Peseta Street Journal

Empecemos con una pregunta. ¿No te cansas de la misma rutina todos los días? Desde mi punto de vista yo te puedo responder a esa cuestión, sí, estoy cansado de hacer todos los días lo mismo, porque me levanto y no hago más que lo que la gente me dice. Voy al instituto, hago el trabajo de clase, exámenes, etcétera, pero siempre lo que ellos dicen.

Me levanto cinco días a la semana a las ocho de la mañana (y los otros dos, de vez en cuando, también), ¿y para qué?, ¿para tener un trabajo con el que a mediados de mes quedaré en números rojos?, ¿o para ni siquiera tener trabajo? Lo siento, pero me parece muy injusto, a los niños y chavales nos arrebatan la forma tan bella que tenemos de ver las cosas, y nos las hacen ver de la forma que ellos quieren.

Volviendo a lo antes mencionado, cuando digo que siempre hago lo que los demás me mandan, yo siempre he preguntado por qué no puedo hacer esto, por qué no puedo hacer lo otro, y siempre me han contestado lo mismo, “cuando seas adulto podrás hacer lo que quieras”. Pero qué artimaña es esa.

Lo primero: cuando seas adulto no vas a poder hacer lo que tanto deseabas de chico, de hecho tendrás incluso más responsabilidades que antes, por ejemplo: puede que tengas una familia, con hijos, con mascotas, tus padres serán más mayores, todo se va complicando a medida que te haces mayor. Lo segundo: yo no quiero hacer esas cosas cuando sea adulto, no, yo las quiero hacer ahora que todavía soy joven, ahora que la serotonina aún corre por mis venas.

Hagamos un flashback al momento en el que he dicho que siempre hago lo que los demás dicen. Muchas veces me he planteado porque he tenido que nacer siendo un ser humano, ¿es que acaso no se puede ser un animal? Ser un perro habría estado bien, o un gato, no lo sé con seguridad, porque ¿cuál es la finalidad de estos?, ¿cuál es su día a día? Se levantan, comen, se duermen, vuelven a levantarse, reciben cosquillas de sus dueños, ladran, maúllan y ronronean, pero no tienen preocupaciones, no hay nada que anhelen, no viven en la eterna y dichosa preocupación. O también podría haber sido un pájaro. ¿Tú lo imaginas? Volar por el cielo estrellado sin límite alguno, poder ir a cualquier parte del mundo sin tener que esperar a que alguien lo haga todo por ti, no esperar ni al capitán de un barco, ni al piloto de un avión, no, solo depender de ti y de tus alas. Qué bonito suena, ¿verdad?

Mientras escribía estas últimas frases me he imaginado cómo sería todo desde la perspectiva de un animal, y la verdad es que me habría encantado nacer con alguna de sus aptitudes, por desgracia a no ser que pelees por ellos los sueños, sueños son, y es que a veces a una persona ya no le quedan fuerzas para pelear, ni por sus sueños, ni por personas, ni por él mismo, ni por nada.

Mario Aspas San José 4ºESO B