Exportar la Marca España a nuestros principales competidores a nivel internacional claramente nos otorga prestigio cultural e intelectual si se trata del envío de nuestros estudiantes. Sin embargo, su causa no es tan positiva, pues se relaciona con una cantidad de inversión e incentivos en países cercanos que son superiores a los ofrecidos en España. Ello es una acogedora compensación para los recién graduados que se ven obligados a buscarse la vida por sentirse abandonados.
Asimismo, es razonable que nuestros jóvenes opten por ampliar sus horizontes en busca de unas oportunidades que no terminan de materializarse en España, donde la carencia de puestos de trabajo bien remunerados o relativos a lo estudiado llevan a una salida forzosa. Esto se debe a un mayor desarrollo del sector servicios y que no requiere sumamente de profesiones relacionadas con la ciencia o la tecnología, las cuales son mejor premiadas en lugares como Alemania o China, destinos de dicho éxodo intelectual. Aun así, la fuga de cerebros que vivimos no se refleja como falta de estudiantes en las aulas universitarias (es más, somos un referente en este ámbito), puesto que sirven como epicentros culturales para numerosos jóvenes internacionales y propios.
En definitiva, nuestro país actúa simplemente como una fábrica de cerebros que, una vez terminado el proceso de formación y ensamblaje, son puestos para regalo en escaparates orientados a nuestros principales adversarios. Por eso, hemos de aprender a valorar el talento de nuestros estudiantes, superando así las ofertas hechas por otras naciones mediante empleos estables y recompensados que inviten a quedarse.
Daniel Asenjo Galán – 2º Bachillerato