y Josep María Caralps realizaron el primer trasplante de corazón con éxito en el Hospital de la Santa Creu i Sant Pau, en Barcelona, permitiendo que el paciente sobreviviera 9 meses.
No obstante, este hito histórico no habría sido posible sin la aportación clave del médico sudafricano Christian Barnard en diciembre de 1967. Logró trasplantar el primer corazón a un paciente de 53 años que padecía una insuficiencia cardiaca en estado terminal asociada a la diabetes. Esta intervención, hoy en día una actividad habitual, asombró al mundo, llegando a considerarse una verdadera “odisea” científica.
Esta terapéutica no solo fijó el camino para futuras intervenciones, sino que marcó un antes y un después en la percepción de la sociedad acerca de la donación de órganos. Antes de este primer trasplante, la opinión pública ponía entre las cuerdas la moralidad de estas cirugías. La principal controversia yacía en el hecho de que, mientras que los donantes vivos poseen intereses legítimos y deben ser respetados de manera rigurosa, el fallecido no los tiene, pero nosotros tenemos obligaciones de estima hacia ellos. Hoy en día, esta práctica es vista como un verdadero acto de solidaridad y generosidad capaz de transformar vidas.
El éxito del sistema español es explicado, en gran medida, por la adopción de un modelo que se encargó de sentar las bases de la donación de órganos y tejidos, conocido internacionalmente como el “Spanish Model”. Dicho sistema corresponde con el conjunto de medidas aplicadas en nuestro país para buscar un incremento de la demanda de órganos, una mejora de la supervivencia y calidad de vida y una cifra cada vez superior de pacientes que se benefician de los trasplantes. Está siendo aplicado en diversos países con resultados favorables, similares a los obtenidos en España, lo que nos proporciona la idea de que es un sistema con una buena base y altamente eficaz. Asimismo, este modelo se fundamenta en la Ley de Trasplantes de 1979, que ha ido experimentando cambios a medida que se producían avances científico-técnicos; y el Sistema Nacional de Salud, permitiendo el acceso universal de cualquier paciente al trasplante sin ningún tipo de discriminación.
Los progresos que se producen en este ámbito han permitido incrementar el número de donaciones y la cifra de pacientes beneficiados, que no solo involucran al personal médico de los centros sanitarios, sino que también requiere una profunda coordinación entre la administración y multitud de profesionales no sanitarios. A pesar de la gran cantidad de éxitos que ha cosechado el modelo español, este no se encuentra libre de desafíos y problemáticas. Entre ellos, destaca el repunte en la demanda de órganos y tejidos fruto del envejecimiento de la población, las desigualdades entre regiones que afectan directamente a su disponibilidad y los dilemas éticos que rodean esta práctica, especialmente en relación a la priorización de los pacientes receptores.
El modelo español, gracias a su coordinación, avances científicos y técnicos y la solidaridad ciudadana, es una clara muestra de que es posible salvar la vida de miles de personas cada año. Todos tenemos el derecho de que se haga realidad nuestra intención de regalar vida a otros a través de la donación de órganos. Además, aquellas familias que, aún sumidas en el dolor por la pérdida de un ser querido son capaces de apostar por la donación de órganos para así poder proporcionar a una persona la oportunidad de rehacer su vida y vivir de manera digna merecen un profundo reconocimiento. España no solo lidera a nivel estadístico, sino también en humanidad, mostrando al mundo que la colaboración y la solidaridad son las bases para regalar vida a los demás.
Marina Chamorro López – 1º Bachillerato