Peseta Street Journal

“Si piensas que siempre tengo que ser el mejor, no vengas. Si para ti lo más importante es el resultado, no vengas. Si vas a gritar al árbitro cada vez que crees que se equivoca, no vengas. Y si te vas a enfadar cada vez que fallo, no vengas”. Esta es la campaña publicitaria que hizo la Fundación Brafa sobre los problemas que están surgiendo en las gradas de los partidos de deportes infantiles. Por ello me pregunto, ¿somos conscientes de cómo afectan todos los comentarios y acciones al juego infantil? Aunque no lo parezca, todo lo que decimos y hacemos como espectadores en estos partidos incumbe a todos los participantes del juego, desde los jugadores hasta los árbitros.

Como se indica en la Guía para padres sobre actividad física y salud publicada por el Ministerio de Sanidad, entre los factores que desmotivan a los niños respecto al deporte se encuentran la presión por jugar y alcanzar las expectativas impuestas por los padres y que se dé más importancia al resultado que a la mejora y el esfuerzo puesto en el juego. Muchas veces en la grada se escucha a padres gritándoles a sus hijos lo que tienen que hacer o regañándoles por haber hecho algo mal. Pero, por lo visto, quienes hacen estos comentarios no tienen en cuenta el hecho de que probablemente el niño solo esté siguiendo órdenes del entrenador, por lo que, además, estarían contradiciendo y restando autoridad a dicho dirigente. E incluso puede ser que realmente haya cometido un fallo y no pasa nada, no van a ser peores jugadores por cometer un simple error, o varios, porque, ¿quién no se equivoca?

Luego están los árbitros que, por si alguien no se había dado cuenta, también son humanos con sentimientos y con derecho a equivocarse. Como muestran estos datos extraídos de estudios realizados por la FBM (Federación de Baloncesto de Madrid), normalmente la media de bajas de árbitros es de 375 personas por año. Sin embargo, esta última temporada la cifra ha ascendido a los 450 de un total de 2.035, el 23% de ellos. La razón principal de que dejen de arbitrar es el ambiente y la presión a la que están sometidos. Dicho de otra forma, cada vez somos más exigentes con los demás y lo que no es normal es que los árbitros de partidos infantiles estén sometidos a más presión que los que arbitran mundiales de profesionales. Cada día permitimos menos errores, exigiendo una perfección idílica. Es más, apuesto a que todos los que dicen “Es que este árbitro es malísimo. Hasta yo lo haría mejor” no serían capaces de lograr este perfecto arbitraje en un partido, ya no digamos aguantar la presión más de dos minutos.

Esto debería hacernos reflexionar sobre si esta exigencia excesiva es realmente necesaria. Si gritarle como un loco a un árbitro como un loco que no ha pitado una falta es la mejor manera de que sea consciente de su error y no vuelva a cometerlo. Si que vuestros hijos sean los mejores a costa de que dejen de disfrutar del deporte merece la pena… ¿Esta es la enseñanza que queremos transmitirle a los niños? Tenemos que empezar a relajarnos y disfrutar de ver a los niños jugar, de verles felices. Al fin y al cabo, el deporte es un juego, no un lugar donde descargar la frustración que nos crean nuestros propios problemas.

Silvia Alba – 1ºBTO