Peseta Street Journal

Mi abuelo solía decir que hay cosas que el dinero no puede solucionar, y cuando yo le preguntaba por algún caso, él solía responder que la salud o la felicidad son dos buenos ejemplos de ello.

Se sabe que en cualquier negocio se aplica la ley de la oferta y la demanda, es decir; las cosas tienen el valor que los consumidores están dispuestos a pagar por ellas. De esta manera, si el producto o en este caso servicio del cual estamos hablando es nada más y nada menos que tu vida; ¿cuánto estarías dispuesto a pagar para protegerla?

Esta es la explicación que muchas personas buscan acerca de los precios desorbitados de los hospitales privados, pero por suerte, de momento disponemos de una sanidad en la que no hace falta que lleves la tarjeta de crédito cuando estás enfermo ya que lo pagamos todos los españoles con nuestros impuestos. Pero estos impuestos no son ni de cerca tan elevados como las cantidades a pagar en la sanidad privada donde solo el hecho de que un médico te atienda puede llegar a costar hasta 150 euros, y esto sin hablar ni siquiera de establecer un tratamiento.

Juan José Mateo publica en El País una noticia cuyo titular es “Ayuso dispara por encima de los 1.000 millones el gasto anual público de Madrid en la sanidad de gestión privada”. La presidenta de la comunidad de Madrid ha utilizado dinero público para saldar sus deudas. Este dinero, destinado al bienestar común ahora está en un negocio cuyo producto es la salud, la vida. Un negocio en el que en muchas ocasiones lo más importante es el dinero y no sus clientes, claro. No hay más que ver los miles de ejemplos en países con la sanidad privatizada como EEUU donde como en todo negocio, la economía de la empresa es lo más importante.

Poniéndole un precio a la salud lo único que estamos consiguiendo es que solo las personas con un nivel adquisitivo más alto puedan permitirse curarse de una enfermedad, les estamos dando más derecho a la vida por tener más dinero.

Así que entiendo ahora que quizás mi abuelo se equivocaba cuando decía que la salud es algo que el dinero no puede comprar, porque aparentemente en este mundo tan capitalizado en el que vivimos, hasta la vida tiene un precio.

Candela Piñana García-Uceda – 1º Bachillerato