Sevilla, 10 de agosto de 1519.
La despedida de mi mujer, Beatriz y de mi hijo, Rodrigo ha sido dura. No sé cuánto tiempo tardaré en volver y ni siquiera si lo haré. Me hubiera gustado marcharme después del nacimiento de nuestro segundo hijo, pero las cosas de la mar no esperan y tengo que terminar de organizar todo.
Partimos cinco naves desde Sevilla: la Trinidad, desde donde escribo y a su vez capitaneo, la Concepción, la San Antonio, la Santiago y la Victoria.
Sanlúcar de Barrameda, 20 de septiembre de 1519.
Después de algo más de un mes preparando los barcos, la comida y los marineros, hemos partido rumbo a las Indias Orientales. Estoy convencido que hay un paso entre el Océano Atlántico y el Océano Pacífico y lo vamos a encontrar.
13 de diciembre de 1519.
Hemos parado a reponer víveres y conseguir agua en la Bahía de Santa Lucía. Navegamos siempre hacia el sur. Vamos por buen camino, pero la tripulación está algo cansada ya. Rezo todos los días para que encontremos el camino y poder volver a casa como un héroe para contárselo a mis hijos.
31 de marzo de 1520.
Hoy ha sido un día horrible. Los capitanes de las otras cuatro naves junto a la tripulación se han amotinado. No tienen fe en encontrar el paso hacia las Molucas y están cansados del invierno frío y estas condiciones tan malas que están haciendo que enferme la gente. Quieren volver a España. He tenido que sofocar el levantamiento y ejecutar a uno de los capitanes. Señor, por favor, ayúdanos a encontrar el paso.
22 de mayo de 1520.
La nao Santiago ha naufragado intentando explorar la costa. Hemos tenido que rescatar a toda la tripulación y repartirla entre el resto de embarcaciones.
21 de octubre de 1520.
¡Por fin! ¡Lo hemos encontrado! ¡Existe! ¡El paso está ahí fuera! Estamos navegando por él pero fuera hace mucho frío. Noto desconfianza entre la tripulación. Tengo que estar vigilante de nuevo.
30 de octubre de 1520.
Hemos perdido otro barco. La San Antonio en un acto de traición, se ha dado la vuelta en mitad de la noche y ha desaparecido. Es horrible. Quedamos solo tres naves.
28 de noviembre de 1520.
Océano Pacífico. Este es el nombre que he puesto al inmenso mar tranquilo que nos hemos encontrado al salir del peligroso estrecho. Somos unos afortunados. Hemos descubierto una nueva ruta. Somos los primeros. Hijos míos, cuando algún día leáis este diario, sentiréis la inmensa alegría que siento ahora mismo. Creo que a partir de ahora, el viaje será rápido. Mis marineros están ansiosos por gritar ¡Tierra!.
6 de marzo de 1521.
¡¡¡¡¡¡Tierra a la vista!!!!! Hemos llegado. Por fin vamos a poder comer. La falta de alimentos y el escorbuto han hecho que la tripulación disminuya y yo doy mi ración de comida a mi gente porque necesito que sigan ahí. Estoy muy cansado.
Filipinas, 27 de abril de 1521.
Escribe Juan Sebastián Elcano. No sé muy bien por dónde continuar lo que nuestro capitán, que en paz descanse, empezó. Don Fernando de Magallanes ha muerto como consecuencia de una lucha entre indígenas. Una flecha envenenada ha atravesado su pecho. Ahora estoy al mando de la expedición yo, Elcano, y voy a llevar a esta gente de vuelta a sus casas.
5 de noviembre de 1521.
Hemos llegado a las Molucas. Hemos perdido otro barco de camino. No tengo ánimos. Hay otra nave averiada y la vamos a dejar aquí en puerto hasta que esté reparada. La nao Victoria está cargada de especias y volvemos a España.
Sanlúcar de Barrameda, 6 de septiembre de 1522.
Estamos en casa. Hemos llegado. Fernando, te hubiera gustado ver cómo nos recibía la gente. Salimos 239 y hemos vuelto 18, pero lo hemos conseguido, tú lo has conseguido. Nunca te cansaste de gritarle a todo el mundo que el paso existía y así es, el paso existe. Gracias por dejarme formar parte de tu tripulación y de este descubrimiento que pasará a formar parte de la Historia.
Julia Herrando. 3º ESO