Peseta Street Journal

Las redes sociales nos han beneficiado, pero, ¿hasta qué punto nos han traído más beneficios que contratiempos? ¿Cuántos peligros amenazan a las futuras generaciones? Todas estas preguntas derivan de la cantidad de peligros presentes que opacan a los beneficios.

Aunque las redes sociales nos han aportado una cantidad enorme de beneficios como el fácil acceso a la información, el entretenimiento y la globalización comunicativa, desde mi punto de vista, nos ha traído más preocupaciones que beneficios. Los niños crecen con mucha exposición y poca supervisión cuando se trata de redes sociales, los resultados de esto son niños viendo contenido que no es adecuado para su edad y puede afectar al desarrollo cerebral del mismo. Hay estudios que prueban que la exposición a la pornografía y otros contenidos de ámbitos explícitos desde joven puede generar un subdesarrollo del lóbulo frontal del infante y aumento en el número de casos de ansiedad y depresión en niños y adolescentes. Al exponer a niños, preadolescentes o adolescentes a las redes sociales se desarrolla mucho el sentimiento de la envidia, el querer crecer más allá de lo que realmente han madurado, esto lleva a lo llamado pérdida de la infancia, en la que los niños dejan de jugar como niños y tienen un cambio de actitud muy temprano que afecta en el desarrollo cognitivo y de salud mental de los niños. Al tener una infancia ausente se convierten en adultos o se interesan por cosas que no deberían estar cerca de un niño, por ejemplo la tendencia ahora, vapear, vestirse de ciertas maneras, usar unas marcas porque si no, no eres guay, fumar, beber, delinquir o vandalizar y muchos hábitos que serán perjudiciales en un futuro temprano y harán complicado el poder realizar una vida estable más adelante.

 

Las redes sociales se han extendido hasta el aula, haciendo más difícil que los alumnos presten atención ya que las redes sociales acostumbran a recibir recompensas inmediatas y han acortado el span de atención de las personas desde dos minutos y medio a 45 segundos o incluso menos. No sólo eso, sino que una vez que nuestra atención se desvía de la tarea original, el niño tarda unos 25 minutos en volver a la misma, por lo que resulta muy complicado concentrarse y existe un alto número de casos de TDA.

 

Para añadir más al problema, muchos padres “influencers” exponen la imagen de sus hijos en redes sociales generando un peligro para el niño o hasta ridiculización a cambio de likes, fama y dinero (si es que se monetiza). Esta exposición no solo es peligrosa por la crueldad y la incertidumbre de lo que la gente tras las pantallas hace, ya que hay pedófilos y mucho contenido aparentemente inocente que se denomina como contenido fetichista. Muchos de esos ejemplos tienen que ver con comportamientos infantiles, apariencia y voces más agudas simbolizando a niños. Siendo solo esos peligros digitales, se suman los físicos y los que están presentes en las relaciones y el día a día. Si algún compañero reconoce al joven puede usar ese contenido para ridiculizarlo y hasta derivar en bullying o acoso escolar.

En conclusión, las redes han tomado un giro a la maldad y su mal uso por falta de responsabilidad y esto, por culpa de la falta de supervisión o protección está afectando a las generaciones más jóvenes y a todo el mundo a nivel mental tomando el cuenta el span de atención disminuyendo, la dificultad para concentrarse sin distraerse y la dependencia que nos crean las aplicaciones hasta el punto que son una necesidad para entretenerse constantemente, el aburrimiento está demonizado, para mantenerse en contacto, preferimos escribir mensajes rápidos en vez de hacer una llamada de teléfono y escuchar a la otra persona… Las redes sociales son un gran avance pero su mal uso nos hace retroceder.

Laira Robles Padua – 1º Bachillerato